Las tenues sombras de los altos pinos y los destellos de la luz del atardecer ganan terreno poco a poco sobre la salvaje vegetación que baña el paisaje, la brisa es suave y no hace demasiado frío para lo cerca que están las montañas quebradas y las gélidas tierras de Whitend. Aquí en la comarca de Wett suele haber bastante niebla y abundantes lluvias todo el año, gracias a ello la vegetación es exuberante al igual que la diversidad de insectos y pequeñas alimañas procedentes de los numerosos bosques y ciénagas.
Wett es principalmente una pequeña región habitada por humanos pero el régimen imperial no gobierna éstas tierras, antiguamente fue territorio enano pero tras la guerra de los tres reyes que duró algo más de cincuenta años se exiliaron a todos los enanos y elfos de estas tierras, desde entonces en éstas comarcas son vistos como parias por las gentes del lugar.
Un caballo galopa veloz entre peñascos y troncos caídos, esquivando robles centenarios y pinos, de vez en cuando se escucha el ruido de los cascos al pisar una roca oculta por la maleza. Sobre él se alza una joven pelirroja de largos cabellos despeinados por el viento, cabalgando despreocupada.
Tras seguir sin descanso durante unas horas y pasar por un par de claros entre los enormes y gruesos robles, se topa con un pequeño lago poco profundo que el caballo logra cruzar sin ningún problema. Al poco empieza a caer la noche, después de un rato perdida entre el espeso bosque la joven encuentra un camino de tierra, su cara se ilumina de felicidad y le da un golpe con el talón a su caballo para que galope como el viento en dirección al camino. Ya es de noche y ya casi está en casa.
Siguiendo el rudimentario camino de tierra por fin llega a un pequeño asentamiento que no posee mas de dos docenas de casas. Las construcciones son de madera en su totalidad, son viviendas de una sola planta bastante pequeñas y humildes, están todas muy gastadas por el paso del tiempo y los elementos y un par de ellas tienen un segundo piso, también hay un pequeño pozo en el centro del pueblo. El camino está pavimentado con grandes rocas grises muy oscuras por las que crece algo de musgo y algún hierbajo solitario.
Al llegar, las pisadas del caballo resuenan en el camino de piedra y la joven le ordena ir mas despacio tirando levemente de las riendas, al hacerlo el caballo relincha y obedece. En la entrada del pueblo hay un cartel de madera, está gastado y sucio, es bastante grande, construido con un par de tablones de roble, en el que pone; "Belnaer, comarca de Wett; Bienvenidos extranjeros.
La joven pelirroja ahora sonriente y feliz se dirige al centro del pueblo, a la posada, es uno de los pocos edificios de dos plantas pero es bastante más pequeño que los demás. Está enfrente del pozo del pueblo, tiene unos postes de madera bajo un tejadillo para atar a los caballos y encima de la puerta hay un pequeño cartel en el que se puede leer; "El amanecer rojo. Buen descanso, comida superior."
Desde fuera puede escucharse algo de ruido que proviene del interior, la tenue luz que logra escapar por los sucios cristales de las pequeñas ventas de madera ilumina levemente el entorno colindante a la posada.
Una vez atado el caballo, la joven se acerca a la puerta sonriendo, levemente resopla y la empuja con la mano izquierda.
El lugar es amplio y confortable, aún para lo pequeño que es, el suelo es de madera y está sucio, las paredes están hechas con toscos tablones de roble sin pulir y una columna de madera maciza ocupa el centro de la habitación. Un par de mesas con sillas se disponen por la sala y de las vigas del techo cuelgan pequeñas lamparas de hierro con alguna vela encendida, por las paredes están colgados unos cuantos adornos hechos con pieles de animales a modo de tapices y una gran calavera de oso del tamaño del torso de un hombre adulto ocupa una esquina de la pequeña habitación, justo al lado de una mesa con un par de sillas. Al fondo de la sala hay una pequeña barra y detrás una estantería repleta de tarros y botellas desordenadas junto a una puerta.