Capítulo 3

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Axel entró en el apartamente y cerró de un portazo. Se frotó la cara y se tiró en su cama doble. Tras quitarse los zapatos de mala manera empezó a dar vueltas en la cama. Se revolvía por una simple razón: arrepentimiento. 

De camino a casa ambos habían hecho como si sus manos no se hubieran entrelazado realmente. Habían estado hablando sobre cosas superficiales. Pero a Axel le había quedado algo completamente claro: Drake no tenía casa, pero no era un vagabundo. Supuso que él se había visto obligado de vez en cuando a ofrecer su cuerpo a cambio de alojamiento. Y no siempre eran chicas.

Axel había querido invitarle a subir, pero Drake se había marchado antes de que pudiera. Algo realmente triste, ni siquiera sabría si podría volver a verle otra vez. Y ese pensamiento le apenaba. Se desabrochó el cinturón y lo dejó caer a un lado de la cama. Su camiseta voló, al igual que sus pantalones. Se prometió a sí mismo que recogería todo ese desorden por la mañana. Eran la una menos veinte de un sábado. Deambuló en bóxer negros por la habitación hasta encontrar sus cascos. Conectó su móvil y puso la música a tope. Al poco rato, se quedó dormido.

Cuando despetó se percató que aún tenía los cascos puestos, pero la música había cesado porque el móvil se había quedado completamente sin batería. Soltó un bufido y lo puso a cargar. Recogió, muy a su pesar, su habitación sin música, aunque tampoco es que estuviera muy revuelta. Solo lo típico: apuntes por aquí, algo de ropa por allá, y algún que otro envoltorio de comida. Tras todo esto, Axel decidió darse una ducha. 

Se metió bajo el chorro caliente, y pronto el agua empezó a empapar su cabello rubio, para pasar a los marcados pectorales y bajar hasta más allá de los abdominales. Esa ducha le relajó sus músculos. Era domingo, asi que podía perfectamente relajarse e ir a sus anchas. Probablemente saldría con su novia Melissa por ahí. No la había visto en todo el fin de semana.

Ella era una morenaza, de ojos increíblemente azules, y con el pelo negro como el carbón. Cuando la llamó ella le riñó un poco por haberla descuidado, a lo que él respondió que había estado ocupado.

-Bueno, no pasa nada.-había dicho ella.-Estoy cerca de tu apartamento. En un cuarto de hora estoy allí.-acto seguido había cortado.

A veces a Axel le parecía un poco controladora, y últimamente más. Llevaban saliendo juntos alrededor de cuatro meses, el ojiverde no recordaba muy bien la fecha exacta, y tampoco es que le importara mucho. Ni siquiera recordaba cómo había sido el día que comenzaron a salir o quién se lo pidió a quién. No, Melissa jamás le había importado mucho. Solo se acordaba de que Melissa era una acosadora con él. Nunca había sido demasiado popular entre las chicas, pero sí lo suficiente para que a un grupito le pareciera atractivo. Había accedido a salir con ella ya que al menos así le hubiera dejado en paz, pero no había sido así en absoluto. No quería dejarla ya que era un daño inútil a una persona. Y a Axel no le gustaba hacer daño.

El timbre sonó antes de lo esperado y Axel abrió sin camiseta a una Melissa hiperactiva que empezó a sobarle antes incluso de entrar por la puerta. Hablaba de cosas que a Axel le parecían superflúas.

-Oye, también tengo una noticia importante.-el semblante de ella se tornó serio, cosa que a él no le gustó nada, nunca se había puesto seria.

-Adelante.-le dijo el ojiverde.

-Estoy embarazada.

Los gays no van al cielo (gay/yaoi) - ParadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora