Epílogo.

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—¿Nunca pensaste en mudarte?— Preguntó Dinah mientras veíamos a Tobías y Michelle nadando en la piscina que estaba en el patio trasero de casa.

—No, tengo muy buenos recuerdos con ella aquí.

—Además de que Tobías es como una copia exacta de Lauren en versión masculina.— Añadió y yo reí.

—Sé que Lauren nunca se arrepentirá de haberme donado sus Óvulos.— Comenté y solté un suspiro.—Gracias a ella Tobías y Michelle están aquí. Nunca podré agradecérselo.

—Lauren sabe lo agradecida que estás con ella, siempre lo supo Mila.— Dijo y me abrazó de lado, dejando en beso en la coronilla de mi cabeza.

—Wow Dinah, me sorprendes cuando hablas de una forma tan madura.

—¡Cállate! Como Ally está en Boston tiene que haber alguien que la reemplace.— Se excusó.

—Igual, Ally hace mejor su trabajo.— Respondí y ella me dio un golpe en el hombro.

—¡Mamá!, ¡Tobías me está mojando con su pistola de agua!— Michelle vino corriendo hacia nosotras y yo la miré con el ceño fruncido.

—¡Pero igual ya estás mojada, idiota!

—¡Tobías!

—Lo siento, mamá.— Tobías se disculpó.—Pero lo que digo es verdad, ¡Ella ya está mojada!, ¿Por qué se quejaría de que la mojara más?

—Porque no quiero que me molestes con eso.— Respondió ella, señalando su juguete.

—Parecen niñitos de cinco años.— Intervino Dinah.—Y tienen doce.

—Déjalos ser.— La miré.

—Par de aniñados..— Murmuró y Tobías junto con Michelle la fulminaron con la mirada.

—¿Qué te crees? ¿La Virgen María? Porque no creo que tú no hayas sido peor que nosotros a esta edad.— Dijo Michelle cruzándose de brazos y no pude evitar reír.

. . .

Maaa..

—¿Qué pasa Tobías?— Cuestioné levantando la mirada de mi computador, mientras él me miraba apoyado en el marco de la puerta.

—Encontré unos videos en tu habitación..— Comenzó a decir con temor.—Son videos tuyos y de mamá Lauren.

No había tocado aquellos videos desde hace como trece años, ¿Cómo es que los encontró? Ni yo recordaba dónde los había guardado.

—¿Podemos verlos?— La voz de Tobías me sacó de mis pensamientos, yo le sonreí y asentí, no muy segura de mi decisión.—¡Genial! Iré a avisarle a Mich, te esperaremos en la habitación, mamá.

—Está bien cariño, ya voy.

Solté todo el aire que tenía retenido apenas Tobías salió de la habitación, esto sería algo difícil.

Me levanté de la silla y apagué el computador, fui directo a mi habitación, donde seguro ya se encontraban Michelle y Tobías esperándome.

Y fue así, ambos estaban echados en la cama junto con Dash, nuestro gran siberiano de trece años de edad, el cual todos amábamos. Ellos estaban con el video ya puesto y en pausa, esperando a que me echara a su lado.

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