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Anoche sentí como me retiraba el pelo por detrás, me acariciaba el cuello y me susurraba palabras tiernas que hacían que mi corazón se encogiese a pesar de ser de hielo. Recuerdo que una mano bajaba despacio por mi cintura buscando la justificación de por qué aún habiendo ganas, quedaba ropa.
Era de noche, nos buscamos por el tacto, piel con piel, mano con mano, lengua con lengua, suspiro con suspiro.
Pude notar entre mis labios su sonrisa y la caricia más certera que le han hecho a este trozo de piedra. Aquella noche pareció darme tanto calor que se derretía buscando latir al son de suyo.
Aún habiendo ganas, nos quedamos con ellas, porque era de noche, porque era un sueño, porque el momento no es nosotros pero es ahora. Aún habiendo ganas.

Dónde llueve de noche es porque se echa de menosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora