Parte 2 "El comienzo"

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Año 1465, Brujas, Bélgica.

En el castillo del desaparecido Conde Collingwood, se sentía una brisa de ironía, soledad y tristeza en la época Navideña, la servidumbre preparaba la cena de manera apresurada, esta era la fecha más feliz y al mismo tiempo más deprimente, el cumpleaños número 14 de lady Jane Collingwood y el décimo quinto año de la desaparición y declarada muerte de su querido padre.

El hijo mayor del Conde, George Collingwood, bajaba los escalones del castillo con un libro de historia en su mano, sus ojos verdes y cabello rojo como el fuego se estremecía al bajar, al llegar al suelo, se dirigió al salón principal.

-Joven Collingood, ¿le apetece desayunar?- dijo María, una mujer de 55 años de edad, parte de la servidumbre. El chico de 16 años movió la cabeza en señal de negación sin despegar sus ojos del libro. La señora María se retiró con una reverencia.

Con un movimiento cerro el libro y miro al techo.

-Mi testaruda hermana, esperaba que por única vez despertase temprano hoy- murmuro para sí mismo.

En la torre más alta del castillo Collingwood, se encontraba la habitación de la más pequeña del hogar, una niña de 14 años, Jane Collingwood, miraba en su enorme ventanal de cristal como los pequeños copos de nieve caían y llegaban hasta el suelo, transformando el hermoso bosque que rodeaba el castillo de un color blanco. Sus enormes ojos azules hacían el recorrido de los copos de hielo.

-Es mi cumpleaños número 14- pensó y sonrió.

Su pálida piel se enrojeció, cabellos negro azabache, alborotados y largos tapaban la mitad de su pequeño y delicado rostro, bajó del ventanal para ir al cuarto de ropa, donde tomo un abrigo caliente y afelpado color blanco.

-Espero que María haga pastel de chocolate- hizo un puchero y miro un retrato de su padre, - me dijeron que es tu favorito papá y adivina, también es el mío.

Jane, no tenía recuerdos de su padre, ya que murió cuando ella tenía un escaso año de edad, sin embargo le guardaba un inmenso amor, grande y puro.

George por el contrario, le guardaba rencor a su padre por haberlos abandonado y este es quien le decía detalles de él a Jane, como por ejemplo, el gusto por el pastel de chocolate, simplemente para mantenerla tranquila ante su curiosidad.

Jane, abrió la enorme puerta de su habitación y al cerrarla, se quedó un momento ahí, contemplándola.

Lo maravilloso de esta, es que era una enorme puerta de un metro y medio de alto y dos de ancho, la madera estaba tan bien tallada y detallada que era en si una obra de arte, en ella se encontraba la figura del bosque que rodeaba el castillo, pero de él, emanaban criaturas hermosas y al mismo tiempo misteriosas, hadas, pájaros con cabeza de murciélago, unicornios, un rostro de una persona con colmillos enormes, una figura humana flotante, en el centro, una cascada y de ella una mujer con cola de pescado, un tigre enorme con alas y lo que más le llamaba la atención a Jane era un lobo enorme y hermoso, doblaba el tamaño del unicornio y estaba aún más grande que el tigre, se preguntó, de quien había sido la creatividad de crear esas criaturas en aquella puerta que pertenecía su habitación.

Leyó de memoria la frase en latín grabada en la parte inferior de la puerta "mysteria volunt detegi silvisque" sin saber lo que decía, pero de manera sonriente ante su ritual diario, camino por el pasillo, cruzo de puntillas ante un estrecho pasillo que dirigía hacia la habitación de la Condesa, su madre, quien por lo general se mantenía en su habitación y solo salía de el por cortos momentos, al cruzar el pasillo de puntillas, bajo las enormes escaleras de caracol para dirigirse hasta el salón principal.

ANGEL TEARSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora