Capítulo 3: Sed

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"Hellsing no es de mi propiedad, es obra de Kouta Hirano"

Un corredor oscuro rumbo a la habitación del vampiro era hacia donde Integra era llevada a la fuerza, aunque ella poseía poderes al ser recién convertida e intentaba utilizarlos para huir del agarre de Alucard, estos no eran nada, comparado con los que tenía el nosferatu, que ya era un experto por sus más de quinientos años de los cuales había usado en su mayoría, para luchar en guerras. Así que, sin más que hacer que dejarse llevar tomada del brazo, se puso a admirar la colección de esculturas y jarrones que adornaban el enorme corredor donde transitaba rumbo a su "banquete" como lo llamaba él.

Integra no pudo negar que a pesar de que el conde siempre se guio a un estilo victoriano en cuanto a su indumentaria, poseía un exquisito gusto por el adorno de interiores, y suma elegancia en los acabados del castillo, si ella no fuese una presa en ese lugar, felicitaría a al vampiro por aquel maravilloso hogar, después de todo, quien diría que el castillo del conde Drácula sería una imponente edificación sin nada de los elementos que lo hacía "terrorífico".

Ella entendió por fin, que lo tenebroso no era el lugar, si no el monstruo que su bisabuelo se encargó de "erradicar", que pensarían sus ancestros al verla convertida en la igual de Alucard, porque esposa o novia jamás se atrevería a llamarse a sí misma a pesar de que este así lo deseara y se haya encargado de hacérselo saber a todos los sirvientes que la llamaban mi señora a su paso, cosa que incomodaba un poco a la sir, que aunque acostumbrada que la llamaran con respeto, no se hacía a la idea que fuera por el nosferatu y no por medios propios ese reconocimiento.

La rubia le dio una mirada de soslayo, Alucard, quien estaba estoico, caminando con ella del brazo mientras los gitanos le daban sendas reverencias, se sentía en una especie de pasarela, solo que en vez de un elegante vestido tenía una bata ligera manchada de sangre, ella se había negado a cambiarse y ahora se sentía abrumada, se pararon frente a una enorme puerta de caoba negra.

— Hemos llegado, condesa— dijo el vampiro, abriendo aquella puerta, dentro del cuarto se encontraba una enorme cama imperial con acabados de oro y plata, así como numerosos oleos, que Integra imagino serían los antepasados del vampiro o tal vez él mismo con otra imagen diferente.

— Pensé, que los vampiros no dormían en camas— susurro Integra viendo aquella magnifica pieza, adornada con una sugerente sabana color carmín, y almohadas a juego.

— ¿Quien dijo que la utilizaba para dormir? — le contesto Alucard clavando su mirada bermellón en ella, y dándole una elocuente sonrisa entreviendo una proposición a futuro que Integra prefirió ignorar.

La habitación contaba con una pequeña sala, en donde yacía un muchacho de tez morena cuyas ropas rotas y algo haraposas dejaban ver su porvenir, sus facciones eran toscas, ella se consterno al imaginar que es lo que hacia ese joven recostado en aquella habitación.

Cuando se iba a acercar a él, para corroborar que estuviera con vida un pinchazo de sed le atravesó su garganta, y sus ojos bermellón brillaron, Integra miro a Alucard que solo la soltó, y ampliando más su sonrisa, agrego:

— Ese muchacho es un ladrón, por eso mis sirvientes lo atraparon, estaba robando la comida de una de las tiendas cuando lo capturaron, adelante Integra puedes dar el primer bocado.

Integra se percató que el muchacho a un respiraba, y pudo notar el palpitar de su yugular que parecía moverse a un ritmo torturante a su ojos, tomando uno de sus brazos, se disponía a darle un "mordisco", cuando recordó a los vampiros nazis masacrando a toda esa gente en Londres, a sus soldador muriendo a manos de los hermanos Valentine , a su padre hablándole de los peligros de los vampiros y de cómo ella había aborrecido que por su gusto por la sangre, se abandonara a sus más bajos instintos, justo como estaba a punto de hacer ella.

No he de verla morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora