Cap. 14 Guerra De Hormonas

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Lia: tal vez un masaje te serviría. Con todo lo que ha pasado entiendo porque podrías estar tenso

Milo: eso sería maravilloso.

El Escorpión sonrió nuevamente lo que provocó que Lia se riera de nerviosismo.
La peli rosa se levantó y fue al baño a buscar unos cuantos aceites aromáticos que usaba de vez en cuando para relajarse y dormir. Hizo que Milo se sentará, al regresar, ella colocó un poco en la Palma de sus manos, lo froto y lo unto en el cuello de Milo.

El apretaba los puños fuertemente tratando de controlar su libido pero le resultaba casi imposible, el cuello siempre fue su debilidad y las manos de Lia parecían mágicas, mientras tanto, Sophy y Camus tomaron asiento en uno de los sofás uno al lado de otro.

Sophia extendió la cobija y le dio a Camus un extremo para que ambos se cubrieran, Sophia se encogió para que la cobija le cubriera todo el cuerpo, Camus hacia el mismo esfuerzo que hacia Milo para seguir con una actitud caballerosa aunque no podía evitar estar nervioso ante la presencia de Sophia.

No se común que él estuviera así con alguien así que le resultaba un tanto extraño, ambos miraban hacia la pantalla que Lia tenía en su habitación y Sophy pensó que tal vez sería buena idea prenderla y ver que había.
Al menos se olvidaría lo un momento de todo lo que paso.
Tomo el control y prendió la pantalla, la imagen mostró un mástil gigante empapado y a varios hombres tratando de sacarlo
Después, Hugh Jackman salió cantando

Sophy: ¡Genial! Los miserables

Camus: ¿Te gusta?

Sophy: es una de mis obras favoritas amo el libro y el musical es muy bueno, Mucha gente no lo entiende.

Camus: Yo lo entiendo, honestamente sólo eh leído el libro. No sabía que lo volvió un musical

Sophy: pues entonces soy afortunada
Veamos la película y yo te explicó cualquier cosa

Camus: Esta bien

Y ambos guardaron silencio
Sophy tarareaba las canciones y unas cuantas se atrevía a cantarlas
Ella se emocionaba en cada encuentro de Javet y Jean Valjean,
Camus aparentaba ponerle atención la película pero sólo podía verla a ella y a su traslucida camiseta. Al cabo de un rato, ella se sintió con confianza para reclinarse en el hombro de Camus y el sólo rogona a su diosa por no cometer ninguna estupidez.

Durante la noche Shion logro hacer que Skdy durmiera, el logro acomodarse quedando cómodamente en el sillón dejando a Skdy reposando su cuerpo, en realidad a él, no le molestaba la idea que una mujer lo tomara como almohada, mucho menos sí, su olor a Frutas le invadía su olfato.

Una hora después ella despertó dando un brinco, Shion despertó al ver que se sentó de golpe de miedo.

-Tranquila Skdy, no pasa nada solo fue una pesadilla. -El, la tomo de los brazos sintiendo su piel fría temblaba de miedo. Froto sus manos tibias al momento que ella intentaba distinguir su rostro entre la penumbra pero en la mesa había una vela.

-Disculpa yo... no... -Tranquila Skdy aquí no pasara nada prometo cuidarte durante la noche y hacer algo para que olvides ese miedo. -Skdy al sentir el calor de sus manos ella deseó abrazarlo para mitigar el frío que tenía. -Gracias Shion pero no es necesario que te desveles por culpa mía. -Para mí es un placer estar junto a ti, tu compañía me es agradable.

-Gracias, Shion igual me agrada estar contigo. -Shion sonrió volvió a sentir ese ligero temblor. -Skdy ¿Por qué tiemblas? ¿Es de miedo? -No, no lo niego aún tengo esa sensación pero tengo un poco de frío. -Ven acércate, creo que no me dejaras ir a buscar una frazada pero si nos apegamos un poco se te quitara el frío.

Invocación De Almas DoradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora