Desde mi cumpleaños número catorce veo cosas que otros no. Recuerdo que estábamos en el reducido espacio de la sala de mi casa. Mi madre, creyendo que cumplía cuatro, había colocado algunos globos rosados en el techo. También había puesto vasos y platos a color en la larga mesa de madera, entonces, efectivamente no parecía que yo cumpliera catorce años. Todos mis compañeros de curso estaban invitados, solo había 10 invitados ya que eramos pocos. Seis mujeres y cuatro varones. Justo antes de comenzar, cuando mi madre estaba con lo últimos preparativos, como el pastel y la comida, y yo terminaba de cambiarme en mi habitación ví por el espejo a un chico apareciendo frente a mi ventana. En ese instante me giré para comprobar que mi imaginación no me estuviera jugando una mala pasada. Era alto y delgado. Tenía la piel levemente bronceada y su cabello castaño, brillante y sedoso, caía rebelde mente por su frente. Me observaba con una leve sonrisa en su rostro. Apenas me dí cuenta que, de mi garganta, había salido un grito de susto.
Mi madre había subido las escaleras a toda velocidad y abierto la puerta de mi habitación totalmente agotada. En sus ojos podía ver el susto, pero en cuanto estos recorrieron la habitación se fueron calmando, de a poco. Con respiraciones irregulares había logrado articular algunas palabras.
-Kaitlin, ¿Qué sucede? -Cuestionó con cierto aire de preocupación. Ella miraba para todos lados en el cuarto y yo no entendía absolutamente nada. Él estaba allí, yo podía verlo. Se había apoyado contra la pared con los brazos cruzados. Movía la cabeza desde mi hacía mi madre con una sonrisa en el rostro. Como si le pareciera divertido.
-¿T-tu qué c-crees? -Logré decir, con mi corazón latiendo a mil.
-Por la manera en que gritaste creí que te había pasado algo, pero ya veo que no. -Dijo muchísimo más relajada. -¿Qué sucedió, Kat?
Y ahí fue donde yo me puse más nerviosa ¿Es qué acaso no lo veía? ¿Era yo la única que podía verlo? ¿Que era lo que estaba pasando allí? ¿Acaso e estaba volviendo loca? Eran demasiadas preguntas y no había manera de conseguir respuesta.
-Nada, mamá. Estoy bien. -Dije simulando depreocupación. Pero ella pareció notarlo, así que siguió insistiendo.
-¿Segura? Te ves algo...nerviosa.
-Si, si, mamá. Segura. Ve, no te retrases con el pastel.-El chico soltó una carcajada. Tal vez, si no estuviera tan desconcertada, lo habría fulminado con la mirada. Pero no estaba de ánimo en ese instante. En busca de algo de privacidad para hablar con el desconocido, la saqué de mi habitación lo mas rápido que pude. No sé por que pero sentía un gran nudo en mi garganta y la angustia, clavada como un cuchillo, en el pecho. Cuando cerré la puerta y me volteé el nudo se agrandó y la angustia se había transformado en un miedo impenetrable que parecía una estaca contra mi pecho. Mi estómago se había revuelto tanto que sentía el café y las galletas de la merienda peleando por salir por mi garganta. El misterioso chico ya no estaba presente en la habitación. Miraba sin poder creer a la ventana seguía exactamente igual de cerrada que hoy en la mañana. Busqué por todo el lugar, debajo de la cama, en el ropero pero no. Lo llamé varias veces, tampoco. En realidad se había ido. Entonces, cuando noté que caían gotas de mis mejillas y mojaban la alfombra y que el nudo de mi garganta había disminuido, diminutamente, pero había disminuido me di cuenta de que lloraba. No tenia ni idea de por que lo hacía. ¿Era posible todo aquello? Después de un rato, bajé y le dije mi mamá que por favor llamara a los invitados y dijera que no me sentía bien por que, en realidad, no lo hacía. Había ganado la batalla contra mi estómago, pero no creo que fuera por mucho tiempo. Hay veces que mientras más piensas más te hieres. Cada vez que pensaba y recapacitaba que no había ninguna respuesta lógica para lo sucedido esa tarde me agarraba una punzada de dolor en el pecho y mi sentido de curiosidad se despertaba.
Leí en algún lado la frase "A veces el dolor no disminuye, solo te acostumbras a él" y, de alguna manera, en ese momento me sentí identificada. Esa noche no había podido dormir y me había quedado buscando las imposibles respuestas a todas mis preguntas. Sentía menos el dolor del pecho pero sabía que estaba allí y con la misma intensidad que antes. Tal vez me estaba haciendo mucho la cabeza, pero fue una experiencia totalmente rara para mi, no es que todos los días ves cosas que otros no.
Las primera semanas creí que había enloquecido. Qué era una mala pasada de mi imaginación y que todo esto estaba en mi cabeza. Pero inconcientemente sabía que no era así, sabía que era demasiado real para ser imaginación, sabía que mi mente no podría acomodar los cabellos tan perfectamente para parecer tan imperfectos por que ni cuando leía y trataba de imaginar con lo más profundo de mí a un personaje me salía. Sabía que ese chico había sido real. Sabía que había estado en mi habitación.
Y sabía que volvería pronto.
PD: MAÑANA LA SIGO ;) ESTEN ATENTA@S. COMENTEN MUCHOOO. LOS QUIERO.
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I can see.
Science FictionKaitlin Crewlin ve cosas que otros no. Algunas personas creen que esta loca, pero les digo la verdad cuando les comento que no lo esta. Ella es la unica que puede verlos, pero no los imagina. Ellos son reales. Pero ella no es parte de ellos. Extraña...