Prologo

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Algunos años antes.

Una tarde calurosa, un café frío. Una libreta a mi lado junto a un lápiz. El día perfecto...

Termino mi café, me dirijo hacia mi coche, ni siquiera enciende cuando me chocan la parte trasera, un auto qué ¡Maldición! me costó tanto tener.

Bajo rápidamente pensando blasfemias y soltando mofas. Un hombre delgado de cabello rizado y traje azul está observando la parte trasera de mi Bentley ¿Qué demo...?

-—Disculpa, no fue a propósito... —dirigió su mirada a mí, seguidamente posó sus manos en su cadera. Y antes de que le respondiera habló—. Me haré cargo de todos los gastos, fui yo quien chocó, de verdad disculpa...

Pues sí, ni modo que haya sido yo la que chocó si mi coche ni siquiera tenía la llave puesta...

Me quedé en silencio de brazos cruzados, esperando, mientras él sacaba una chequera e iba a su auto a hacer quien sabe qué.

Caminé hacía donde estaba el golpe de mi bentley... no estaba tan mal. Ni siquiera se notaba el golpe...

—Toma —me sobresalté y giré hacía él. No lo tomé.

—Ya noté que no es nada, no te preocupes, yo puedo pagarlo...

Se me hacía medio estúpido no aceptarlo pero aceptarlo también cuando apenas era un rasguño... ¿O acaso era la vergüenza de aceptar dinero de un desconocido sin una buena razón?

—Tomalo, en serio —dijo él.

Si yo estuviera en su lugar, ni loca soltaría un peso.

—No.

—¿Por qué no?

—No es nada.

Rió. Me tomó la mano y me lo dió.

No quedó de otra que ver de que trataba dicho cheque.

¡Santa madre! Mis ojos se abrieron como platos, los ceros eran muchos para nisiquiera un rasguño...

Miré la firma.
Iván Lachowsky.

Vaya... el famoso Iván Lachowsky.

Que suerte la mía, já.

Le miré y por un momento sentí como si lo conociera de toda la vida, bufé, sólo de las revistas y la televisión.

—No, gracias, no lo necesito —se lo tendí pero no lo tomó e imité su anterior acción.

Él sonrió.

Era bastante raro.

Me di vuelta y caminé hacia mi coche hasta que escuché que habló detrás de mí.

—¿Y si te invito un café?

Al escuchar nuevamente su acento y la forma en la que pronunció esa pregunta inmediatamente todos los recuerdos de aquella noche volvieron a mí.

No lo conocía de toda la vida, pero si había conocido toda su vida en sólo una noche.

Esa noche.

Esa Noche© [My Sugar Daddy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora