A Lucas, 28 de Septiembre de 2018

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28 de Septiembre de 2018, Ciudad de las Moscas

Lucas:

Anoche soñé con vos. Si, se que esta es una forma terrible de empezar una carta, pero no puedo decirte otra cosa. Probé más de seis veces escribirte lo de siempre: contarte de la facultad, del clima, de lo mucho que me gusta la gran ciudad, de lo poco que extraño a la señora Irma, insinuar que te extraño, contarte mis romances de sexo frío; pero la verdad es que no puedo hacerlo, y no voy a hacerlo. No, anoche soñé con vos.

Soñé, Lucas, que estábamos de vuelta en el campamento. El de 2013, en el Parque de los Pinos, (o como le puso Fer: Parque de los Mojones). En mi sueño no estaba Fer, ni Carla, ni el gordo Gomez. En mi sueño ni siquiera estaba Román. Solo estábamos vos y yo. Estábamos recostados en la baranda de esa cabaña abandonada, escuchábamos la lluvia en el techo de chapa, veíamos el sol desaparecer y las estrellas pintar el cielo ¿Te acordás de el olor a tierra mojada y pasto fresco? ¿Te acordás lo que me dijiste ahí abajo del techo de chapa? Yo nunca lo voy a olvidar. Creí haberlo olvidado, pero no lo olvidé; anoche regresó todo en mis sueños.

"Quiero que este momento dure para siempre", bueno tu deseo se hizo realidad. Ese momento se quedará en mi alma para siempre.

Vos siempre fuiste muy lindo, pero esa noche te veías precioso. Tan adulto, tan grande. Verte sobre mí, sentirte en la fuerza de tus brazos mientras me tomabas por la cintura. Yo siempre fui tan chico. Anoche recordé como se sentía tu barba de unos días en mis dedos, recordé tu perfume a nosequécosa que me hizo volar tantas veces, recordé ese beso húmedo. Al despertar caí en cuenta que jamás volví a besar a nadie de tal forma. Muchos dicen que el primer beso es el más maravilloso. Mienten. Vos no fuiste mi primer beso, pero jamás había sentido nada parecido. El tiempo no se detuvo, como en las películas, sino que continuó su curso de una forma maravillosa, armónica. De repente la lluvia sonaba más relajante, los olores se hacían más intensos, la briza me acariciaba con más cariño. Ese beso, fue EL beso. Ese y todos los que vinieron después.

Y ahora no puedo dejar de pensar en tus besos, es increíble lo que generás en mí.

No sé lo que sentís, no puedo descifrarlo. Tus mensajes y tus cartas no permiten escapar ningún sentimiento... quizá no haya ningún sentimiento y yo le esté hablando a la pared. Aveces siento como si mis cartas las recibiera una máquina, que se encarga de responder a las preguntas y sonar amable, pero no siente nada por mí. Pero ese es tema para otra carta, en la de hoy solo quiero contarte mi sueño.

Para cuando llegue esta carta a tus manos ya habré hecho ese parcial tan aterrador de Lenguas Africanas, así que en vano será que me desees suerte para entonces. En el trabajo práctico de Inglés II me saqué un siete, por lo que continúo a flote con la facultad. Acá hace cada vez más calor, y como ya te conté, los parques están pintados de todos colores, cubiertos de colchones de flores preciosas. Ojalá algún día vengas de vacaciones, o en algún finde largo, estoy seguro de que te va a encantar.

La hoja es mezquina y no está dispuesta a dejarme mucho más espacio por lo que me despido aquí, Lucas. Espero noticias del embarazo de tu hermana, del resto de tu familia y de tu novia, pero por sobre todo: de vos. Un beso gigante, como la distancia que nos separa.

Con cariño, Frutillita.

Cartas de FrutillitaWhere stories live. Discover now