Capitulo 2

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Maldito Lestrade, maldito Moriarty, malditas bombas las que portaba como chaleco.

Esos eran sus pensamientos en aquel maldito momento. Mientras repetía cada palabra que el otro hombre le susurraba al oído con ese maldito y molesto tono de voz, maldito sea quienes lo hayan procreado. Deseaba darse vuelta y dispararle entre ceja y ceja. Lástima que sus francotiradores sean más rápidos que el mismo. Luego de mucho esfuerzo por mantenerse en pie, logró por fin acomodarse en aquel lado, la piscina se veía bien, cómoda, quizás hasta temperada. Aunque parecía ser mas cómodo lanzar al idiota de Moriarty quien había vuelto a por más, maldición Sherlock. Si disparaba ambos sabían que la reacción natural del soldado sería correr hacia él y salvarle el pellejo como lo hacía siempre lanzando a ambos al agua. Lástima que la vida los quería secos y los dejó  vivir un poco más. Gracias a que al pobre amigo Moriarty le llamaron justo. Menos mal que al fin los dejó solos, John se estaba impacientando.

--¿Sabes? No entiendo como soportas toda esa tensión en tus hombros a la hora de disparar. -- Le comento casualmente mientras caminaban a tomar un taxi.

--Podría enseñarte a hacerlo si quisieras...--Entran a un taxi que Sherlock mágicamente había detenido. Estaba pensando seriamente que Mycroft hacia que todos los taxis le parasen exclusivamente a Sherlock.

-A dejar de sentir la tensión o a disparar.

-Disparar tu sabes, lo que no sabes es darle al objetivo. –Se burló el doctor. –Podría aliviaran esa tensión que tú sientes admitiendo tus sentimientos hacia mí. -John le había dado la dirección de forma discreta al conductor y mira al hombre frente a el con una mirada irritada.

-Oh, tú no te rindes. ¿Verdad soldado? -Se burlo, como siempre lo hacia cuando el estaba usando su tono de capitán.

-Tu mismo lo dijiste Sherlock, soy un soldado. Y como tal debo ser perseverante. -El otro sonríe de lado, algo insinuante, cabía destacar, esa sonrisa tan malvada que daba un mal presagio a quien se la dedique. John recordaba haberle visto una igual al idiota de Moriarty.

-Irritante.

-Exuberante

-Idiota. -Ambos ríen y John siente sus hombros relajarse, muy bien se estaba sintiendo cómodo.

-¿No estábamos describiéndome?

-No ahora. - Detiene el taxi y se baja, John se baja con el, habian llegado ya al Baker, donde se acomodaron en sus sillones y se miraron intenzamente. -Ahora. -Siguiò la conversacion que llevaban antes. -Hablemos, antes que cambie de opinion y decida tomar otro caso, o que me aburra. 

-Esto es una mierda. -Admite mirando con ganas una taza que estaba en detras del hombro de Sherlock. Quería tomarse un té.

-Lenguaje.

-No seas tonto, Sherlock. Sabes que debemos hablar.

-Tienez razón, debemos hablar, no entiendo porqué cada vez que estoy en peligro prefieres arriesgar tú vida antes que la mía, pero no me importa, me gusta, me gusta que sepas como preparar mi café y como haces el té. No me gusta verte con otras personas, me gustas cuando aprietas los puños cuando Anderson o Cameron se ponen idiotas, se que te aguantas las ganas de insultarlos. No deberías. Me gusta tú estupidez, porque es tuya y me gusta poder ser quien te diga las cosas, me gusta ser capaz de enseñarte cosas que ignoras. Me gustas tú. -Sherlock se puso tenso, expectante a la respuesta ajena, esperando algo de John.

-Vale, muy lindo todo. Pero ¿Follamos o no? -Se burló por fin, notando como los hombros tensos del pelinegro se relajan con la risa compartida. John sabía como sorprender a Sherlock, y eso le encantaba.

-Claro que sí John ¿Eso no hacen las parejas? -Respondió con burla, acariciando con sus dedos un olvidado e ignorados violín que reposó siempre al costado de su sillón.

-¿Ahora somos pareja? -Mueve sus manos tentativamente mientras se acomoda en su sillón.

-No tenía idea que debía escribirlo para que entendieses que eso fue una declaración. -Ironía y sarcasmo eran los mejores amigos de la reciente pareja, unos muy buenos acompañantes para sus charlas.

-Eso estaba claro, lo que no fue claro es el hecho que tu quisieras ser mi pareja. -Brama con molestia mezclada en ironía, Sherlock lo había visto venir desde hacía ya tiempo.

-Pareja ya somos, ahora a lo marital... -Le quita importancia, no es que si realmente le importase a john, el único problema era que si no lo hacían, él se aburriría y decidiría irse a por lo fácil. Sarah era lo fácil y Sherlock lo mataría si llega a enterarse que se fue con esa sólo por sexo.

-Pues yo lo quiero. ¿Tú lo quieres? -Porque sí, John se imaginaba a ambos con esa imaginación tan nitida que posee y es capaz de verlos a ambos, disfrutando en la cama de Sherlock.

-Si no queda de otra...-Lo dice con sufrimiento. Como si fe verdad no quisiese. -Tú sabes que no estoy acostumbrado al contacto humano. Pero no pongas en duda el hecho que te amo. -Murmura, sin realmente saber que hacer, ambos sienten que no tienen que decir nada. Que ya todo está dicho así que, cuando la señora Hudson entra con una bandeja con té y galletas. La indiscreta mirada de ella en un claro "escuché todo", agradecen con la mirada y ella se retira.

Ambos suspiran y ríen con calma, Sherlock toma su taza de té con una calma envidiable, tan envidiable que John se la arrebata sólo para joderle la paciencia, este ríe y se acerca con un gesto grácil.

-Te voy a besar. -Y tal como lo dijo, lo hizo, le dio un beso lento, tranquilo, dejando sus manos recorrer las mejillas ajenas y sintiendo como las manos de Sherlock recorrían sus hombros. John estaba ya encaramado en las piernas ajenas, se separó, acomodandose y mirandolo con felicidad. -Siempre quise hacer eso.

-Ahora puedes hacerlo cada vez que quieras.

-Eso es lo que quería oir. -Y con ello, iniciaron una sesión de besos.

¿El fin? Jamás.

¡Y hemos terminado con esto! Pero como Sherlock bien dice "The game's never over" (¿Está bien así? me complico mucho con el inglish). Así que, próximamente se viene más de esta increíble pareja, un par de lemones muy ricolinos.
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¡Chau!

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