La peor pesadilla

32 1 0
                                    

Tan pronto como se dio el anuncio de bebidas gratis a los felices y entonados asistentes, se volcaron a la barra a pedir de cuanto había. La fiesta estaba ya muy subida de tono, las personas perdieron el pudor y dieron rienda suelta a sus bajos instintos. Lucía había bebido más de lo normal y los efectos del alcohol en su cuerpo habían comenzado a desinhibirla. Hacía calor dentro del lugar y un enorme reloj de estilo antiguo marcaba las 2:45 de la madrugada.

-¿Qué tal si te quito el saco y te desabotono la camisa para que te sientas más cómodo? - Le dijo Lucía al misterioso caballero. Él sonrió y respondió -Era lo que estaba esperando escuchar creo que es el momento justo-.

Lucía sonreía coqueteándole mientras llevaba a cabo lo que había ofrecido, mientras lo hacía miraba fijamente a los ojos del misterioso caballero. El reloj marco las 3:00 am y las campanadas comenzaron a sonar, una, dos, tres... De pronto las facciones de aquel personaje comenzaron a cambiar frente a Lucía, ¡su aspecto comenzó a transformarse!. En un principio Lucía pensó que era el efecto del alcohol, pero no había bebido tanto como para ver ese tipo de cosas. De la frente de aquel misterioso caballero comenzaron a salir dos enormes cuernos que se curvaban hacía atrás, su camisa comenzó a abrirse, el antifaz se soltó de su cara y al verlo Lucía dio un escalofriante grito mientras se retiraba de aquel espeluznante ser.

El espantoso grito de Lucía llamó la atención de las personas que estaban cerca, y al tratar de entender a que se debía quedaron igualmente atónitos, no entendían que era lo que estaba pasando. ¿Era acaso un truco? ¿Un disfraz magníficamente elaborado?¿Alucinaciones causadas por el alcohol? ¿Simplemente una pesadilla después de una noche loca? ¡No, esto era real! y aquel misterioso caballero por fin se presento ante la mirada de aquellos ahí reunidos, las uñas de sus manos se convirtieron en enormes garras y sus piernas se convirtieron en patas de cabro, sus ojos reflejaban todo lo malo que pueda existir en este mundo, aquel ser era el mismo diablo. -¡Esta noche su alma será mía!-Dijo mientras una carcajada escapaba de su boca.

Lucía trató de retroceder pero se enredó en su propio vestido, cayó sentada y comenzó a deslizarse de espaldas, temblorosa y gritando descontroladamente. Los demás asistentes al darse cuenta de lo que pasaba comenzaron a gritar pidiendo auxilio, corrieron hacía la salida pero las puertas de aquel lugar se cerraron de a golpe frente a sus narices. Las ventanas estaban atoradas, quebraron los vidrios pero los barrotes impedían que alguien pudiera escapar, el diablo reía viendo como todos corrían aterrados tratando de escapar pero sin posibilidad alguna. Lucía logró deslizarse y ocultarse en la esquina del bar en medio de tanta confusión.

De pronto aquel maléfico ser cambio las risas por un aterrador gruñido y comenzó a cazar las almas de todos los que se encontraban en aquel lugar. La escena era macabra, parecía que aquel lugar se había convertido en el mismo infierno.

Los meseros también comenzaron a desfigurarse, les crecieron los colmillos y de sus bocas caían líneas de saliva cual lobos feroces a punto de despedazar y devorar a sus presas, sus ojos se encendieron y de sus dedos salieron enormes garras. Sus lenguas salían de sus bocas, eran largas y en forma viperina. Todos los que trabajaban en la discoteca eran demonios y comenzaron a atacar a los aterrados asistentes.

Lucía desde su escondite no daba crédito a la horrenda y escalofriante escena, cerca de ella el bar tender se lanzó a la yugular de uno de los hombres que había sido acorralado y de una mordida casi le arranca la cabeza, la cual quedó colgando del cuerpo inerte. Después abrió sus fauces y de un tajo se tragó el trozo de carne ensangrentada.

Una joven mujer gritaba por las rejas de una de las ventana rotas en busca de auxilio, tanto era su miedo que no vio cuando detrás de ella se acercó uno de los demonios y le acertó un golpe atravesándola, las garras del demonio fueron lo último que la desdichada mujer pudo ver saliendo de su estómago. El demonio retiro su brazo y entre sus garras las entrañas destilaban sangre, elevó las entrañas haciendo que las gotas cayeran dentro de sus fauces.

Así fueron muriendo cada uno  de los asistentes en forma brutal...

Finalmente el  lugar ardió en llamas hasta consumirlo todo, los gritos desgarradores acompañados de una aterradora sonrisa se ahogaron en el silencio de esa noche, nadie pudo escucharlos, nadie pudo ayudarlos, el lugar estaba lejos de las miradas indiscretas, una pesadilla hecha realidad...

La discoteca había sido ideada por el mismo diablo y esa noche cobró el alma de todos los que cometieron el error de asistir.

La Leyenda De La Discoteca InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora