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Bajo del autobús, mirando por última vez a la pelirroja y despidiéndome con la mirada, aunque ella ni si quiera note mi presencia. Camino hasta la boca del metro y busco a Irene con la mirada. Antes de poder reaccionar noto unos brazos pequeños abrazándome por la espalda y reconozco su aroma y su risa rápidamente. Me giro para corresponder a su abrazo y ella me desordena el pelo en respuesta.

-Hacía mucho que no te veía, Wen. Te he echado de menos.

La abrazo más fuerte y ella vuelve a reír. Desde que Irene había entrado en la universidad nos habíamos distanciado un poco. Había alquilado un piso en el centro y entre sus exámenes y mi miedo a salir no habíamos tenido muchas oportunidades de vernos. Vamos hasta una pequeña cafetería cerca del metro y ella me dice que me siente mientras va a pedir. Minutos después aparece con un café con leche para ella, un capuchino para mí y un trozo de pastel para ambas.

Las horas pasan sin darme cuenta y de forma agradable. Irene siempre ha sido una chica habladora y consigue sacar temas de conversación fácilmente. Me es fácil hablar con ella, dentro de lo que cabe y sin quitar pequeños tartamudeos de vez en cuando, pero incluso con Irene hay temas de los que me cuesta soltar palabra. Como de los chicos de mi instituto. O de esa chica pelirroja.

Mi móvil empieza a vibrar dentro de mi mochila así que empiezo a sacar algunas cosas hasta dar con él. Contesto enseguida al ver el nombre de mi madre en la pantalla e Irene espera paciente a que termine de hablar.

-¿Qué es esto, Wen? -Pregunta, una vez que cuelgo.

Y siento que se me corta la respiración cuando la veo con un papel entre sus manos.

Me maldigo internamente por no haber tirado ese estúpido papel con un número escrito aun cuando sé perfectamente que no será más que otra broma cruel.

-¿Y bien? -Insiste Irene.

Estoy acabada.

💦💦

Lunes, primer día de la semana; descanso. Me escabullo a la biblioteca en cuanto termina la hora previa al descanso, evitando al resto de compañeros que van o bien al patio trasero o bien fuera del edificio. Aunque la biblioteca es sin duda una opción mucho mejor que esas dos, o al menos lo es para mí. En invierno hay calefacción y en verano aire acondicionado, además de poder estar tranquila y alejada de la gente. Algo así como el paraíso. Pocas personas suelen venir, como mucho suele haber algún profesor supervisando y un par de chicos de cursos inferiores castigados, pero que no suelen molestar demasiado al estar vigilados. Así que puedo dedicarme ampliamente a leer sin interrupciones.

He avanzado un par de páginas cuando dos chicas entran apresuradamente por la puerta, haciéndole varias reverencias al profesor y, supongo, disculpándose por llegar tarde. El hombre hace un gesto con la mano quitándole importancia y les pide que se sienten y que guarden silencio. Típico de las no-reincidentes.

Se sientan en una mesa cercana a la mía y, en otras palabras, bastante alejada de el grupo de chicos, también castigados. La chica más alta y de cabello castaño se queja cuando la otra, al parecer, golpea su pierna bajo la mesa.

-Te lo tienes merecido, Joy, estamos aquí por tu culpa -La otra chica, más bajita y con el pelo oscuro, frunce el ceño mientras habla, claramente enfadada.

-Solo te estaba defendiendo.

Siento una ola de tristeza recorrer mi cuerpo cuando las oigo. Daría cualquier cosa por tener a Irene aquí conmigo así como ellas parecen tenerse la una a la otra.

-No, solo estabas siendo celosa, como siempre.

¿Qué?

La otra está apunto de responder, pero se da cuenta de que las miro atenta. Pillada, para variar. Mi rostro no tarda ni unos segundos en encenderse así que agacho la cabeza con toda la vergüenza posible en mi cuerpo. Mi imaginación empieza a funcionar y por supuesto no tardan en llegar esos pensamientos que sé que solo me torturan y que son innecesarios, pero de los que no puedo librarme. Empezando por la impresión que les he dado, seguramente horrible. Y que aunque no debería importarme, porque no las conozco, no puedo evitar sentirme mal.

Ellas vuelven a su conversación, bajando el tono esta vez. ¿Y yo? Yo sigo estancada, repitiendo una y otra vez lo idiota que he sido al ser tan descarada, aunque sé que no tiene sentido darle más vuelta ni que mucho menos arreglará nada.

Por si mi mente tenía suficiente con lo que hundirme, la puerta de la biblioteca vuelve a abrirse y esta vez entra un chico al que si conozco. Seokjin. Espero ver detrás de él a alguno de sus amigos y empiezo a imaginar las peores escenas posibles, pero él es el único que entra.

Mi respiración se dificulta más conforme se va acercando a mi mesa. Las otras dos chicas se quedan en silencio, por primera vez, cuando le ven pasar por su lado. Y de no ser porque están sentadas, se habrían caído al suelo al verlo parado a mi lado.

-Hola, Wendy -Su tono de voz es suave y me sonríe de manera amable, pero lejos de calmarme solo consigue que mi ritmo cardiaco se acelere tanto como mi respiración- ¿puedo sentarme?

Si no te importa que me muera justo enfrente tuya, por supuesto.

Asiento con la cabeza, sabiendo de sobra que no voy a poder disponer de ninguna palabra en estos momentos.

-Verás, el otro día te dejé mi número junto a tu asiento y...como no recibí ninguno mensaje tuyo, pensé que igual no lo habías visto o algo así -Lleva una a de sus manos a su nuca de manera nerviosa.

Cómo explicar que ese papel está en el fondo de una papelera porque pensaba que se trataba de una broma. Y aún así no debería bajar la guardia tan pronto.

Pero no dejaba de ser un chico atractivo hablándole a alguien con capacidades sociales nulas como yo.

-Eh, ¿la estás molestando?

Jin se gira y yo levanto la vista, topándonos con una de las chicas de antes, Joy -al parecer-, observándole de una forma amenazadora. Hasta entonces no noto lo caliente que se ha vuelto mi rostro y la posible -más bien segura- imagen débil y asustada que estoy dando. No me sorprende que ella haya pensado algo así de Jin, pero cómo explicar que él no me asusta porque algo que me haya hecho, sino por la simple idea de que no sé relacionarme con él ni con casi ningún humano.

-¿No me has oído? Si la estás molestando será mejor que te largues antes de que te eche yo misma.

La otra chica le pide que baje el tono, pero ya es tarde.

-¡Los cuatro del fondo, suficiente!



Si es que queda alguien leyéndome aún, siento tardar quinientos años en actualizar 😓 no tengo excusa

Si es que queda alguien leyéndome aún, siento tardar quinientos años en actualizar 😓 no tengo excusa

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2018 ⏰

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Afraid ✧ seuldyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora