Prologo

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Prólogo.

Cuando conoció a Sherlock supo de inmediato que se enamoraría de él, era tan obvio, tan maravillosamente obvia la forma en que le miraba, el que intentaba impresionarlo con sus habilidades, de como intentaba ver más allá de si mismo pero no podía ver lo que el mismo tenía en su interior. Y eso que apenas habían pasado unas horas desde que se conocieron.

—No soy su cita. —Repite por enésima vez ya cansado. Sherlock sólo lo miraba de reojo, con esa mirada que le daba a todo lo quele interesaba pero que no quería ver directamente por miedo a que noten su mirada fija, sabe que está mirandolo, lo siente, su lengua relame sus labios por puro instinto, al igual que sabrea la comida con tranquilidad y cuando muerde su labio por el dolor de su pierna sabe que el otro se estremeció. Pero eso no quitaba que se sintiera menos incómodo. Le preguntó si tenía novia, una gran estupidez pero que sirvió para descartar una heterosexualidad, aunque luego le dijo que estaba casado con su trabajo. Jesús, quería golpearse con la mesa. Menos mal que hubo que salir corriendo.

Pasaron los meses. Todo estaba tranquilo, uno que otro caso emblemático, nada nuevo, gente diciendo que eran pareja y demás, intentaba por todos los medios hacer que no pensaran en ello pero el simple hecho que Sherlock no dijera nada, era lo que les confirmaba a todos. "El silencio otorga" dicen las malas lenguas. Pero, maldición, que cada vez que intentaba mencionar el tema Sherlock escapaba.

—Estoy harto de todo esto. —Dijo mirando al hombre frente a el. —Vamos a poner esto claro ahora.

—Bien.

—No entiendo que pasa contigo, escapas casa vez que intento hablarte y… Espera. ¿Qué?

—Dije que está bien. —Se veía que se había puesto un traje de paciencia, por la forma en la que acariciaba su violín entre sus dedos y como lo miraba con aburrimiento.

—Vale… Vale, Sherlock, ambos sabemos que tu no eres muy dado a los sentimientos pero. ¿Qué te pasa? Estoy harto que cuando pregunten si somos pareja tú no digas nada…

—A mí no me pasa nada, y no veo caso refutar un hecho si estás tú ahí para hacerlo.

—No me jodas, Sherlock, no soy idiota.

—¿Qué te hace pensarlo?

—Si quieres tener algo con cualquier persona debes decirle. Así que. Sherlock. ¿Qué quieres tú conmigo?

Sherlock se levanta y lo mira por un segundo, y cuando está listo para hablar escuchan la voz de la señora Hudson hablar desde abajo.

—¡John, cariño! ¿Me haces un favor? —inconscientemente John mira a la puerta y Sherlock logra escapar.

—¡Maldita sea! —Grita al escuchar la puerta de la habitación de Sherlock.

—¡Te escuché niño grosero! —Escucha de parte de la señora Hudson.

—¡No era para usted! —Responde bajando las escaleras. —Sherlock no deja de escaparse cuando quiero hablar de nuestra relación.

—¿Problemas de pareja? —Le pregunta comprensiva, aunque eso molestó aún más a John.

—Claro que no, para tener problemas de pareja primero tenemos que ser pareja y eso es de lo que Sherlock se escapa. —Suspira y mira a la señora, esta estaba estática, no sabía aparentemente que hacer.

—¿Entonces no son pareja? ¡Jesús! ¿Pero que esperas niño? ¡Ve a por él! Yo puedo encargarme de todo con esta estúpida cadera. Y yo que te quería pedir que llevaras estas galletas. —No logró decir más porque John ya estaba subiendo nuevamente las escaleras. Cuando está ahí, ve a Sherlock quien estaba jugando con su violín, este se levanta, esta a punto de llegar donde John cuando el edificio de enfrente explota.

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