Creación

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Había una vez, es esa la típica manera de comenzar con una historia y al igual que los cuentos de niños, esta se remota a unas tierras lejanas a las que conocemos, lejos de la ruralidad de las ciudades y el bullicio de los carros pasando sobre el asfalto, lejos de cualquier frialdad humana. Un lugar lleno de magia y una historia que a todo el mundo le encantaría escuchar, llena de alegría y claro, como cualquier sitio, oscuridad. Ryzul ha sido hogar de guerras, peleas fuertes entre la luz y la oscuridad, conflictos tan grandes que pocos son capaces de enumerar, el reinado lleva el peso de varios muertos para conseguir la paz que se vive hoy en día o, al menos, la supuesta paz. Pero primero comencemos con algo de historia…

Todo comenzó con cuatro grandes diosas, Heidyn, la diosa de prendas y cabello verde, amante de la naturaleza y todo lo que la rodea; Neiryn, la de prendas azules, se dice que tiene aspecto de sirena y siempre ha amado los mares; Feilyn, la diosa de ropajes rojos y cabello del mismo color, se dice que emana calor y es adoradora de los lugares cálidos. Finalmente, encontramos a la madre de estas tres Diosas, Leyden, la diosa de la vida y la luz, representada con colores blancos y amarillos. Ahora que conocemos a nuestras protagonistas comencemos con la historia de la creación de Ryzul…

Sólir, el reino de los cielos, un lugar asombroso que nadie más que los Dioses, espíritus y almas bendecidas son capaces de observar en su mayor esplendor. En aquellos tiempos era un sitio vacío, Leyden se encontraba completamente sola explorando los jardines de estrellas y nubes, era lo único que veía durante su vida, era su lugar favorito desde siempre. La soledad nunca favorecía a nadie y fue entonces cuando creó a sus tres hijas, Heidyn, Neiryn y Feilyn. Las tres jugaban por los jardines como su madre y esta se sentía algo más feliz con compañía a su alrededor, pero aquello no bastaba, ¡Ella quería mucho más! No quería reservar ese poder para ella sola así que bendijo a sus tres hijas con habilidades especiales que la vida les había obsequiado. Aquellas habilidades no eran para jugar, ella aspiraba más de ellas tres y fue entonces cuando les encomendó una misión: Crear un mundo.

Las tres hijas bajaron de Sólir y llegaron al vacío, aquella oscuridad les aterró al principio pero cumplieron su labor como Diosas. La primera fue la pacífica Heidyn, comenzó trazando un ‘’algo’’, así lo llamó al principio, era algo circular había unos relieves que le quitaban uniformidad pero en general era un círculo. Cansada, la impulsiva Feilyn se lanzó hacia éste y con sus duras manos lo moldeó, fue entonces cuando el calor apareció, el fuego y la lava radiaba de ese núcleo pero quemaba, era peligroso. No podían hacer un mundo sobre esto, fue por eso que lo rodeó y protegió con un manto de tierra, capa tras capa, dándole forma a los relieves y haciendo vacíos entre estos. Tras esto, Neiryn se acercó calmadamente a hacer su trabajo pero notó que eso estaba aún caliente, ¡Quemaba! Fue entonces que envió la lluvia, el agua arrasó con el calor y lo mantuvo en ese núcleo que lo emanaba. El agua se abocó a los relieves más bajos y creó los mares y los ríos, recorrían la tierra entera y la enfriaban un poco.

Pero a Heidyn le seguía pareciendo rara, no había nada en ella más que pedazos grises y marrones de tierra y un azul apagado de los mares. Fue entonces cuando puso sus manos sobre ella y la trajo a la vida, prados verdes aparecieron y las montañas se tiñeron de un verde pálido. En cuestión de gustos, a Neiryn no le agradaba demasiado aquello pero no tardó en arreglarlo, hizo que nevara sobre las grandes montañas y así no notarían el gris pasto, todo estaría cubierto de la nieve blanca. A Feilyn no le gustaba la idea pero llegaron a un acuerdo, ella también podría tener sus montañas calientes y fue cuando de algunas montañas comenzó a brotar lava, el núcleo queriendo ser liberado.

Todo comenzaba a tomar forma, con unos acabados finales todo parecía bastante bien y acordado al plan. Volvieron a Sólir pero su madre no parecía del todo satisfecha con el resultado, faltaba algo, faltaba calor. Feilyn reiteró que ella había querido más calor, más fuego, pero su madre no se refería a esto; ella quería algo vivo que les acompañara hasta el final de los tiempos. Aquella tierra no era más que un lienzo con un pintura, faltaba aún esa vida que le diera más color. Leyden comenzó con un nuevo plan, los animales que poblaron la mayoría de las áreas de este mundo pero no era lo que tenía en mente…

Memorias de Ryzul: Los Cristales del AntiguoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora