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—Qué linda noche.

Susurró aquella tarde, cuando a penas oscurecía. Y vaya que era cierto, sería una noche perfecta.

Más por su compañía.

Hablamos de tantas cosas, tantas anécdotas, tanto suyas como mías, me sentí tan tranquilo que llegué a pensar que me declararía.

Claro que no lo hice, no estoy loco, pero me sentí tentado.

Con eso, sólo pude corroborar lo que ya sabía; me gustaba, y jamás sería correspondido.

Una vida; Craig TuckerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora