Reglas del juego

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Amaneció, era domingo. En su celular ya se marcaban las 7am y Erick llevaba algo más de 2 horas de estar acostado viendo el techo. Poco a poco la luz natural comenzó a filtrarse en su cuarto permitiéndole ver cada vez más claramente lo que le rodeaba.

Ya era posible notar los libros y antologías de la estantería. Están muy desordenados pero la verdad es que eso le importa muy poco. En ese pequeño mueble con tres estantes, en tan sólo sus dos estantes inferiores, conjunta algunos de los más importantes escritos de la historia de la psicología, antologías compilatorias de cursos, cuadernos viejos, folletos u hojas sueltas de diversos temas y un par de novelas. En el estante superior hay diversidad de objetos como desodorantes, figuras de personajes animados, monedas, una calculadora científica y una laptop. Ese sólo mueble es capaz de hablar largo y tendido sobre quien es Erick y que ha hecho con su vida desde que se mudó a esa casa para estudiar en la universidad hace 5 años. Entre el cumulo de objetos que se apilan unos sobre otros en ese mueble, se puede encontrar evidencia de que lo que Erick ha estudiado y cuales han sido los resultados obtenidos por esos estudios, cuales han sido sus prácticas profesionalizantes, cuáles son sus aficiones y cuál es la importancia que le da a la organización de los materiales. Mínima.

Habiendo amanecido, ya no tenía sentido seguir intentando dormir, pero tampoco quería levantarse. Su hermana y su primo no se levantarían hasta por lo menos las 9am, así que de todas formas no lograría nada con separarse de su cama. Evaluando opciones, podía jugar con el Nintendo 3ds que tiene en el pequeño estante junto a su cama, usar su laptop que está en la estantería o salir del cuarto y prepararse a sí mismo el desayuno. Opto por la última opción, ya que sintió que en las otras dos, no podría concentrarse.

Renuente a cocinar, aunque se tratase de sólo un huevo, tomo 3 mil colones y se fue a comprar pan y natilla.

Salió de su casa para toparse con el paisaje común de Villas de Ayarco. El sol ya iluminaba por completo el vecindario y el aire era fresco y ligeramente húmedo. Se trata de una comunidad pequeña que apenas supera el kilómetro cuadrado. Se localiza incómodamente en la frontera entre los distritos de Sánchez de Curridabat y San Diego de La Unión. Se trata de una urbanización construida en los años 70, que, por cosas de la vida, o más bien de intereses económicos, terminó viéndose como un barrio de clase media rodeado en tres de los cuatro puntos cardinales por residenciales privados, que, si bien no son realmente de clase alta, si ostentan un significativamente mayor promedio de ingreso per cápita en sus residentes, al compararse con las personas que viven en el, curiosamente, punto central de la comunidad. Erick vive cerca de la frontera sureste, donde colinda con un área boscosa. A pesar de eso, siendo la comunidad tan pequeña, en realidad todo lo que le pudiera interesar se encuentra cerca, incluyendo la parada del bus, que le queda a apenas unos 125m.

Siendo domingo por la mañana, la calle estaba casi desierta. Desde las casas no se escuchaba casi ninguna señal de vida. Únicamente había una mujer que paseaba a su perro cerca de la chanca de basquetbol que se encuentra en el pequeño parque construido en el centro de la comunidad. La panadería se encuentra dando vuelta a ese parque. En la parada de buses no hay nadie y tampoco hay ningún bus estacionado esperando a que sea su turno para partir.

Erick se acercaba a la esquina del parque cuando notó algo, el abastecedor chino que se encuentra a otro lado de la calle, en la esquina noreste del parque, estaba cerrado. Le extrañó, pues suelen abrir puntualmente a las 7am, aun en fines de semana o feriados. De todas formas, no iba allí, así que no le puso mucha atención.

Al entrar a la panadería de inmediato se dirigió al refrigerador en donde tienen las natillas caseras y saco una bolsa grande de natilla con sal. El pan está detrás del mostrador, así que hay que pedirlo. Tras hacerlo, mientras esperaba que la cajera volviera con el pedido, repaso con su mirada esa panadería que tantas veces había visto. Sus ojos pasaron rápido sobre los mostradores con reposterías y pasteles, por las refrigeradoras con quesos, natillas, leches y jugos, y terminaron sobre la pared derecha, con algunos posters decorativos y un reloj digital de pared. El reloj marcaba las 6:26am.

Dueños de Algo Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora