Allí estaba, en ese lugar. Veía personas a mí alrededor cada vez que volteaba, no me gustaba esa sensación. Mi cuerpo temblaba, estaba nerviosa, además sentía que ese vestido me estaba matando lenta y dolorosamente, no me dejaba respirar y era muy apretado.
"Tranquila Flaky, todo estará bien" —Me dije a mi misma, así que respire profundo y empecé a caminar. Entré a un enorme castillo, observe que algunos estaban, se servían del gran buffet que se ofrecía esa tarde, otros bailaban al melodioso son de la sinfónica, algunos más conversaban entre sí y yo no sabía qué hacer. Quizá podría comer un poco... uhm, no ¿Qué tal si manchaba el vestido? ¿Bailar? Tampoco, me daba un poco de pena que me vieran hacerlo. ¿Ponerme a conversar? Menos, no conocía a nadie. ¿Qué podía hacer? Definitivamente no podía quedarme parada en la entrada todo el día.
Me senté por un rato, un muy, enserio, muy largo rato. Antes de darme cuenta ya era medio día y tenía hambre. Ningún chico se había acercado a tomar mi mano o al menos a platicar conmigo, eso me deprimía sobremanera. Dos personas se pusieron frente a mí de un momento a otro, eran Giggles y Petunia. Sonreí, por fin había encontrado a personas conocidas. A veces nuestros padres se veían para tratar algunos asuntos importantes y, desde luego, nos dejaban jugar juntas; desde entonces habíamos estado escribiéndonos cartas -ya que vivíamos muy lejos- y había pasado mucho tiempo desde que nos volviéramos a ver, pero eran mis únicas amigas así que les tenía muy aprecio.
—Qué alegría verlas —les sonreí y las saludé con un beso en la mejilla a cada una, ellas hicieron lo mismo.
—Lo sé —me dijo Petunia con una sonrisa linda en el rostro—. Hemos crecido y aquí estamos, en busca de alguien, como es la tradición.
—Espero encontrar a alguien que valga la pena —agregó Giggles con un gran suspiro.
—Yo solo quiero a alguien que se enamore de mí —Mascullé con las mejillas rojas y una tímida sonrisita. Esa era la verdad y de verdad esperaba hacerlo.
—Pero si estás aquí sentada no encontraras a nadie —se dirigió Petunia a mí, con la delicadeza que solo una buena amiga podía tener—. Así que párate y búscate a alguien.
Aquellas palabras, a pesar de ser un regaño, amistoso sí pero regaño al fin y al cabo, me llenaron de ánimos renovados.
—Gracias Petunia —sonreí—. Las veré luego.
Respiré hondo y me despedí de ellas, entonces comencé a caminar entre la gente. Con mis ojos observaba a todos los chicos, algunos se veían agradables, pero otros, se notaba a leguas, eran irremediablemente arrogantes, presumidos, petulantes. Inconscientemente empecé a encontrarles defectos: demasiado coquetos, muy altos, muy bajos, muy gordos, muy flacos, que si su cabello era demasiado largo, demasiado corto, su risa era extraña, tenía un lunar nada atractivo... en fin, ninguno me llamaba la atención lo suficiente.
Me cansé de estar merodeando por el salón y me dirigí al jardín a descansar un poco. Me senté en el primer banco que me encontré, este era de fino mármol blanco. No había comido nada, me sentía cansada y algo desanimada, creo que después de todo no conseguiría a nadie. Me pregunté cómo les habría ido a Petunia y a Giggles, de seguro ya habían de estar comprometidas.
Era muy tarde y el sol se estaba ocultando en el horizonte, por lo que decidí que era mejor marcharme. Ya quería quitarme ese vestido, así que me levanté y entré al castillo. Pero antes de lograr mi cometido, me vi parando en seco, había mucho alboroto y vi a un chico de cabello verde, todas las personas a su alrededor se hacían a un lado cuando pasaba.
Él venía caminando hacia mí, o eso fue lo que pensé pero, aun así no sé cómo es que saqué el valor para mirarlo. Sus ojos eran de un exótico tono amarillento, más su expresión era de pocos amigos; me quede estática y él solo paso a mi lado, ignorándome. Sentí mucho miedo e hice varias respiraciones para intentar calmarme, aunque me invadió una gran curiosidad ¿Quién era él?.
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Vida de Princesas
FanficCuatro hermosas princesas con el mismo objetivo, casarse y mantener su reino próspero, se encaminan en un viaje hacía su destino. Sin embargo, ¿Quién iba decir que sería difícil conseguir un príncipe? ...