[Roku]
—Tienes que decirle—insistió nuevamente el príncipe Sozin. Sus ojos dorados estaban sobre Roku, mirándolo con desesperación. Habían hablado sobre ese tema muchas veces.
—No puedo—murmuró el muchacho de mayor altura—. Es tan bonita que cuando estoy cerca de ella, dejo de pensar claramente. Encontraría alguna forma de arruinarlo. Nunca querría tener nada que ver con un tipo como yo.
Sozin puso los ojos en blanco, liberando un profundo suspiro. Se sentó en el césped, junto a su amigo de infancia. Le rodeó los hombros con su brazo.
—Roku, hoy es nuestro cumpleaños, el tuyo y el mío—le recordó el príncipe coronado, como si fuera algo que Roku pudiera olvidar mágicamente—. Todos dicen que te conviertes en hombre a los dieciséis. Reúne un poco de valor y está noche, ve y habla con Ta Min. No tienes nada que perder.
Roku lo pensó un momento, pero de inmediato descartó la idea. Miles de imágenes de él fracasando, quedando en vergüenza frente la chica que le gustaba, habían aparecido en su mente.
—Tengo todo que perder—Roku se sentía patético.
Sozin se puso de pie. Era un chico de estatura corta, pero su pecho era ancho y musculoso como un toro. Se sujetaba el cabello azabache con un adorno dorado, en forma llama. Tenía el tono de piel claro y al igual que el resto de la familia real, sus ojos eran dorados como el oro fundido. Tenía un atractivo natural y por supuesto, ser el príncipe heredero de la Nación del Fuego también ayudaba a atraer a las chicas.
Él, por otra parte...
Roku, hijo único de padres nobles, era delgado y una cabeza más alto que el resto de los chicos de su edad. Sus ojos eran color marrón y llevaba el cabello largo hasta los hombros. Ni siquiera era un Maestro Fuego sobresaliente. Sozin lo había derrotado casi siempre durante los entrenamientos.
¿Que chica querría algo con él?
—Si quieres—dijo Sozin extendiéndole una mano para ayudarlo a ponerse en pie—, puedo pedirle por ti que hable contigo.
—¡No!—la sola idea lo asustaba. Sabía que su amigo solo quería ayudarlo, pero no creía que fuera el momento adecuado.
—¿Que harás entonces?—gruño el príncipe—. ¿Seguirás espiándola por los jardines, esperando que sus miradas se crucen? ¿Y luego que? ¿Apartaras el rostro mientras te sonrojas?
Roku no pudo evitar sentir el calor bajo las mejillas. Odiaba que su amigo lo conociera tan bien.
—Ha funcionado hasta ahora—intento limar perezas con una sonrisa nerviosa.
Sozin sacudió la cabeza de un lado al otro.
—No tienes remedio, Roku—le dio un golpe en un hombro y se echó a correr con dirección al Palacio Real—. ¡Vamos! ¡Debemos prepararnos para la fiesta de esta tarde!
Roku se echó a correr detrás de él, sin tener otra solución.
No había querido una fiesta, pero desde que Sozin y él eran amigos y descubrieron que su fecha de cumpleaños coincidían, ambos compartían una gran fiesta. Los nobles de la Nación acudían siempre para brindarles felicitaciones. La mayoría de los invitados, diplomáticos de cuna noble, arrastraban a sus jóvenes hijas al evento, esperando que alguna de ellas logrará cautivar al galante príncipe Sozin y algún día, convertirse en su esposa.
Roku sabía que él era el segundo platillo. Si no podían conseguir al futuro Señor del Fuego, se conformaban con él.
La fiesta no era tan mala, lo que lo aterraba es que ella estaría ahí.
Su preciosa Ta Min. Era hermosa, como un amanecer. Con su cabello castaño claro, sus labios rosados, sus ojos llenos de diversión y aquel discreto lunar bajo su párpado izquierdo, un pequeño punto sobre su inmaculada piel nívea.
Roku estaba perdidamente enamorado de ella. Las tardes enteras se le escapaban entre los suspiros que liberaba. Era ella la principal razón por la que se distraía tanto durante los entrenamientos de Fuego Control...
Una vez que estuvo listo, con sus flamantes ropajes color escarlata, se reunió con Sozin para entrar juntos al recinto de la fiesta, como hacían cada año.
Sus ojos buscaron de forma instintiva entre los invitados y ahí estaba Ta Min, con sus ropas de seda. Cuando sus ojos encontraron los de Roku, bajo la mirada. Su amiga le susurraba algo al odio, mientras las mejillas de la joven que amaba se tornaban rojizas.
Roku dejo de sentir el piso. Se abalanzó al frente y una mano lo tomo con fuerza por la muñeca, evitando la caída de los escalones que bajaba.
Sozin lo liberó y soltó una carcajada. Roku se avergonzó, pero no pudo evitar unirse a la risa de su príncipe.
Al volver la vista hacia el frente, miró como los nobles se apartaban del camino para dejar pasar a un grupo de personas.
Los Sabios del Fuego, con sus tradicionales atuendos, se dio cuenta. Roku supo que algo había pasado de forma inmediata. Ellos nunca abandonaban su templo de no ser por algo importante.
—Príncipe Sozin—le saludo uno de ellos, con voz calmada.
El chico de ojos dorados se adelantó.
—¿Ocurre algo?—su voz sonaba preocupada—. ¿Pasó algo con mi padre?
—No estamos aquí por el Señor del Fuego o usted—respondió de forma amable el anciano—. Estamos aquí para revelar la identidad del Avatar.
Los susurros se elevaron entre los invitados.
Roku sabía que el Avatar reencarnaría en la Nación del Fuego, según marcaba el ciclo ¿Estaba esa noche ahí presente? ¿Por que habían aguardado hasta ese momento para decirlo?
Los Sabios del Fuego se pusieron de rodillas. Sus frentes tocaron el suelo.
—Saluden todos—dijo el hombre, con voz grave—, al Avatar Roku.
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¡Besar y correr! 🔥
FanfictionRoku ha estado enamorado de una hermosa chica durante mucho tiempo, pero no encuentra las palabras para confesarle a Ta Min su amor.