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Hannibal observaba a su amado Will cayendo del cielo, de ese lugar en el que habían vivido miles de años juntos, y todo por culpa de él, por su estúpida pero inevitable arrogancia. Ese lugar, el cual era el paraíso, se alejaba del alcance de su amante más joven y todo por él. En él vivían rodeados de árboles, junto con los otros ángeles, ayudando a los humanos que tenían a su cargo, no concediéndoles deseos, pero sí guiándolos en el diario vivir para que no se fueran al otro lado de la vida antes del tiempo que les correspondía pasar en la tierra.


Will tenía un humano bastante torpe a decir verdad, pero era bueno de corazón, así que Will estaba constantemente ocupado ayudando a su humano.


"¿Cuándo será el día en que abra los ojos y vea que el mundo es más cruel de lo que él cree?", era una pregunta que rondaba la mente de Will a diario.


Hannibal lo veía a diario desde lejos durante varias horas al día, ya que, a diferencia de Will, su humano no le causaba mayores problemas.


-Al final tu humano se parece a ti, y creo que él mío es como yo- le comentó Will un día al ángel más viejo mientras estaban sentados bajo un árbol en ese día de sol típico del lugar donde vivían.


-¿Por qué lo dices?- le preguntó Hannibal intentando ocultad su falta de curiosidad, pero dejando entrever su genuino interés en la afirmación que le hacía su amante.


-No deberías jugar al que no sabe lo que estoy tratando de decir, Hannibal, es innecesario y lo sabes.


Frente a estas últimas palabras Hannibal miró a Will y sonrió. Cuánto lo conocía ese ángel de figura frágil, con piel pálida y con esos rulos color castaño que caían sobre su rostro anguloso. Ahí estaba Will, mirando hacía abajo tratando de que su humano no se metiera en problemas, al menos durante las primeras horas del día. Era verdad que el ángel más joven hacía bien su trabajo, tanto que de hecho hasta pensaba en su humano cuando no debía hacerlo, y por supuesto esto significaba dejar de lado a su amante, Hannibal.


-Ya te he dicho lo que deberías hacer,- dijo el ángel de mayor edad, a lo cual Will solo se dio vuelta ignorando sus comentarios.


Y era verdad. Hannibal le había comentado miles de veces que sus humanos deberían conocerse para así potenciar al ser que Will llevaba bajo su cuidado, a lo cual el castaño se había negado rotundamente todas las veces que la idea le había sido sugerida. Sin embargo, hace unos pocos días esta idea había comenzado a cambiar: lo estaba considerando, y seriamente.


Fue así que un día sus humanos se conocieron y al parecer había sido una buena idea. El ser bajo la protección de Will se llevó muy bien con el ser humano a cargo de Hannibal, tan bien que creía que tenían una relación más allá, tal como lo hacían los dos ángeles protectores.


Hasta que un día Hannibal dijo la palabra mágica.


-Conviértelo.


Will lo ignoró.


-Will,- insistió Hannibal con un tono de voz serio.


-¿Qué?

Caída [hannigram]Where stories live. Discover now