¿En donde nos esconderemos esta vez?

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SENKI ZESSHOU SYMPHOGEAR (戦姫絶唱シンフォギア) Y SUS PERSONAJES NO ME PERTENECEN

LOS SUCESOS DE ESTE CAPÍTULO SON PRECEDENTES A LOS SUCESOS DE LOS CAPÍTULOS ANTERIORES

— ¡No es justo, Kiri-chan! —Se quejó una pequeña niña azabache y de ojos rosas con aproximadamente cinco años de edad con un adorable puchero. Frente a ella, una niña aparentemente de su misma edad, rubia y de ojos verdes se reía encontrando el gesto de su amiga bastante gracioso.

—No sabes perder, Shirabe—Se burló Kirika sonriendo con despreocupación.

—Es imposible que siempre sepas donde estoy, de seguro haces trampa—Acusó Shirabe cruzándose de brazos, ante esto Kirika se lanzó sobre ella en un abrazo, terminando ambas en el suelo.

—Es tanto mi amor por ti que siempre te encuentro, sin ti no vivo—Reveló.

—Deja de decir ese tipo de cosas—Regañó la azabache.

— ¡Pero es verdad! —Alegó la rubia frunciendo los labios, un gesto que Shirabe encontró chistoso y por tal, no pudo continuar con su acto dramático y terminó riéndose junto con Kirika.

—Llegará el día en el que me dejes de encontrar—Refunfuñó una vez que la mayor dejó de abrazarla.

—Bueno, ese día definitivamente no será este—Kirika terminó con la última palabra aquella "discusión" sellando el fin con un beso en la mejilla de Shirabe, quien en respuesta, únicamente se sonrojó con una tenue sonrisa en sus labios.

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— ¡Te encontré, Shirabe! —Celebró Kirika abrazando a la susodicha, quien ahora ya contaba con siete años y miraba a su amiga un año mayor a ella, con un gesto de molestia. Había ido inclusive a uno de los múltiples cuartos del doctor que las había adoptado a ambas apenas hace unos cuantos meses. El doctor parecía una buena persona, siempre cumplía sus caprichos, nunca lo había visto molesto, siempre estaba sonriente, aunque a veces le resultaba perturbador que fuese tan sonriente.

— ¡No es justo, Kiri-chan! —Se quejó Shirabe en medio del abrazo, aunque su molestia parecía más resignación. Ya debería de rendirse y dejar de jugar a las escondidillas con Kirika, ésta parecía tener un radar con su ubicación siempre.

—Ya te lo dije, Shirabe. Es imposible mantenerme alejada de ti—Restregó su rostro contra el suyo, la menor no dijo nada y se sonrojó de nuevo sonriendo.

—Ara, así que aquí estaban—El doctor estaba detrás de ellas mirándolas con un gesto serio, como pocas veces— ¿Por qué entraron aquí?

—Estábamos jugando, dess—Respondió Kirika de inmediato sin borrar su sonrisa. Ver suspiró cansado y se hincó a la altura de las infantes.

—Por favor, no vuelvan a entrar a estas habitaciones. Son lugares especiales en los que unas niñas como ustedes no deberían estar—Comentó—Lamentablemente no tengo más opción que castigarlas.

— ¿Qué nos va a hacer? —Preguntó Shirabe temerosa, creando que con esto, Kirika la posara tras su espalda y encarara seriamente al doctor. En el orfanato no habían sido de tocarse el corazón a la hora de los castigos.

—Nada de lo que están imaginando, seguro—Sonrio, esa sonrisa, por algun motivo, le dio desconfianza a ambas niñas—Vengan conmigo—Pidió caminando a la puerta, las menores le siguieron con duda, sin saber que estarían sellando su destino con eso.

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