Abrió el grifo del agua caliente y metió la cabeza bajo él sin más, soltando una maldición cuando el agua helada le empapó el cabello, resbalando por su rostro y cuello. Estúpido termo, había vuelto a estropearse. Sacudió la cabeza como un perro y terminó el trabajo con una toalla. Al menos con eso había conseguido despertarse.
La siguiente parada era la cocina, realizó el trayecto esquivando basura varia que había tirada por el suelo. Debería recoger todo eso antes de que su hermano volviese. Tal vez luego. La nevera tenía su atenció antes, pero volvió a maldecir al verla casi vacía, y no había leche.
Genial.
Emil frunció el ceño y decidió que no era tan importante, no iba a morirse por no desayunar. Suspiró y se dejó caer en una silla, sin hacer otra cosa que mirar el reloj en la pared. Su hermano no estaba en casa. Como si eso le sorprendiera... simplemente no solía estar. Emil ya se había acostumbrado a eso. Bueno, desde que sus padres murieron, Lukas le había cuidado y las cosas iban “bien” (o eso preferiría decir) a pesar de todo, pero... empezó a cambiar en algún momento. Y con él, todo lo demás. Emil prefería incluso que su hermano le agobiara y molestara a que desapareciera toda la noche, sin saber a dónde iba, ni con quién, ni qué hacía. O, qué demonios... claro que sabía lo que hacía. O eso creía. Prefería pensar que no era cierto, que solo estaba exagerándolo todo.En realidad, incluso era una sorpresa que tuviesen un hogar. Y no estaba tan mal, la verdad, teniendo en cuenta que pagaban los costes a duras penas y con el tiempo justo. En esa zona de la ciudad podría asegurar que mucha gente estaba así. También sabía que había varios hogares con okupas, pero eso no era su problema. Si estaban en un barrio completamente problemático, donde abundaba la miseria y la delincuencia, no era culpa suya. Solo tenía que alejarse de todo eso.
El albino sacudió la cabeza, y volvió a la realidad cuando escuchó la puerta principal abrirse. Se levantó rápidamente y cogió su cartera de la escuela, dispuesto a marcharse sin necesidad de cruzar ninguna palabra con Lukas, que entró en ese momento.
—Emil... —Empezó a decir este con la voz ligeramente ronca, cosa que Emil no pasó por alto. El albino bufó y pasó por su lado rápidamente, pero el mayor fue más rápido, y le agarró del brazo. —Mírame cuando te hablo. Emil.
El menor se rindió y clavó la mirada en los ojos de su hermano. Se fijó en las ojeras disimuladas de éste, y la mirada cansada, Lukas no podía ocultarle eso, le conocía demasiado bien.
—Voy a clase. —Dijo secamente.
—Aún te quedan diez minutos para salir.
—Prefiero llegar con tiempo.
Lukas alzó una ceja y Emil volvió a fruncir el ceño. Antes de poder hacer nada, el mayor tiró de él hacia si mismo, y le rodeó con los brazos, estrechando al menor contra su pecho.
—No seas así conmigo. Emi... —Lukas suspiró pesadamente, y el menor permaneció inmóvil, dejándose abrazar, sin corresponder, mientras notaba el cálido aliento del mayor sobre su cabello. —Sabes que tengo que trabajar. Y no viene mal tomar también el turno de noche algún día... dinero es dinero.
Emil suspiró de nuevo. Era un paranoico. Lukas trabajaba por él, para que pudiera comer y tener un techo bajo el que vivir, y así se lo agradecía. Se sintió mal. Pero, cuando agachó la cabeza para apoyarla en el hombro del mayor, se detuvo.
—¿Hueles a maría?
—¿Qué?
—Claro que sí. —Emil frunció el ceño y se revolvió para librarse del agarre de Lukas, que acabó soltándole, dejando que el albino se apartara bruscamente de él. —Siempre que vienes de tu "turno de noche"...
ESTÁS LEYENDO
Incendium
FanfictionEl fuego puede otorgar calor en el frío, y luz cuando estés sumido en la oscuridad. Entre todos sus problemas, Emil empezó a vivir de verdad cuando conoció a ese arrogante y molesto chico que resultó ser la chispa que esperaba... o el desencadenante...