Anoche sonaba el viento, iba furioso, herido. Al poco rato dejó de ser sonido y se convirtió en gemido, en brutal anunciación.
Al asomarme por la ventana vi que llevaba los restos de un alma, corría untado en ellos, se estrellaba contra ventanas y casas ondeando su desgracia.
Anoche soñé que yo moría y que ese viento tórrido me llevaba con él, en una libertad que sólo los espectros conocen.Soñé que cantaba mi espíritu ahogándose en sus corrientes gélidas, que buscaba ser escuchado, iba tratando de volver a su realidad...
Desperté empapado de sudor, desconcertado, temeroso. Traté de comprender lo que sucedía y fue entonces, cuando el horror me volvió suyo. Todo mi cuerpo levitaba, daba vueltas y se agitaba sin control.
Busqué mi cama, mis libros y mi casa, pero solo encontré viento, lamentos, obscuridad y un frenesí que dominaba mi ser.
Anoche morí. Ahora soy del viento.