Capítulo 1

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El incesante golpeteo de una gota de agua al chocar con metal, lo despertó de su ligero sueño, últimamente no lograba conciliar el sueño fácilmente, su trabajo se había vuelto bastante exigente y sus horas de descanso se estaban viendo comprometidas. Abrió sus ojos, se levantó de la cama dispuesto a detener el estresante sonido proveniente del grifo dañado que siempre goteaba, aunque sabía que luego de cinco minutos este volvería a gotear sin parar.

Era consciente de que no podría volver a dormir así que se decidió por tomar una ducha fría y tomar el desayuno para iniciar su día. No era de los chicos que le gustase madrugar, pero el insomnio se había vuelto su compañero de vida y no tenía más remedio que acostumbrarse a el. Tras acabar la ducha fría se vistió con el primer conjunto de prendas que encontró, no estaba de ánimos para preocuparse por la moda, unos jeans, una camiseta y unos zapatos deportivos eran mas que decentes para ir por un café.

Desde hacía seis años que vivía en el mismo vecindario, siempre iniciaba su día con un café expreso de la cafetería de la esquina, no tenía nada de especial pero la anciana encargada de la cafetería le gustaba preparar unas deliciosas galletas que ocasionalmente insistía en regalarle, un gusto adquirido que no se negaba, así que siempre visitaba la cafetería con la esperanza de recibir algunas. Ese día no sería diferente.

-Señora Jung, como está, es mi imaginación o cada día se ve más joven y radiante? -al oír sus palabras la anciana esbozo una sonrisa y soltó una carcajada apenas audible-.

-Joven Jimin, tus aduladoras palabras no te conseguirán un café gratis.

-No, pero podrían conseguirme un par de sus deliciosas galletas -la anciana soltó otra carcajada- algo me dice que hoy estoy de suerte -lo decía por auto animarse pero bien sabía que la palabra suerte no existía en su diccionario-.

-Veo que hoy andas de humor, veré si tengo algunas de reserva -dio media vuelta y desapareció por la puertecilla que daba a su casa-.

Se dirigió al dispensador de café mientras esperaba que la señora Jung volviera, presiono la opción de expreso y se sentó a esperar que estuviese listo.

-Oh, veo que hoy madrugaste eh? Sigues con los problemas de insomnio?

Al escuchar aquella voz risueña y conocida levantó la vista para encontrarse con la mirada de aquel chico. No era un chico especialmente atractivo, de unos 177 centímetros de altura, contextura delgada, un rostro fuerte pero muy sonriente; se había convertido en su amigo unos meses después de mudarse al vecindario, desde entonces eran bastante unidos.

-Hoseok, hermano, creó que este trabajo va a terminar matándome, ya ni las pastillas me ayudan a dormir más de 4 horas.

-Diablos! 4 horas? Ese es tu máximo ahora mismo,… deberías intentar cambiar de departamento -tomó una silla y se sentó junto a mi-.

-Me sorprende que me recomiendes eso sabiendo a que me dedico…

Se tocaba el cuello de manera nerviosa y evitaba mi mirada, sabía que su sugerencia no era apropiada. Hace 4 años, tras verme llegar ensangrentado, tambaleándome y con heridas en todo el cuerpo, se percató que no era el agente de bienes raíces que decía ser.

-Jimin, Jimin, respóndeme! Que ha pasado? -me gritaba mientras me agitaba para que no cerrara mis ojos-.

-Me han atacado unos perros callejeros, no es nada -dije mientras intentaba sonreír y me incorporaba-.

-Perros? Crees que soy tonto? Si inventaras una historia para encubrir lo que pasó al menos procura que tenga sentido-.

Tenía razón, las heridas a lo largo del torso y mis extremidades, sugerían mínimo una pelea con unos cuantos vándalos.

TrappedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora