Capitulo 4

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Los gritos no eran la gran cosa, pero eran tan agudos y los habia estado escuchando por un momento tan prolongado que sentí que me iba a desmayar. Daba vueltas por toda la habitacion con Rosie entre los brazos, meciendola y susurrandole cosas para que se calme.

- Rosie, por favor, tranquila- Susurraba-  Todo estará bien, tranquila- Me senté en la cama, me pare, di varias vueltas pero los gritos no paraba, me senté en la orilla de la cama y la acosté en mis piernas cerradas- Por favor, cálmate, todo estará bien- La puerta se abrió - ¡Mi vida se acabo papa!- Dije entre cerrando los ojos por el brillo que entraba de la luz del pasillo.

- Espera a que seas abuela- Medio sonrió entrando a la habitación, se sentó a mi lado y me abrazo mientras yo sostenía a Rosie en mi pecho- Aun recuerdo el viaje de regreso a casa cuando tu naciste, gritaste como loca todo el jodido viaje, estaba tan asustado que pase tres semáforos en rojo y perdí mi licencia- Dijo mirándome.

- Nunca me lo habías contado- Dije mirándole.

- No eras parte del club- Sonrió, Rosie empezó a disminuir su llanto y la miramos antes de reír.

**

En la lucha por conservar la cordura hay que recordar las siguientes reglas. Regla numero 1. Nunca dar el pecho en un lugar publico (Las personas que por allí pasan podrían tropezarse y romperse algo). Regla numero 2. Nunca rebotar a Rosie en las rodillas después de comer ( Podría vomitar). Regla numero 3. Trata de no llorar cuando ella llora. Y regla numero 4. Nunca asumas que no hay un problema cerca.

Mientras caminaba de vuelta del supermercado llevando a Rosie en la carriola, me encontré con el diablo vestido a la moda cruzando la calle frente a mi. Intente agacharme y cubrirme con la carriola mientras me arrastraba hacia atrás en el piso, choque con un montón de bicicletas detrás de mi y caí de espaldas.

- ¿Ally? Pero que trágico- Dijo ayudándome a levantar- ¿Estas bien?- Asentí, miro la carriola y luego a mi, quien traía un suéter pegado y mi barriga aun abultada por el embarazo- Dime que esto no es tuyo- Me miro con una ceja alzada.

- ¿Que? no - Bufe acercándome a la carriola, me miro con los ojos entrecerrados.

- ¿Que? Ahora eres niñera- Dijo sonriendo.

- ¡Si! Eh, ya sabes pagan bien- Dije, ella asintió.

- Creí que irías a Boston con Haru- Dijo mirándome suspicaz.

- Oh no, no, sabes me di cuenta que los niños son la única educación que necesitas.

- Aja, ¿Y quien es el padre?- Dijo acercándose a Rosie, quien la tomo de su rubio pelo - ¡Ouch! ¡Ouch!- Gemía esta, Hale la carriola rápido y salí prácticamente corriendo.

- ¡Debo irme!- Grite.

*

Semanas después, mientras doblaba la ropa recién planchada de Rosie, tocaron el timbre, mire la puerta de lejos con pesar, me levante saltando el corral del piso y camine hasta esta, al abrirla toda la sangre se me congelo.

- Haru-Dije casi sin aliento- ¿Que haces aquí?- Pregunte mirándole. Su piel era un poco mas clara, sus ojos seguían siendo lo mismo, su labios y su pelo estaba teñido de un castaño mas claro peinado hacia arriba, recostó su hombro del pórtico y me miro.

- Solo vine por el fin de semana, pensé en sorprenderte- Me miro entre cerrando los ojos.

- ¡Genial!- Tome mi abrigo que estaba a mi lado- Vamos a tomar un café- Trate de caminar fuera pero me empujo entro.

- No,no, quedémonos aquí. Pon a hervir el agua- Dijo, asentí y le di mi abrigo para que lo colgara. Mierda. En mi viaje a la cocina, tome un montón de cosas de Rosie, desde toallas, a sabanas y ropa, escondiendo sillas, coches, biberones, fundas de pañales y demás.

Donde Termina El ArcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora