- Vas a enfermarte, preciosa. No quiero eso – dijo.
Tome las llaves y abrí. Totalmente descontrolada de mí, lo tome de la remera y lo acerque a mi boca. Con movimientos salvajes tome sus labios con los míos. ¡Dios, era una locura! Él no podía hacer esto, pero ya no hay marcha atrás.
- Oh, _______ – gimió levemente mi nombre.
Me aleje de sus labios y cerré la puerta detrás de nosotros. Me volví a acercar a él. Comencé a besar su mentón para bajar a su cuello. Su respiración iba en aumento al igual que mi cuerpo. Se alejó de mí y levemente me empujo contra la mesada de la sala. Se acercó más a mí y me alzo en ella, para volver a mis labios. Rodee su cuerpo con mis piernas, mientras que con mis manos acariciaba sus cabellos. Coloco sus manos en mis caderas y me pegó más a él. Gemí levemente. Lo empuje de mí para quitarle la remera. Lo mire detenidamente. Alcé una de mis manos y la apoye sobre su fuerte pecho. Su pecho se elevaba por la respiración pesada.
- Como te deseo – susurre agitada – Mariposas bailan en mi pecho, el calor no se dispersa, amor.
Baje mis dedos por su pecho. Provocando que su tostada piel se erizara bajo mi mano. Eso me hacía sentir poderosa. Sabía que tenía cierto poder sobre él. Pero siempre sabría al final del día, que él tenía todo el poder sobre mí.
- Te quiero besar de los pies, a la cabeza – le dije e incline mi cabeza para lamer su pecho.
Gimió roncamente. Envolví una de sus tetillas con mi lengua. Metió su mano entre mis cabellos y me acerco más a su pecho. Subí mi boca por su cuello, para morder levemente su oreja. Murmuró algo en otro idioma. Me aleje y lo mire a los ojos.
- ¿Qué has dicho? – le pregunte.
Sonrió levemente. Coloco su mano derecha sobre uno de mis pechos. Lo acaricio sobre la ropa, poniéndome tensa, haciendo que lo deseara más aun. Bajó por mi cintura, hasta el borde de mi camiseta. Metió su mano debajo. Mordí levemente mis labios. Se acercó de nuevo a mí y me volvió a besar. Su mano caliente, pasaba por mi cintura. Comenzó a murmurar algo que no entendía sobre mi boca. Algo pareció despertarse dentro de mí, era mucho más poderoso que el deseo. Se alejó y quito mi camiseta. Mis pechos estaban duros, tensos. Deseaban que él los saciara, tanto como yo.
- ¿Tienes miedo de mí? – me preguntó, mientras su mano subía por mi espalda.
- No, no tengo miedo de ti – le dije.
Sin ningún problema me alzo entre sus brazos y conmigo encima comenzó a caminar hacia la habitación. Besé suavemente sus labios, mientras sentía sus fuertes manos sobre mi trasero, sosteniéndome sobre él. Con una de mis piernas abrí la puerta de la habitación, entramos sin dejar de besarnos. Mi corazón latía rápido, iba a salirse de mí. Al fin pasaría, al fin sería mío. Solo mío. Cuando esto acabe, de verdad estaré en el infierno.
Caímos en la cama, yo encima de él. Sabía exactamente en donde terminaríamos. Su respiración pasó por mi cuello, me aleje de él y me senté a horcajadas sobre su abdomen. Me miró fijo a los ojos.
- Sabes que no podemos hacer esto – le dije agitada. Se sentó y me acomodo mejor sobre él.
- Ya no hay vuelta atrás, preciosa. Ya no puedo detenerme – me dijo mientras sus manos desabrochaban mis pantalones - Ya probé tus labios. Ahora quiero probar tu cuerpo, tu vitalidad, tu fuerza. Quiero estar unido a ti.
Mordí mi labios levemente y tome su rostro con mis manos, para mirarlo fijo a los ojos. No, no había nada de malo en esto.
- Después de esto, tú habrás ganado el pacto – le dije sin dejar de acariciar su rostro.
Bajó sus manos por mis caderas, para llevarse con ellas mis pantalones. Me moví un poco para que pudiera sacarlos. Los arrojó con fuerza hacia un costado. Me volvió a acomodar sobre él. Relamí mis labios y lo mire con locura.
- ¿Por qué? – me preguntó.
- Haremos el amor, y el amor es algo bueno – dije.
Besó dulcemente mis labios. Lo empuje levemente hacia atrás para que se acostara. Acaricie su fuerte pecho. Me incline hacia sus labios y lo bese. Gimió levemente, encendiendo el fuego en mí. Él, aun, tenía puesto los pantalones. El contacto del pantalón con mi piel, me estaba matando. Necesitaba sentirlo, ya. Sus fuertes manos, se movían por mis piernas. Metí mi lengua en su boca, para saborearlo más. Comencé a bajar mis labios por su mentón. Seguí bajando por su cuello, hasta su pecho. Baje más hasta su abdomen. Él respiraba pesadamente. Su mano acaricia mis cabellos. Toda su piel se erizó. Mordí cada firme músculo de su panza, robándole más de un gemido. Me volví a sentar para mirarlo. Baje mis manos a la cremallera de sus pantalones. Lentamente baje el cierre, para luego desabrochar el botón. De un solo tirón me deshice de ellos. Sonreí pervertidamente al posar mis manos sobre sus calzoncillos.
- Que extraño señor Diablo, ¿usted con calzoncillos? – le dije. Rió por lo bajo.
- Tú me los compraste, por mi yo andaría desnudo – dijo
Tenía que quitárselos, tenía que arrancárselos. Se volvió a sentar y me tomó de la cintura para acercarme más a él. Comenzó a besarme. Gemí levemente cuando una de sus manos desabrochó mi sostén.
- Tanto te deseo, tanto – susurró contra mis labios.
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2/5 MARATON
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