Ella

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  Ella bailaba realmente bien, el mundo fluía con cada paso que daba, sin ella, todo se habría detenido, nadie podría dar siquiera un parpadeo, ni un suspiro, o al menos eso sentía yo al verla bailar. Un suave Blues sonaba en nuestros oídos, y a mi parecer ella flotaba armoniosamente sobre la pista central del salón. La música no seria igual sin ella, y ella no seria igual sin la música, no, ella era la música, la llevaba en su sangre, cada latido era un compás en la orquesta de su vida, oh si, ella realmente bailaba bien. Es una lastima, en verdad lo es, si dependiera de mi no lo haría, pero ya lo he pospuesto demasiado. Debo hacerlo, debo matarla.

Aunque... ¡Demonios NO! No puedo permitirme un "aunque" ni mucho menos un "que tal si.." mi trabajo no es imaginar, bueno, debo imaginar la forma en que debo cometer los asesinatos, debo imaginar la forma de que tan solo parezca un accidente, pero no puedo imaginarme algo a parte de eso, no puedo imaginar un mundo en el cual yo simplemente pongo a un lado mi herramienta, bajo de este techo, camino hacia ella mientras continua sonando la música. ¿Seria capas de detenerla? No lo creo. Tal vez solo la miraría un poco mas, hasta que la música se detuviera, y ella también. Entonces, mientras todo estuviera... Suspendido, yo me podría mover hacia ella, entraría en la pista de baile, ahuyentaría a su acompañante, entonces de forma locuaz la invitaría a bailar. El buen Frank Sinatra comenzaría a cantar "Blue Moon", y ambos empezaríamos a movernos, al compás de la música, al compás de su corazón. La verdad es que no se bailar, pero su magia me enseñaría exactamente lo que debo hacer. No seriamos los únicos en el salón, pero nadie mas importaría, solo nosotros. Nada es eterno, solo Dios lo es, aunque no tengo una buena relación con el, sin embargo, ese momento podría ser eterno, no en el tiempo, pero si en nuestros espíritus, los cuales sentirían, aun después de la muerte, el calor del momento, la sensación de éxtasis, y felicidad, eso sentirán, por toda la eternidad. Pero no me puedo imaginar un mundo así, no puedo imaginar un mundo en el que yo sea plenamente feliz, un mundo en el que ella siga viva.

En verdad me detesto, acabo de imaginar un "Que tal si...", aunque eso le ha dado a ella unos segundos más para bailar, y eso me hace feliz. Debo matarla ahora, mientras aun suena la música, y debe ser rápido e indoloro, quizás así, tal vez solo así... Ella podría pasar a la eternidad bailando, sin saber realmente que ha muerto. Todos deben morir alguna vez ¿no?, solo que ha ella le ha tocado antes que ha otros, y sera en esta noche de Blues. Un accidente, solo parecerá un accidente, despedirán al conserje por haberse quedado dormido y no haber apretado bien los tornillos del candelabro, justo en la noche que lo estrenaban. Pero claro, nadie sabrá realmente lo que paso, solo yo, y tendré que cargar con eso el resto de mi existencia. 

Oh, ya esta por terminar la música, debo hacerlo ahora. 

Tomo mi herramienta, calculo el tiempo que le tomara situarse bajo el candelabro, entonces, aflojo los últimos dos tornillos que faltan, y ahora ya todo es trabajo de la gravedad. Solo hay algunos gritos en la sala, pero ella no se percato, y si lo hizo, solo pensara que era una ovación.

El candelabro ha venido a dar directamente contra su cráneo, tal como quería. No puedo evitar observar bajo las luces rotas del artefacto su cuerpo inmóvil, el cual está rodeado ahora por un círculo de sangre, y sus sesos están repartidos casi por todo el salón. Ella bailaba realmente bien, pero ya esta muerta.Debo salir de aquí, no porque exista el riesgo de que me encuentren, sino porque esta es la primera vez en tanto tiempo que siento nauseas, ni siquiera en mi primer trabajo, aquel presidente, ¿como se llamaba? Kendrick, kenand, Kenedy? No lo recuerdo, pero para muchos fue muy grave. En fin, me quito del lado del conserje dormido y camino hacia una de las ventanas del tragaluz en el techo del salón, y aunque algunos observan aterrados hacia arriba, ninguno presta atención en realidad. 

Bajo por las escaleras de emergencia en la parte trasera del edificio y en el oscuro callejón esta aparcado un pequeño auto esperándome.

—Tardaste demasiado. —me dice el conductor cuando me monto del lado del pasajero.

—No duraba mucho tiempo bajo el candelabro, tuve que esperar a que estuviera a punto de terminar la canción, pues, ella acostumbraba siempre a detenerse justo en el medio del salón al finalizar cada canción. 

—Pero pasaron tres canciones John, tuviste mas de una oportunidad —replica él. 

 No respondo. 

—Bueno, de todas maneras ha sido ingenioso, no ha sido tu mejor trabajo, pero fue ingenioso —luego de decir esto enciende el auto y avanzamos por la oscura calle —¿Como sabias que el conserje se dormiría justo en la noche que le tocaba montar el candelabro? 

—Choque un auto en su casa, no pudo dormir toda la noche resolviendo eso con el conductor. 

—¿Tu no conducías? 

—No, fue un taxista que no supo cuando parar de beber en una noche de trabajo. 

—¿Pero como sabias que chocaría justo en esa casa?

—A las 8:45 pm, al salir de la licorería para ir a casa (persuadido por sus amigos) yo aparecí y le pedí que me llevara a cierta parte de la ciudad, lo cual solo le tomaría unos 15 minutos, y como es muy terco desde pequeño no se pudo negar. 

—¿Entonces hiciste que chocara? 

—No, me llevó justo a donde quería llegar. Solo que de regreso se topo con un vagabundo que tiene la costumbre de dormir al lado izquierdo de la calle, justo a las 9:00 pm. Entonces, como el taxista desde pequeño siempre confundía su derecha con la izquierda, en vez de girar a la derecha para esquivar al vagabundo, termino atropellándolo y chocando contra la casa de cierto conserje que trabajaba en el salón en donde acabamos de estar. 

— Terriblemente ingenioso, podrías ser tal vez el mejor trabajador que ah tenido el jefe.

No le respondo a eso ¿Debería sentirme alagado, de ser uno de los mejores asesinos que el jefe a tenido? No lo se, y ya no importa, ya hice mi trabajo. Al jefe le preocupa mucho las personas y mi trabajo es encargarme de las personas que le preocupan. Le preocupan por quienes son, le preocupan por lo que saben, le preocupan por lo que pueden llegar a ser. Y la única forma de que le deje de preocupar es que algo inevitable les suceda, y que algo más inevitable que la muerte. 

Yo soy la muerte, o al menos descendiente de ella, pero no me refiero a la personificación de la muerte de la que todos hablan, esa con una hoz y una manta negra (A quien por cierto no le caigo muy bien). Formo parte de una muerte mas organizada, no sabría como explicarlo, a veces ni yo mismo lo entiendo, solo se que mis antepasados siempre han hecho esto, somos los expertos en hacer esto, ¿Y quien es quien nos ordena hacer estas cosas? Bueno eso no lo puedo decir, ni siquiera pensarlo. De todas maneras eso de nada importa. 

Esta chica, Mia Cipriano, seguiría viva de haber olvidado eso que nunca debió saber. Tal vez así, no habría invitado a ese reportero a su club favorito de la ciudad. Tal vez así yo no tendría que haberla matado antes de que él llegara. Pero si tan solo no hubiera escuchado aquella conversación entre aquel misterioso hombre y el presidente Americano, en aquel evento gubernamental al cual asistió. Si tan solo él presidente hubiera cerrado bien la puerta, o si tan solo no fuese adicta a los cigarrillos y no hubiese salido a fumar al balcón, pues de camino hacia allí, paso justo en frente por esa puerta, justo cuando en una curiosa conversación, se hablaba sobre cierto proyecto, el cual incluía el genocidio de gran parte de la población mundial. O si tan solo fuese olvidado su caja de cigarrillos, o tal vez si aquel mesero fuese olvidado su encendedor el cual le presto; es triste, pero lo más acertado seria decir que fue un accidente, tal cual como le paso hoy. Es triste, muy triste. Pero es mi trabajo. 

Aun resuena en mis oídos las suaves notas del Blues, pero ya no es lo mismo sin ella, nunca volverá a ser lo mismo sin ella.  

Mi vida se resume en una palabra: Muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora