LA TUMBA*

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                   Sedibus ut saltem placidis in morte quiescam**.

                                                                                                VIRGILIO.

 

   Al abordar las circunstancias que han provocado mi reclusión en este asilo para enfermos mentales, soy consciente de que mi actual situación  ps rovocará las lógicas reservas de la autenticidad de mi relato. Es una desgracia que el común de la humanidad sea demasiado estrecha de miras para sopesar con calma e inteligencia ciertos fenómenos aislados que subyacen más allá de su experiencia común, y que son vistos y sentidos tan sólos por allgunas personas psíquicamente sensibles.

   Los hombres de más amplio intelecto saben que no existe una verdadera distinción entre lo real y lo irreal; que todas las cosas aparecen tal como son tan sólo en virtud de los frágiles sentidos físicos  y mentales mediante los que las percibimos; pero el prosaico materialismo de la mayoría tacha de locuras a los destellos de clarividencia que traspasan  el vulgar velo del empirismo chabacano.

   Mi nombre es Jervas Dudley, y desde y  mi más tierna infancia he sido un soñador y un visionario.

   Lo bastante adinerado cómo para no trabajar,y temporalmente negado para los estudios formales y el trato social de mis iguales...

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