Harry no pudo oir el sonido de los gritos de las personas a su alrededor, no pudo oir las sirenas de la ambulancia ni las del coche de policía. No pudo oír los sollozos de su madre en la sala de espera del hospital y tampoco el constante goteo de la bolsa de sangre que colgaba junto a su cama. No pudo oir a los médicos dando órdenes apresurados y no sintió en frío que hacía en el quirófano. Lo único que Harry podía oir era la voz insegura de Louis preguntando si le llamaría y lo único que podía sentir eran sus labios suaves contra su mejilla. Quizás fue aquello lo que le mantuvo con vida.
Louis le mantuvo con vida, a pesar de no saberlo. Él nunca se imaginó que el chico adorable con el que había estado hablando unas horas antes había tenido un accidente y tampoco que se encontraba en un hospital debatiéndose entre la vida y la muerte. Pero Harry sí sabía que tenía que seguir vivo, porque le había hecho una promesa al chico de los ojos azules y no podía romperla. Louis esperaba que le llamara y no iba a decepcionarle.
Mientras estaba en el hospital, soñó con esa llamada. Soñó con la voz de Louis al otro lado del teléfono diciéndole piropos y haciéndole reir con chistes malos. Soñó como le pedía que se despertara para poder verle, aunque por alguna razón él no era capaz de hacerlo. Por más que lo intentaba su cuerpo no respondía, no podía despertar. A veces oía las voces lejanas de sus padres y de su mejor amiga, pero tampoco era capaz de contestarles. Harry estaba en coma.
El día que despertó era quince de julio. La nieve de las calles había desaparecido por completo, la primavera había pasado y el calor del verano sacaba a la gente a las calles. Su amiga Shanon había ido a visitarle después de la cena, como solía hacer desde que estaba en el hospital, y se dedicaba a relatarle su día con la esperanza de que Harry la estuviera escuchando. En mitad del monólogo pudo ver como el chico de rizos se movía ligeramente, como si fuera a despertar.
—¿Harry? —preguntó con sorpresa levantándose de un salto de la silla.
Rápidamente pulsó el botón de aviso que había en la pared y tuvo que esperar fuera mientras un médico y un enfermero revisaban al chico de rizos. Afortunadamente, Harry parecía estar saliendo del coma. Aún no podían saber con certeza que secuelas quedarían en joven, pero los médicos querían ser optimistas. En un primer momento ni siquiera habían tenido claro que Harry fuera a despertar.
Pasaron unos días hasta que el chico pudo estar en un estado de verdadera consciencia. Se encontraba fatigado, desorientado y somnoliento, sin comprender del todo lo que estaba ocurriendo. Sus padres trataron de explicarle lo ocurrido, aunque él aún no era capaz de recordar el accidente o de retener por completo lo que ellos le decían. Los médicos les habían explicado que eso era algo normal después de un traumatismo craneoencefálico como el que Harry había sufrido, pero que con terapia y mucho tiempo poco a poco iría recuperándose.
Su amiga Shanon también trataba de ayudarle y se pasaba horas hablando con él, aunque para Harry fuera difícil responder o mantener la atención. Los primeros días, en general, fueron dificiles para el chico de rizos que trataba de adaptarse de nuevo a la realidad. Al menos, sus recuerdos permanecían ahí y sonreía cuando la pelirroja le recordaba historias graciosas que habían vivido juntos, pero tenía dificultades al generar nuevas imágenes en su memoria.
—¿Aún no recuerdas nada del accidente? —preguntó Shanon durante una de sus conversaciones, mientras se sentaba en el borde de la cama de Harry y acariciaba una de sus manos con cariño.
Él frunció el ceño pero negó con la cabeza después de unos segundos.
—¿Ni siquiera recuerdas nada de lo que hiciste ese día? —insistió.
Harry se quedó pensativo antes de contestar, mientras trataba de ordenar las ideas en su cabeza, pero de nuevo no supo contestar a la pregunta.
—¿Quieres qué te cuente de nuevo lo que ocurrió? —ofreció Shanon con una sonrisa, la cual Harry devolvió—. El día del accidente yo salí antes del instituto porque me dolía la cabeza. Estuve toda la tarde en casa tumbada en la cama porque, la verdad, no tenía ganas de hacer nada. Pero bueno, después de un rato, cuando ya me encontraba mejor, decidí llamarte para pedirte los deberes de historia, porque ya sabes como se pone esa profesora cuando no los llevas hechos. Así que te llamé y no me cogías el teléfono, ni el móvil ni el fijo. Entonces le puse un mensaje a tu madre para saber dónde estabas, porque sino se me haría tarde para hacer los deberes.
ESTÁS LEYENDO
Cupcakes and Books (Larry Stylinson)
FanfictionUn joven amante de los cupcakes se encuentra tirado en la nieve después de recibir una paliza. Un chico aficionado a escribir decide que ese será el comienzo de su nueva historia. Fanart de la portada por: ablyablya