Like a Virgin.

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Los pasillos de la escuela estaban desiertos y lo único que Steve podía escuchar era el constante bombeo de su corazón, lo sentía retumbar en sus oídos y tenía que secarse las manos en sus pantalones por el sudor. Estaba nervioso, sí. Pero no asustado, era lo que había deseado desde hace bastante tiempo después de todo. Solo tenía nervios de no llenar las expectativas de Anthony. Él era un joven inexperto después de todo, jamás había tenido relaciones sexuales con nadie. Ni siquiera con su ex novia, Sharon Carter. Simplemente no lograba excitarse lo suficiente como para ir más allá de los besos y por eso su relación no funcionó. Claro, también estaba el hecho de que pasaba más tiempo pensando en las nalgas y en la polla de su profesor que en su propia, en ese entonces novia.

Observó al castaño de reojo, se veía tranquilo, tenía los hombros relajados al contrario de Steve quién estaba tenso. Tenía tantas cosas dándole vueltas en la cabeza. ¿Y sí no lograba complacer a Tony? ¿Si acababa muy rápido? ¿Sí lo lastimaba? No quería que lo viera como un niño maldita sea. Quería demostrar que podía ser un buen amante y que era lo suficientemente bueno para poder estar con él. No quería que aquello se tratara solo de sexo, no tenía nada en contra del sexo. Es más sabía que le fascinaría porque lo haría con Tony, pero él quería algo más. Él quería todo con Anthony, por muy cursi que fuera, quería ir a citas con él, sorprenderlo con pequeños detalles, tomar su mano cuando fueran al parque o simplemente permanecer a su lado.

Llegaron al estacionamiento con rapidez, Steve casi no notó el trayecto, había estado sumido en sus propios pensamientos. Tony le hizo un gesto con la cabeza para que entrara al vehículo y así lo hizo. Sacó su teléfono y envió un mensaje corto avisándole a su madre que se quedaría en casa de Bucky, no quería preocupar a su madre. Guardó su celular en el bolsillo trasero de su pantalón y luego su atención se dirigió a Tony quién lo miraba con una ceja levantada.

—Luces algo nervioso, Steve. Todavía estás a tiempo de marcharte. No pienso obligarte a hacer algo que no quieres. Si piensas que vamos muy rápido podemos...—. Fue callado al sentir unos suaves labios contra los suyos, soltó un jadeo ahogado por la sorpresa de éste pero no tardó mucho en corresponderlo, acunó las mejillas del rubio entre las manos y lo besó con lentitud, disfrutando de los labios y del sabor dulce del menor.

—No estoy arrepentido, jamás me arrepentiría de estar contigo Tony. Eres lo que más deseo en estos momentos simplemente temo no ser lo suficientemente digno de ti—. Confesó luego de finalizar aquel beso.

—Oh Steve—. El castaño sonrió entendiendo rápidamente a lo que se refería Steve, entonces lo abrazó. Porque Steve no debía preocuparse, Steve era perfecto. El rubio no dudo en corresponder el abrazo del mayor enterrando el rostro en el hueco de su cuello e inhalando el aroma masculino de Tony.

Tony aún mantenía una sonrisa brillante cuando se separaron y no tardó mucho en conducir hasta su casa, el trayecto no duró mucho. Tony vivía en una zona residencial ubicada a pocas calles de la escuela.

La casa de Tony era bastante amplia y bonita. Pulcramente ordenada y con muebles finos y decoración elegante. Había pocos cuadros pero en casi todos podía verlo a él con un niño, su hijo.

—Es mi hijo, se llama Peter—. Escuchó que Tony decía mientras cerraba la puerta de la casa.

—¿Dónde esta ahora? —. No pudo retener aquella pregunta, dio media vuelta para encarar a Tony, sintiéndose preocupado porque éste se haya enojado por meterse en asuntos que no le correspondían.

—Con su madre. Pepper y yo nos separamos poco antes de que él naciera. Terminamos en buenos términos y compartimos la custodia de Peter, estará aquí la próxima semana.

Steve asintió lentamente con la cabeza y se acercó a Tony esbozando una sonrisa, se alegraba de que confiara lo suficiente en él para contarle esas cosas. Rodeó la cintura del castaño apegándolo más a su cuerpo, Tony era un poco más bajo que Steve, por lo que se alzó de puntillas para abrazar su cuello. —Entonces, Steve Rogers. ¿Has estado distraído durante mis clases por estar fantaseando conmigo? ¿Con tu profesor? Que pervertido me saliste—. Comentó el castaño con cierto tono burlón, Steve sabía que lo hacía para provocarlo.

A Good Student.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora