Final (one-shot|Daishinkan y tú)

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Un frío invierno. Viento helado. Árboles sin hojas. Nieve. La nieve me recordaba a su cabello. Bueno, cualquier cosa de color blanco lo hacía. Esos recuerdos me traían una extraña sensación de calidez, una extraña paz. Algo muy agradable.

    Hoy era el día más frío de toda la temporada. Y él no estaba. No lo había visto por ningún lado. Estaba algo preocupada, pero no era capaz de enfadarme o desconfiar de él. Se trataba de Daishinkan, después de todo. Uno de los sujetos más sinceros y misteriosos que pude haber conocido. Mi novio.

    Me puse mi mejor abrigo, guantes, un gorro y una bufanda, para poder salir. Con este tipo de temporal, lo que más me gustaba era beber chocolate caliente admirando el cielo estrellado desde el balcón de mi departamento. Por desgracia, esta vez no pude hacerlo. Mi cafetería favorita estaba cerrada.

    Recorrí varias calles del centro, para comprobar que casi todos los puestos estaban cerrados. Genial. No tengo lo que quiero. No estoy con mi novio. Que día de mierda. Ya estaba por lanzar maldiciones al aire, cuando sentí un par de manos que, sujetándome por la cintura, me levantaron muy alto y me hicieron girar un poco. Era obvio de quién se trataba.

- ¡Dai, bájame! - pedí entre risas.

- Yo también te extrañé, TN - respondió sarcásticamente, con una sonrisa. Luego de un beso, me soltó.

- ¿Dónde estuviste todo el jodido día? ¡Ya casi es de noche!

- Entonces será mejor que nos apresuremos.

- ¿Apresurarnos? ¿de qué hablas?

- Es una sorpresa~

- Oh, vamos...

- Hace frío, ten esto - dijo poniéndome un abrigo suyo sobre los hombros - te vas a enfermar si sales así.

    No pude evitar reír. A veces, se comportaba como mi padre. Él aprovechó para tomarme de la mano y guiarme hasta su auto, al que nos subimos.

- ¿Se puede saber a dónde vamos?

- No, querida - susurró divertido, colocándome una venda en los ojos.

    Al principio me quejé, pero al ver que nada daba resultado, decidí seguirle el juego, ¿qué era lo peor que podía pasar?

    Estuvimos un buen rato viajando, hasta el punto que, por un momento, pensé que habíamos salido del país. Aunque no tenía mucho sentido, porque no llevábamos equipaje. Ya cuando estaba por dormirme, sentí que el auto se detuvo. Luego, el sonido de la puerta. Ya iba a gritarle algo, cuando sentí que mi puerta se abría también y una mano tomaba la mía, para ayudarme a bajar.

- ¿Ya puedo ver? - cuestioné, ansiosa.

- Aún no, falta poco, amor. Ten cuidado, hay un par de escalones.

    Sin embargo, me había avisado un poco tarde. Me sentí chocar contra el primero de ellos y casi me caigo de cara. Tuve suerte de que Dai fuera más rápido y me ayudara a subir.

    Uno, dos, tres, cuatro... ¿cuántos escalones quedan? Ok, no importa. Según él, ya llegamos. Se posó detrás de mí y, muy lentamente, fue desatando la venda de mis ojos. En cuanto lo hizo, pude ver el lugar. Tuve ganas de llorar. De hecho, lo hice.

    Era una cabaña casi idéntica a la que mis padres tenían cuando yo era pequeña. Íbamos a vacacionar todos los años. Un lugar tranquilo, solitario y acogedor. Estábamos en el balcón, donde había una mesa con velas. Esto sí que es una cena romántica.

- ¿Te gusta? - preguntó, secando delicadamente mis lágrimas. No hice más que asentir torpemente - me alegro.

    Entrelazó nuestras manos nuevamente, para dirigirme a la mesa. Luego de que me sentara, entró casi corriendo a la cabaña y salió con una bandeja con comida. Olía delicioso y su sabor era aún mejor. Aunque, como soy un desastre comiendo, él tuvo que limpiarme la cara con una servilleta a cada rato. Pero no me quejo. ¿Quién no quisiera que le mimen de esa forma?

    Minutos después, cuando acabamos de comer, trajo el postre. Eran esas galletas chinas de la fortuna. Él tomó una y yo, la otra... por alguna razón, la mía se sentía algo pesada, pero le resté importancia al asunto.

- Sabes que hay que abrirlas y leer el mensaje antes de comerlas, ¿verdad? - asentí - bueno, yo voy primero - partió su galleta a la mitad y leyó lo que decía el papelito. Luego de eso, me miró con una sonrisa burlona.

- ¿Qué dice?

- Dice que te consiento demasiado.

- ¡Daishinkan!

- ¡Es en serio! Mira - me extendió el papel y, con mucha vergüenza, pude ver que era cierto. "Consientes demasiado a la persona que amas".

- ¿Dejarás de hacerlo?

- Por supuesto que no. Ahora mira la tuya.

    Asentí mientras partía la galleta. Un brillo metálico me dejó con la boca abierta. Ahora comprendía el porqué pesaba tanto.

- U-Un anillo... Daishinkan, ¿q-qué significa esto?

- Ya deberías saberlo - se paró de su asiento y se dirigió hacia mí - TN... ¿Puedes hacerme el hombre más feliz del mundo? ¿Quieres casarte conmigo?

    Hubiera querido contestarle, de verdad. Pero no pude hacerlo. Me desmayé. Demasiada emoción para mí.

    Cuando reaccioné, estaba recostada en un sillón. Dai estaba a mi lado, mirándome con preocupación, mientras apretaba una de mis manos entre las suyas.

- TN...

- ¡¡SÍ!! - grité sin control y me abalancé sobre él.

  

    Desde ese entonces, un hermoso anillo de compromiso adornó mi dedo anular... pero hoy no. Ya no está. Uno mucho mejor se encuentra en su lugar. Mi anillo de casamiento.

   Tuve la mejor boda del mundo. Y sé que, mi vida también será maravillosa. Por que tengo al hombre correcto a mi lado.






¡No se desanimen, chicas! Ya saben como funcionan las cosas conmigo; el final de una historia... ¡significa el comienzo de otra! Así que preparen la insulina, el clorox y las antorchas, porque la próxima vendrá cargada de emociones ~♡

Se les quiere mucho n.n

See you next level

Daishinkan IS THE TYPE OF...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora