Como iba diciendo.
- Agh - gruño al oír el despertador y saber que tenia que volver al instituto.
Alargué el brazo de forma que pudiera coger el móvil para apagar la alarma. Me visto rápidamente y bajo hacia la cocina para desayunar algo ligero. No tenía mucho tiempo en media hora tenia que estar en la puerta de instituto. Así que salí de casa a toda prisa, no podía llegar tarde.
Dejé de correr en cuanto avisté el lugar. Era grande mas de lo recordaba. Sentía miedo, un miedo misterioso, no sabia porque.
Entre dentro y busque con la mirada a Marta. Tenía muchas ganas de verla, era mi mejor amiga y la había extrañado.
- ¡Hey! - escuché decir a alguien detrás de mi.
Me giro y la veo. Allí está con su pelo rubio, color oro y sus ojos de la misma tonalidad que su cabello. Sonriendo, mostrando sus preciosos dientes blancos. Tenía los brazos abiertos esperando a que yo fuera corriendo hacia ella. Así que lo hice, fui corriendo y cuando llegué me colgué de ella como un mono araña. Me aleje de su cuerpo para mirarla.
- ¡Estas aquí! - dijo sacudiendo mi cuerpo, mientras yo me dedicaba a marearme.
-Si, si, estoy aquí. - dije quitándole los brazos de encima mía para que dejara de sacudirme.
Permaneció quieta mirándome y sonriendo durante un rato. Incomodo. De repente pegó un brinco.
-
Ven, te voy ha enseñar como ha cambiado esto. - dijo tirando de mi mano.
Caminábamos por aquellos pasillos, mientras sentía varios ojos fijados en mí u oía varios comentarios.
Mis primeras clases transcurrieron con normalidad. En todas ellas se repetían las secuencias, excepto la temática de la asignatura, en cada una diferente: el correspondiente profesor me presentaba ante los alumnos, mientras yo los miraba con curiosidad. Algunos a los que ya había visto en clases anteriores o antes de marcharme a California, me saludaban con gesto amable y yo les devolvía el saludo con una mueca parecida a una sonrisa. El resto solo miraba. Si, había gente nueva.
Todo esto se repitió en cada una de las clases excepto en una, la típica y terrorífica clase de Educación Física. No era vidente, claro que no, pero veía mi futuro marcado y en el, dos claros protagonistas: yo y un precioso balón de baloncesto.
El robusto profesor mandó hacer equipos de una cantidad desconocida para mi. Por suerte estaba allí Marta, que gritó nombre desde la otra punta del gimnasio, para llama mi atención. Fui hacia ella y a su equipo.
- Quédate, nos falta una y creemos que se te da bien esto, eres alta - dijo mi amiga la rubia con amabilidad.
Conclusión equivocada, a mi no se me daba bien ningún deporte.
Escuche un pitido que indicaba que el partido había empezado. Me quede quieta, paralizada, sin saber que hacer. La gente me pasaba la pelota, pero yo me apartaba, le tenía miedo. Hubo un momento en el que cogí la pelota y tiré a canasta sin mirar, como una se esas chicas pijas que temen romperse la uñas en el acto. Pero no enceste.
Por fin escuche el timbre que indicaba que esta tortura de clase había acabado. Aleluya.
También me indicaba la hora de comer. Salí del gimnasio con Marta, ella sudando por el esfuerzo y yo sin una sola gota de sudor. Las dos juntas nos dirigimos a la cafetería.
- ¿Y que tal? - dijo ella hiperventilando.
Durante el camino, antes de responder, me rugió la barriga y coloqué mi mano sobre ella.
- Con hambre - le respondí.
- Exagerada. Apenas has hecho nada - dijo Marta un poco indignada - yo que creía que sabías jugar.
- ¡Vaya mejor amiga! Y yo pensaba que sabías que los deportes no son lo mío - rechisté.
Legamos a la cafetería. Al entrar por la puerta, Marta se dirigio a un grupo de chicos y chicas. Algunos de ellos ya los conocía y los salude con una amplia sonrisa por el reencuentro. Brady, Olivia, James y Jesús, se llamaban aquellos a los que recordaba perfectamente como mi grupo de amigos, siendo Jesús y Marta la pareja del grupo. Pero aquel grupo había crecido, puesto que había tres personas a las que no conocía.
Al terminal de saludar a Brady, Olivia y James, Marta me presento al resto.-Grace esto son Fox, Sienna, Maddison.
Los salude con dos besos en la mejilla y Marta añadio.
-Sienna y Maddiso llegaron aquí un año después de que tu te marchará, llevan dos años aquí. Y Fox vino hace un año.
-Encantada- digo yo sonriendo.
Maddison me sonrió de manera muy amable, se acercó a mi y me dijo.
-Marta me ha contado que has estado en California ¿Cómo es?- dijo Maddison.
-Pues...muy bonito- dije riéndome ante mi respuesta.
Fox me miraba un poco tímido, notaba tensión en el, estaba nervioso. Hasta que por fin habló.
-¡Qué buena respuesta!- dijo uniéndose a mi risa y todos nos empezamos a reír de repente.
Ví un grupo de personas entrar en la cafetería con aire intimidante.
-Otra vez ellos- masculló James por lo bajo.
-¿Qué ocurre?- pregunto intrigada.
-Ese grupo es de lo peor, se lo tienen muy creído.-¿A que te refieres?- volví a preguntar.
Brady intervino.
-Les da igual todo, se creen los reyes del mundo- dijo en mi oído detrás de mi.
Pero solo o ser ve a uno, de pelo castaño oscuro, con los ojos del mismo color y serio, pero a la vez sonriente. A pesar de ese aire intímidamente, percibí en el un cierto atractivo, un atractivo muy fuerte.
"Parece un ángel caido"
Dijo mi conciencia. Tan ángel como demonio. Me muerdo el labio inferior ante mis pensamientos.
-¿Y el?- pregunte, sin apretar la vista de aquel chico.
- Es Abraham- dijo Olivia mirándome.
-No pierdas el tiempo con el es tan imbecil como idiota que todos- me dijo Marta.
Al parecer la mirada me delata.
Pero no me gustaba solo me atraía. Su mirada se cruzó con la mía, pero no le deje de mirar. Curvó sus perfectos labios en forma de una leve sonrisa y aparto la mirada rápidamente.
Salimos de la cafetería, pero yo seguia pensando en el.
¿Cómo puede ser posible tal atracción? Seguía pensando en cada parte de su roto perfecto. Sin olvidar su cuerpo que parecía de buen porte. Su mirada penetrante y su sonrisa. Tenía entendido que detrás de eso hay un chico tan imbecil como idiota Así que elimine los anteriores pensamientos de mi cabeza, centrándome solo en los dos últimos adjetivos.
- "Es tan imbecil como idiota".
Esas fueron las palabras Marta.
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Ya es demasiado tarde
JugendliteraturCon la muerte no se juega, es como jugar con fuego, igual de doloroso y peligroso. Grace sabe que su regreso de California no será fácil. Tendrá que volver a adaptarse a su antigua vida y remontar. Abraham se topa con ella, pero un error de él hará...