CUANDO LAS NINFAS LLORAN

17 1 0
                                    

El bosque estaba tranquilo. La ligera brisa calida mecía suavemente las copas de los arboles. Un coro de trinos de distintas especies de aves eran entonados a todo lo largo del extenso bosque. Entre la hierba y los arbustos del suelo, pequeños roedores y otros animales buscaban su alimento incansablemente. Hacia solo un par de horas que el sol habia comenzado a acariciar con sus calidos rayos el hermoso paisaje. Y allí, en aquel despoblado, lejos de la civilización, en un claro al pié de una pequeña colina, sobre un tronco derribado por la acción de la naturaleza, o tal vez por la mano del hombre, 5 latas de refresco vacias se apoyaban sobre el mismo.

¡BLAM! ¡PLANC!. El sonido de un disparo retumbo por todo el bosque, y los pajaros de los alrededores salieron en apresurado vuelo asustados por el estallido. La primera de las latas habia salido despedida unos metros del tronco en el que se apoyaba junto a las demas, atravesada por la bala. ¡BLAM! ¡PLANC!, la segunda lata cayo impactada por otra bala. Todo estaba en silencio, todos los animales y pajaros que daban vida al lugar habian salido huyendo totalmente aterrados, tal vez presintiendo el peligro de un posible cazador, pero no era eso. ¡BLAM! ¡PLANC!, la tercera lata también salio despedida al igual que las anteriores. Un silenio sepulcral se apodero de todo aquel despoblado. El misterioso tirador se estaba tomando mas tiempo para apuntar al siguiente objetivo ¿dudaba? nadie podria saberlo en aquel lugar apartado de todo ojo humano. ¡BLAM! ¡PIAONG!, esta vez, la bala golpeo a la lata justo en el borde haciendo que esta saliera despedida girando sin control sobre si misma. Otra vez el silencio se apodero del lugar. Pasaron varios minutos y nada parecia ocurrir. La tensión se percibia en el ambiente. Paso mas tiempo sin que nada ocurriera. Pareciera que el tirador se hubiese dado por vencido. ¡BLAM! ¡PLAC! esta vez el disparo dio justo a apenas un par de centimetros por debajo de la quinta y ultima lata haciendo que esta se estremeciera durante un instante pero sin llegar a caerse, golpeando en el tronco caido. En lo alto de la colina, a unos 400 metros del claro, un pequeño destello se dejo ver entre los arboles que cubrían la zona. Tras lo que parecio ser una eternidad, finalmente una joven aparecio en el claro delante del tronco, con la ultima lata frente a ella, como un recordatorio de su anterior fallo. La chica permanecio allí de pie, observando la lata, con un rostro serio, sin emoción, impasible, totalmente frío. Una vieja gorra sovietica cubría la mayoria de sus cabellos dorados, aunque algunos se dejaban ver por debajo de la misma. Sus ojos plateados, frios como el hielo fijados en la lata. La chica vestía un uniforme de camuflaje de Spetsnaz de la antigua Union Sovietica y en su mano derecha llevaba un viejo fusil Mosin-Nagant con mira telescopica. Su agarre se hizo mas fuerte sobre el fusil, apretó los dientes, y donde antes no se percibía ninguna emoción, un aranque de rabia aparecio y la chica hecho mano de la pistolera que llevaba al cinto, saco una pistola Tokarev TT y disparo a bocajarro contra la lata descargando el cargador de 8 balas del arma debido a la rabia y a la frustración, haciendo que los disparos resonaran por todo el lugar. Cuando hubo descargado toda su frustación, la chica volvio a tomar el control de sus emociones y guardo de nuevo la pistola en la pistolera de cuero. Tranquilamente, se colocó el fusil al hombro, recogió los casquillos de las balas y se despues las latas. De entre unos arbustos saco una mochila y un par de maletines, uno grande y alargado y otro pequeño. Desmonto con gran habilidad los percutores de las dos armas y guardo cada una en su maletín. Guardo los percutores en compartimentos ocultos de cada maletín al igual que toda la munición. Si la atrapaba las fuerzas del orden del lugar podía alegar que las armas estaban inutilizadas, y ella portaba licencia para llevar armas historicas debidamente inutilizadas. Sin mas cargo con todo y salio de aquel bosque deshabitado.


No le gustaba aquel olor. Nunca le había gustado el olor de aquellos lugares. Antisépticos, desinfectantes varios y una combinación de toda clase de medicinas y productos de limpieza. Desde luego, los hospitales no eran su lugar favorito. Aspiro el aroma de las flores que llevaba en la mano para calmarse y siguió caminando por el pasillo. A su paso, tanto pacientes, como familiares y trabajadores del hospital se quedaban mirándola. No en vano allí en Japón rara vez se veía a alguien como ella. Caminaba decidida, con la cabeza en alto, no le importaban las miradas. Una orgullosa ninfa eslava, rubia como la miel, de ojos plateados, casi de aspecto metálico, más alta que la mayoría de hombres con los que se cruzaba, y sus rasgos dignos de una estatua de alabastro, pero su expresión era fría y dura, casi de enojo. Estaba claro que no le agradaba aquel lugar.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 13, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

RUSALKAWhere stories live. Discover now