Había una chica en una estación de tren, con grandes rizos castaños que caían por sus hombros. Tenía un ticket con un destino al azar y una maleta llena de dinero, ¿Quien era esta mujer?
Un hombre a paso presuroso recorría las calles buscando dicha estación, tenía los ojos rojos de tanto llorar y portaba un corazón roto, rodeado por tatuajes de todo tipo.
El tren de aquella mujer había llegado, no había vuelta atrás, la hora de partir.
El hombre entra a la estación directamente a donde se encontraban los trenes, alcanzó a ver a aquella dama con un elegante vestido rojo y una maleta vieja y café, se veía tan hermosa como la recordaba.
Ella dio un paso al frente y espero a que el tren se acercara un poco más, cuando este estuvo frente a ella, en el reflejo de la ventana se vio al hombre que vestía una gabardina beige cubriendo algunos tatuajes y su peculiar sombrero café, que ahora traía una pistola en la mano y le estaba apuntando.
-¿que es lo que quieres?- dijo la dama
-¡No juegues conmigo, bien sabes que es lo que busco!-
-No se de que me hablas, déjame en paz-
Ninguno había cruzado miradas, ambos sabía que eso haría las cosas más difíciles, aún así ella decidió ver en su dirección, vio sus ojos rojos y sus manos temblar al tomar la pistola.
-¡¿Que es lo que intentas?!- gritó el desesperado.
-¿que es lo que harás tú?... ¿me matarás o dudarás?- dice ella poniendo la maleta en su espalda y dando pequeños pasos hacia el hasta que la pistola quedo en su pecho, lo miró fijamente y acaricio su mejilla con la mano que le quedaba libre.
-Por favor... solo déjame hacer mi trabajo...- dijo el hombre mientras sus ojos se inundaban de lagrimas.
-Este también es mi trabajo, y lo sabes mejor que nadie...- susurró la dama limpiando cada lágrima. -¡Pero tú eres tan débil!- dijo aumentando su tono de voz hasta el grito.
-¡Como puedes decir eso de mi, bien sabes lo que pasamos y sabes que es lo que tengo que hacer ahora!...-en sus ojos se podía notar toda la culpa que sentía por la acción que realizará.
-Hazlo.- dijo ella mientras ponía su mano en el gatillo.
-No puedo, no a ti...-
-Entonces yo lo haré.-
El arma se disparo y una lluvia de billetes se esparcía por todo el andén mientras el cuerpo de aquella dama caía lentamente entre billetes y sangre.
El hombre desapareció.
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Midnight Short Stories
Short StoryPequeños retazos que he escrito durante la media noche, cada uno con algo diferente.