Se cuenta una anécdota conmovedora de la Madre Teresa, sobre una mujer moribunda que recogió en una de las calles de Calcuta. Sus hijos la habían abandonado para que muriera. La Madre Teresa la estuvo cuidando toda la noche, convenciéndola que debía perdonar. La mujer no deseaba hacerlo porque estaba llena de resentimientos. En la madrugada, la mujer dijo:
—Perdono a mis hijos.
Y murió en Paz.
Cuando perdonamos y somos perdonados, recibimos el abrazo tierno y misericordioso de Dios.
"Parece que perdonamos, pero nos queda mucho rescoldo. No hay mejor camino para el perdón que un buen rato frente al crucifijo. Comienzas a pedir un corazón grande como el de Cristo, contemplas sus llagas y sus clavos y su dolor... ¡Qué grande fue su amor!
Cuando terminas esos momentos de contemplación, tu alma estará en un nuevo camino y aunque llegues a encontrar a la persona que te ofendió, ya no sentirás dolor, ni rencor. Quedará tal vez una leve cicatriz, que quizá nunca se borre, pero ya no habrá dolor".
(Padre Alberto Ramírez)El hombre es templo del Espíritu Santo, Y debe actuar con misericordia, perdonando siempre. Así nuestro Padre del cielo será misericordioso con nosotros y nos dará cuanto le pidamos.
Recuerda las palabras de Jesús:
"Si ustedes permanecen en mí, y mi palabra en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá".
Yo creo que el Evangelio se cumple.Una vez le preguntaron a San Francisco de Asís cuál era la perfecta alegría, y luego de describir situaciones desagradables en las que eran insultados, golpeados, echados fuera de los monasterios, dejados con hambre, tomados por ladrones, etc., le dice a su compañero:
"La perfecta alegría es aceptar todo esto de buen agrado, para gloria de Dios".
La senda del perdón fue trazada por Jesús.
Muchos, por amor, han seguido este camino con fidelidad a sus enseñanzas... Esteban, fue uno de ellos. Está escrito que "mientras era apedreado, oraba así: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Después se arrodillo y dijo con voz fuerte: "Señor, no les tomes en cuenta este pecado" Y dicho esto se durmió en el Señor". (Hechos 7, 59-60)
Juan Pablo II en diciembre de 1983 se presentó en la cárcel para perdonar al hombre que dos años atrás había tratado de matarlo en la plaza de San Pedro. Nos ha dio una lección sobre la caridad y el perdón renovando en cada viaje apostólico su llamado a la santidad personal, en las diferentes etapas de nuestras vidas. Ha pedido perdón en nombre de la Iglesia, por los errores del pasado, por las omisiones y pecados cometidos.
El 8 de junio del 2003, ante una multitud de más de 100,000 personas, en Croacia nos volvió a recordar: "¿Cuál es la vocación del cristiano? La respuesta es exigente pero clara: la vocación del cristiano es a la santidad. Es una vocación que funda sus raíces en el bautismo y es renovada por los otros sacramentos, principalmente de la Eucaristía".
La santidad es amor. Y el que ama no tiene cabida en su corazón para el odio y el resentimiento.
Hoy llegaron tres seminaristas a mi trabajo. Aproveché para preguntarles: "¿Qué debo hacer para perdonar?". Uno respondió: "Amar" y otro completó la frase: "Amar con un amor sobrenatural".
Nuestro amor es imperfecto, pero con el amor de Dios, todo lo podremos.
"Ustedes han oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo". Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos y envía la lluvia sobre justos y pecadores". (Mt 54, 3-45)
Hace algunos años mientras un sacerdote caminaba por una calle muy transitada vio venir frente a él al hombre que lo había torturado en su cautiverio. El torturador palidecía a medida que el sacerdote aceleraba el paso. Cuando estuvieron frente a frente, el sacerdote lo abrazó y le dijo al oído: "Te perdono".
Leí días atrás, en los periódicos, una noticia que me impactó y me llenó de dolor. En Colombia tenían secuestradas un grupo de personas. El ejército fue a rescatarlos y al verse rodeados, los secuestradores decidieron matar a sus prisioneros.
Cuenta un sobreviviente que el primero sollozó: "Dios santo, nos van a matar", el segundo exclamó: "Los malditos nos quieren asesinar" y un tercero, haciendo acopio de toda su voluntad alcanzó apenas a decir esta breve súplica: "Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Este último me conmovió hasta lo más profundo de mi ser. En sus palabras se habían borrado el rencor y el desamor. Sólo tuvo tiempo para un acto de confianza, encomendando al buen Dios la salvación de su alma.
Me hizo recordar el salmo 67: "¡Que Dios tenga piedad y nos bendiga, nos ponga bajo la luz de su rostro!"
II
Casi a diario escucho personas que dicen: "perdono, pero no olvido" o esto que es peor: "Jamás podré perdonar". Estos rencores producen un vacío tan profundo en el alma que nos hacen ser desdichados.
Recuerdo al sacerdote que en su homilía contaba el caso de una persona que se acercó para hacerle esta confesión:
"Tengo una hermosa familia, me sobra el dinero, mi trabajo es estupendo, pero siento un vacío muy grande por dentro".
Perdonar y ser perdonados, es lo que nos da paz interior y nos dispone a recibir la gracia santificante.
Te invito querido lector a que sueltes tus ataduras, y navegues en el mar de Dios.
Déjate llevar por su Amor, deja que te inunde con su Gloria.
Perdona y serás perdonado.
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70 VECES 7, El CAMINO del PERDÓN: Cómo PERDONAR cuando nos han hecho daño
Spiritual¿CÓMO PERDONAR? ¿Te ha pasado que le dices a Dios: "Señor, quiero perdonar y no puedo"? Nos ocurre con mucha frecuencia No es fácil perdonar. Sin embargo con la lectura de este libro descubrimos que existen motivos para "perdonar". QUÉ BUENO ES PERD...