Capitulo 2

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ahora?- había propuesto Hotaru.

Pero Kitsuneme no estaba dispuesto a permitir que pasara a través de él.

-¿Qué significa eso de "fantasma"? Un servidor, Kitsuneme August Peregrin Pimplebottom, heredero del decimocuarto conde de Hardsdale, no va a permitir que nadie le ofenda, y menos una niñas- me dijo.

Como muchos fantasmas, sencillamente, no quería reconocer que ya no era persona. Por más que quisiera, Kitsuneme no podía recordar que hubiera muerto. Aunque ya hacía cinco años que nos conocíamos- desde mi primer día de clase en la academia Gakuen Alice-, parecía que para él sólo hubieran pasado unos días desde que jugaba a las cartas con sus amigos en el club y charlaba sobre caballos, falsos lunares y pelucas. (Él llevaba ambas cosas, lunar y peluca, y, aunque actualmente pueda sonar raro, no le quedaban tan mal.) Kitsuneme hacía caso omiso deliberadamente del hecho de que, desde que nos habíamos conocido, había crecido veinte centímetros, había incorporado a mi aspecto unos frenos y unos pechos prominentes, y me había librado luego de los frenos. Igual que hacía caso omiso de que el palacio de su padre en la ciudad hacía tiempo que se había convertido en una escuela privada con agua corriente, luz eléctrica y calefacción central. Lo único de lo que parecía percatarse de vez en cuando era de la longitud de las faldas se nuestro uniforme escolar. Al parecer, la visión de unas pantorrillas y unos tobillos femeninos era extremadamente infrecuente en su época.

-No es muy cortes por parte de una dama no saludar a una caballero de buena posición, Miss Mikan—protestó entonces de nuevo, molesto porque o le había prestado ninguna atención.

-Perdón. Tenemos prisa—dije.

-Si puedo serles útil en algo, naturalmente me tienen a su disposición—replico el colocándose bien los puños de encaje.

-No, muchas gracias. Solo tenemos que llegar casa en cuanto antes— ¡No sé en qué puede sernos útil Kitsuneme, si ni siquiera era capaz de abrir una puerta!—.Luna no se encuentra bien.

-Oh, no sabe cómo lo lamento—dijo Kitsuneme, que tenía debilidad por Luna, a la que, en contraposición con la más pálida que un muerto, como acostumbraba a llamar a Hotaru, encontraba extraordinariamente encantadora y gentil. También ese día soltó algunos cumplidos galantes. —Transmítale, por favor, mis mejores deseos, y dígale que esta tan encantadora como siempre. Un poco pálida, pero hechizadora como un elfo.

-Se lo comunicare.

-Deja de hablar con tu amigo imaginario—dijo Luna—. Si sigues así, acabaras en un manicomio.

Muy bien, pues no se lo comunicaría. Y a era bastante presumida sin necesidad de eso.

-Kitsuneme no es imaginario, es invisible. ¡Hay una gran diferencia entre las dos cosas!

-Si tú lo dices…—replico Luna.

Ella y la tía Wakako opinaban que solo me inventaba a Kitsuneme y a los otros fantasmas para darme importancia. Me arrepentía de haberles hablado en su día de ello, pero de pequeña me había resultado sencillamente imposible no decir nada de las gárgolas que adquirían vida, y habían imposible no decir nada de las gárgolas que adquirían vida y hacían cabriolas por las fachadas y me dirigían muecas. Las gárgolas eran divertidas, pero también había otras sombrías figuras espectrales de aspecto siniestro que me daban miedo. Tuvieron que pasar unos años para que comprendiera que los fantasmas no podían hacerme nada. Lo único que realmente pueden hacer los fantasmas es dar miedo.

Naturalmente, no estoy hablando de Kitsuneme. Él era todo inofensivo.

-Hotaru piensa que tal vez fuese mejor que Kistuneme muriera joven. Dicen que, teniendo que cargar con ese nombre de Pimplebottom, nunca hubiera encontrado una mujer para casarse—expliqué, no sin antes asegurarme de que Kitsuneme ya no nos pudiera oir—. Quiero decir que ¿Quién va a querer llamarse voluntariamente culogranujiento?

RubinrotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora