Miénteme, Percy.

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Nico había trepando hasta el puesto del mirador del Argo ll, el aire frío azotaba su cuerpo, agitando su cabello fuertemente y rompiendo a través de su chaqueta de aviador, calándose hasta los huesos aunque él no parecía notarlo. Tenía las piernas balanceándose al vacío. Después de toda la odisea que habían pasado ya no sabía que hacer de su vida: no quería volver al inframundo con su padre ni tampoco se quería quedar en el campamento.

Se imaginó así mismo tirado en el suelo con vista perdida, sin vida, sin nadie para llorarlo. Podía ver su alma yendo al Hades.

—Dioses, Di Angelo, ¿en qué estás pensando? —se dijo a sí mismo.

Pensamientos oscuros llenaban su cabeza:

Bianca está muerta.

También mamá.

Mi padre me odia.

Nadie me necesita.

No encontraba el lado positivo de nada. Dioses, ¡era hijo de Hades, dios del inframundo! ¡Era solitario por naturaleza! ¡La muerte lo seguía constantemente y a todos los que lo rodeaban!

Respiró profundamente y se sentó allí con la cara entre las manos, sollozos azotaban su pecho.

Nico pasó un largo tiempo así hasta calmarse. Ya no tenía nada por lo cual luchar, Percy ya no valía la pena. Tomó coraje y se puso de pie. Todo su cuerpo temblaba aunque él no sabía si era por el frío o por lo que estaba a punto de hacer. Pasó una pierna sobre el borde del mirador y luego la otra. Increíblemente parecía más lejos del piso a pesar de estar a la misma altura que hacía tan solo un momento.

Entonces una voz llamó a su espalda. La voz menos indicada en aquel momento. Maldijo a todo lo existente para sí mismo.

—¿Nico? ¿Qué haces?

El chico se dio vuelta y vio a Percy trepando hasta el mirador, aferrándose con las manos a la madera y una máscara de confusión y preocupación en la cara.

—Yo... eh... nada —respondió Nico sin saber qué decir.

—¿Por qué te querías tirar? —Percy captaba las cosas con rapidez cuando quería. Ahora su semblante era indescriptible, una mezcla entre preocupación, ira y confusión.

—Por favor, Percy, no te metas en esta clase de asuntos —Nico le suplicó con voz firme.

Percy se detuvo al lado Nico e intentó tomarlo de la mano pero éste último se apartó con fuerza, haciendo que se balancee en el estrecho espacio. El hijo de Poseidón reaccionó justo a tiempo y lo tomo brazo, impidiendo que se cayese.

—No me interesa, Nico —le respondió Percy con voz dura—. Eres mi amigo, quiero protegerte.

—¿Por qué, Percy? ¿Para qué? ¡A nadie le importo, nadie me necesita! —El menor ya estaba gritando, furioso. ¿Quién se creía? Ahora Percy tenía una vida perfecta junto Annabeth y sus amigos, ¿qué le importaba si él seguía vivo o no?— ¡No necesito esta vida!

—No seas estúpido —Percy estaba perdiendo su firmeza y entrando al borde de la desesperación—. Te necesitamos. Yo te necesito.

A Nico se le rompió el corazón. Sabía que no era en el sentido que él quería que le dijera, sólo eran amigos. Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos pero las detuvo.

—No es lo mismo. Tú tienes a Annabeth, ella te puede contener, no me necesitas en realidad.

—De acuerdo, no pensemos en mí —Percy negó con la cabeza como aclarando sus ideas.

>>Piensa en Hazel, ella es tu hermana. Te quiere, no podría estar mucho tiempo sin ti. Por favor, ven y arreglamos esto. —El chico de ojos verdes, que hacía ya unos momento hacia quitado su agarre del brazo de Nico, extendió una mano.

—Tiene a Frank, sobrevivirá.

Se quedaron un segundo en silencio, Nico tratando de ordenar sus pensamientos y Percy esperando que Nico tome su mano. El hijo de Hades apartó la mirada de aquellos ojos verdes de los que estaba enamorado. si seguía mirándolo un segundo más sabía que se arrepentiría.

—¿Tienes idea de lo horrible que es vivir sin Bianca, Percy? —dijo el menor con tranquilidad mientras miraba el movimiento de las nubes en el cielo—. ¿Tienes idea de lo horrible que es verla en sueños? —Percy guardó silencio sin saber a donde quería llegar el chico—. No, no la tienes. Tu dejaste que mi hermana muriera, aunque ya no te culpo. Antes quería tu cabeza en una estaca o colgada en mí pared, después me di cuenta que eso no ayudaría a traerla de nuevo.

Con cuidado, Nico se dio vuelta hasta quitar las piernas del vacío y dio un salto hasta quedar frente a Percy con el hueco por donde habían subido a su espalda. Se miraban a los ojos con menos de medio metro separándolos, Nico podía sentir el cálido aliento del ojiverde en su rostro.

—¿Entonces qué es lo que quieres? —susurró Percy.

Nico no respondió, sólo inclinó la cabeza y besó a Percy en los labios. Sólo fue un corto beso, nada especial, pero él nunca se sintió tan bien y tan vivo. Percy tenía los ojos abiertos como platos y abría y cerraba la boca como un pez, intentando procesar lo que acababa de pasar.

—Miénteme, Percy. Dime que me amas —las palabras salieron sin pensarlo.

Percy salió del trance y tomó a Nico por la cintura, pegándolo a su pecho. Entonces sus labios se encontraron en un desesperado beso. Sus bocas se movían en un baile sin coordinación, impredecible y la vez hermoso.

—Quédate, Nico. No me dejes —susurraba entre sus labios—. No puedo vivir sin ti. Yo... joder —Lo besó con más pasión aun—, Nico, por favor... —la voz se le quebró.

El menor sabía que era mentira, sabía que Percy sólo estaba diciendo y haciendo aquello para que él no se suicidara; pero aun así se permitió disfrutar de aquella cruel mentira. Se sentía tan real...

Siguieron así un rato más, Nico enredando sus manos entre el pelo de Percy, el mayor aferrándose fuertemente a Nico, casi con desesperación. Finalmente se separaron y Nico sonrió verdaderamente después de tantos años.

—Gracias, Percy.

Entonces él abrió los brazos y se tiró hacia atrás, hacia el vacío.

Podía escuchar lejanamente los gritos de Percy, pero él seguía sonriendo.

Su vida pasó ente sus ojos: su madre, Bianca, Hades, el casino Loto, el "abogado" sacándolos de ese lugar, Percy yéndolo a rescatar, Bianca convertida en cazadora, Bianca muerta, él escapando y buscando venganza y queriendo matar a Percy, enamorándose de Percy, sus luchas, el campamento mestizo, el Olimpo, el tártaro, el Argo ll, el beso de Percy. Percy. Percy, una de las pocas cosas tan importantes es su vida.

Brevemente paso por su mente que seguramente era el primer semidiós que se suicidaba.

Cayó de golpe, pero no sintió nada, sólo felicidad.

Y la oscuridad lo rodeó.

Miénteme, PercyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora