El ruido del despertador sonando por quinta vez esa mañana me despertó. Mierda, llegaba tarde. Gracias por despertarme, mamá. ¿De verdad tengo que ir? ¿Y si me quedo en cama el resto de mi vida? Bueno, no creo que muchos lo fueran a notar.
Al final me resigné y me levanté, me puse mis jeans ajustados negros y una camiseta básica negra con mi sudadera de Metallica por encima. Me lavé los dientes, aunque no había desayunado, cogí la mochila y me fui. Comencé a andar en dirección al instituto y cuando llegué, recé por que el profesor de matemáticas no hubiera ido hoy a clase y así no tragarme una bronca por llegar hora y media tarde a clase.
Mala suerte. Maldición, ¿es que ese hombre no iba a faltar nunca?
Profesor: Buenos días señorita Murray.
Yo: Buenos días, lo siento.
Profesor: Las cosas no se arreglan con un "lo siento". Si yo rompo un vaso y le pido perdón, ¿se regenerará?
Yo: No....
Profesor: Bien, siéntese. Supongo que traerá los deberes hechos.
Yo: Pues...esto...
Profesor: Tampoco, claro. Bien, pues que sepa que tiene una amonestación.
Amonestaciones. Me iban a venir a mí con amonestaciones a estas alturas. Vamos hombre.