Carta de Avril.
Nunca me detuve a analizar mi trágica y atolondrada vida, había pasado los peores momentos de mis dieciocho años de vida en la niñez, y se supone que esa etapa es disfrutar de aquellos dulces que te perforaban los dientes, era jugar en el patio con tu padre mientras tu madre te veía desde la ventana y fregaba los platos. Pero eso nunca pasó para mí, todo fue muy monótono y muy bien organizado, en vez de que los dulces perforaran mis dientes fueron las tragedias los que me perforaban el alma, dejando pequeñas marcas que el tiempo jamás va a atreverse a borrar. Pero hay esta lo emocionante de mi vida a pesar de todo eh estado intentando disfrutar de esa trágica y atolondrada libertad.