El primer día de la madre

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Este oneshot fue creado para formar parte de una actividad creada por VeroVortex y está basado en su historia Hunter; básicamente cómo sería un mundo idílico para Yuri y Viktor.

Este oneshot fue creado para formar parte de una actividad creada por VeroVortex y está basado en su historia Hunter; básicamente cómo sería un mundo idílico para Yuri y Viktor

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Katsuki Yuri era un omega japonés casado desde hace un par de años con su adorado alfa Viktor Nikiforov, una de las personas más temidas del país. Para Yuri, el día de la madre siempre había sido ir a casa de sus padres, regalarle flores a su madre y pasar el día con ellos entre risas y regalos; pero este año, en específico este día, sería la primera vez que en vez de dar flores, las recibiría. Yuri estaba sentado en la enorme cama de matrimonio que él y su marido poseían. Viktor le había dicho hace rato que se quedase en la cama unos minutos pues estaba preparando una sorpresa para él.

Debido al sueño que tenía Yuri no podía ni sospechar de qué se trataría, ni siquiera sabía en qué día vivía en esos momentos, sólo sabía que sus párpados le pesaban, su pecho le dolía y que tenía que dar de comer pronto a su pequeño Misha; su más preciado tesoro y la única razón, junto con Viktor, para levantarse todos los días y brindarle una sonrisa al mundo.

Despacio, muy despacio y casi con movimientos robóticos, empezó a estirar sus brazos a la par que abría su boca para soltar un profundo bostezo. Sus piernas, antes cruzadas, lentamente se desenredaban y se dejaban caer al lado de la cama, apoyando los pies en el suelo y sintiendo lo frío que este estaba. 

Justo cuando iba a ponerse en pie con intención de dirigirse a la cuna donde se suponía que se encontraba su pequeño, la puerta de la habitación se abrió. Yuri pudo ver a Viktor entrar con una bandeja rebosante de comida en su mano derecha, y cómo con la  izquierda cogía con delicadeza la pequeña mano de Misha, quien llevaba torpemente y como podía, unas flores casi tan grandes como él. El pequeño había aprendido a andar semanas atrás y ese momento se quedó grabado en la mente del japonés.

Yuri y su pequeño estaban en el parque jugando a construir castillos de arena, con las palas y los cubos desperdigados por todas partes, cuando Misha entre tambaleos y temblores se puso sobre sus dos piernas, sonriendo como siempre él hacía, y comenzó a dar sus primero pasos para coger uno de los muchos cubos que tenía a su alrededor. Si es cierto que cuando mueres tu vida entera aparece ante tus ojos, Yuri estaba seguro que ese momento aparecería entre ellos y que lo vería con la última sonrisa que ofrecería a la vida.

Había sido un año muy duro, nadie nunca habla de lo duro que es traer al mundo y cuidar a un hijo, ni tampoco hablan del primer año de vida; sólo hablan de los buenos momentos que se tendrá y no del esfuerzo que todo ello conlleva. Cuando te conviertes en padre tu vida ya no es tuya, tu vida es de tu hijo quien te necesita.

Lo peor fueron los primeros meses, ni él ni Viktor sabían exactamente qué hacer, ni cómo cambiar un pañal, ni como darle el pecho a Misha para que se enganchase bien al pezón; mucho menos qué hacer cuando tu pequeño tiene cólicos o se ponía muy enfermo, tampoco sabían cómo limpiar manchas de vómito de la ropa y una gran lista de más cosas que desconocían y aprendieron a la fuerza. 

Prácticamente Viktor y él sólo durmieron de media esos meses 2 horas diarias; y ni hablemos de su vida sexual que estaba mermada por completo; casi parecía que Misha sabía exactamente el momento en el que sus papas se ponían cariñosos para así ponerse a llorar bien alto, todo lo que sus pequeños y débiles pulmones le permitían; su marido hasta bromeaba justificando el llanto de su pequeño con la excusa de que este quería seguir siendo hijo único.

Pero a pesar de haber sido un año tan duro, tan sacrificado y agobiante, definitivamente Yuri no lo cambiaría por nada. Si bien solía pensar que ser un omega es una maldición, ahora pensaba que era una bendición, pues gracias a eso hoy podía decir orgulloso que es la mamá de Misha, el niño más bueno, valiente y cariñoso del mundo.

Por cada momento malo o duro que Viktor y él soportaron, había miles buenos; incluso antes de que Misha naciese ya daba amor a sus padres.

El día que le dio la noticia a su marido de que iban a ser padres con las estrellas de papel, este entre lagrimas le besó con fuerzas y tras recomponerse de la primera impresión porque sus vidas iban a cambiar drásticamente, pronunció unas palabras que por siempre iba a recordar: "— Vas a tener a mi hijo, que forma más hermosa de demostrar lo mucho que me amas".

Ese fue la primera maravillosa memoria que Yuri tenía desde que Misha entró en sus vidas; otros buenos recuerdos eran la primera vez que tuvieron a su bebe en brazos envuelto por las toallas del hospital; cuando Misha abrió los ojos y descubrieron que eran igual a Viktor; los balbuceos de su pequeño que era todo un charlatán incluso en plena noche cuando intentaban descansar del duro día; cuando le daba el pecho y este le cogía delicadamente la camisa con su diminuta mano en forma de puño pidiendo, casi exigiendo así una mayor cercanía con su madre; la primera vez que le llamó mama; la primera vez que llamó a Viktor papá; etc...


Y ahora se iba a sumar un recuerdo más, el primer día de la madre con su atesorado hijo y su el amor de su vida.

Misha fue correteando a la cama soltándose de la mano de Viktor para darle a su mama las flores, que él, con mucho gusto, cogió con delicadeza y con cuidado las colocó al lado de la cama para así tener sus brazos libres y coger a su preciado tesoro, al cual dio el beso más grande del mundo.

Viktor se acercó y acomodo entre él y Misha, apartando un poco el ramo de flores para colocar la bandeja del desayuno; en esta había una cantidad ingente de comida, tortitas con sirope en forma de corazón, tostadas cortadas con la forma de las flores, montones de frutas, cereales, zumo, agua, leche.... Ciertamente Viktor se había esmerado. Con la sonrisa más sincera del mundo, rodeado de tantísimo cariño y felicidad, Yuri besó a Viktor de la manera más romántica posible, agradeciéndole así tenerle en su vida y todas las maravillosas vivencias de las que disfrutaba gracias a él. Al ver a sus padres tan cariñosos, Misha hizo un pequeño puchero y se acurrucó aún más en los brazos de su madre quien, tras separarse del besó pronunció:

—Repetiría esto mil veces y jamás me cansaré de esta felicidad, gracias por darme la oportunidad de tener a Misha, gracias por haber confiado en mí como la madre de tu hijo; Viktor, una y mil veces, gracias por estar tu y Misha en mi vida; gracias por ser mi vida.

Con la sonrisa tan característica y cálida que su alfa tenia, este le estrechó a él y a su hijo entre sus musculados brazos, besándoles tiérnamente a cada uno; a Yuri en los labios devolviéndole el beso que segundos antes compartían, y a su pequeño en la frente de la forma más paternal posible.

Sin lugar a duda, Yuri entendía ahora mejor que nunca lo que significaba el día de la madre; y sin ninguna duda ni temor tenía claro que tarde o temprano volvería a convertirse en mamá una vez más.


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