Único

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El ambiente de septiembre estaba tornándose frío por el próximo otoño, ya los preparativos para Halloween salían a la venta en las tiendas a pesar de que algunos lo considerasen algo apresurado.

Se ajustó el abrigo de cuero mientras caminaba observando a todas las personas que habían ese domingo. Familias que salían a pasar un día juntos, niños jugando y corriendo o parejas disfrutando de una rica bebida caliente. Por unos momentos sintió envidia.

Veintinueve años estaba cumpliendo aquél 11 de septiembre, tiempo atrás los estaría pasando con su familia, más sin embargo ahora se encontraba sólo. Totalmente sólo.

Peter y Cora fueron los últimos Hale en morir por una enfermedad a la que él no pudo encontrarle la cura y a pesar de que ellos le habían dicho que no tenía que ahogarse en la culpa de no haberlos podido salvar, él todavía lo hacía. Todos los malditos días de su vida.

Debería sentirse animado por un año más de vida, pero no había nada de bueno en estar sólo, absolutamente nada.

Caminó hasta que llegó a la casa de Scott, miró hacia esta y vio las luces encendidas, entonces decidió dirigirse hacia ella. Tocó y fue atendido por la madre del latino, Melissa.

—Hola Derek, ¿cómo te encuentras? —preguntó la mujer amablemente, sonriendo un poco y dándole paso dentro de la casa.

—Muy bien Señora McCall, ¿y usted? —le correspondió la sonrisa, sentándose en la sala cuando la mayor le indicó.

—Muy bien, igualmente. ¿Buscas a Scott? —se debatió en su mente a qué había ido a la casa del latino, sólo pasaba por allí y se quedó para ver si hacían algo para celebrar su cumpleaños. Siendo así, asintió.

—Si señora —le vio hacer una mueca, entonces entendía que venía una negativa.

—Lamento decirte cariño, pero Scott salió con Allison desde la tarde y sinceramente no creo que vuelvan hoy. —explicó ella, lastimera pero notandola un poco incómoda hasta que determinó la ropa que tenía. Tenía un vestido blanco bastante elegante con flores rosadas y azules, entendió que ella estaría pendiente a salir. Sin embargo agradeció su hospitalidad al dejarle pasar incluso.

—En ese caso, me retiro. Disculpe la molestia, Señora McCall. —respondió, levantándose de su silla haciendo tronar su cadera y espalda tenía casi treinta años pero estaba ya bastante oxidado. La mujer lo siguió hasta la puerta, negando con la cabeza.

—No te preocupes, discúlpame tu a mi. Cuídate Derek, cariño.

—«Claro, ¿por qué no me di cuenta antes» —pensó volviendo a su caminata, con el gesto torcido y pensó en ir donde Lydia, al menos con ella hablarían de cosas interesantes y temas inteligentes. Aceleró suave sus pasos hasta que la gran casa de las Martin apareció en su campo de visión y se presentó a la puerta, tocando con delicadeza.

—Hey Derek, ¿qué tal? —la pelirroja abrió sonriente la puerta, más sin embargo no le dejó pasar y salió ella al porche.

—Estoy bien, ¿y tu? —la joven sacudió su cabello, arreglándolo mientras sonreía.

—Muy bien, ¿y qué haces por aquí? —ahí estaba otra vez el debate si decirle realmente sus intenciones, pero no quería que lo considerasen alguien desocupado. Aunque así fuese. Pero el quería compañía.

—Vine para ver si querías salir a pasar el rato... —iba a continuar pero vio a la madre de Lydia cruzar la puerta para salir, con dos bolsos en su brazo. Seguramente el de ella y de su hija, iban de salida también—. Oh, veo que ya estás ocupada.

Ambas sonrieron comprensibles y asintieron, le dieron una disculpa para al final despedirse de beso en la mejilla cuando el taxi arrimó por ellas.

Happy Birthday OS |Sterek|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora