Actividad inusual

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Hyukjae cayó de un empujón sobre el amplio colchón, su cuerpo delgado y desnudo dando un leve rebote sobre las sábanas blancas. Totalmente despeinado, con los labios rojos e hinchados por los ásperos besos, Hyukjae se incorporó sobre sus codos para no perderse ningún detalle de la excitante visión. Con la boca jadeante y las pupilas dilatadas, contempló a Donghae a los pies de la cama. Éste se encontraba desesperado, quitándose la ropa con movimientos impacientes mientras sus ojos oscuros y hambrientos devoraban a Hyukjae por completo. 

Un tirón y la camisa salió volando, rasgada. Un sonido metálico y el cinturón cayó junto con el pantalón, revelando gruesos muslos.
La respiración de Hyukjae se enganchó en su garganta. Su entrepierna se endureció al apreciar los deliciosos músculos de Donghae. Su pareja enganchó los dedos en el elástico de los boxers, y al bajarlos, una furiosa erección escapó de la prisión de la ropa. La boca de Hyukjae se secó al ver la hombría en toda su gloria. Si bien conocía a Donghae como la palma de su mano, nunca antes lo había visto tan excitado. Sus ojos asombrados se clavaron en la punta carmesí del pene venoso. La gruesa virilidad se mostraba erguida y necesitada de atención, tan hinchada como jamás estuvo, seguramente adolorido por saciarse. Donghae estaba hiperexcitado. Ahora comprendía el por qué ni bien pasó el vestíbulo de la casa, éste lo agarró de la cintura y lo besó desesperadamente mientras lo desnudaba sin ninguna ceremonia.
A Hyukjae se le hizo agua la boca.


—No —farfulló Donghae cuando Hyukjae intentó bajar de la cama para chuparlo—. Necesito estar dentro de ti... Ahora — dijo en tono suplicante.


La urgencia en Donghae era casi palpable. Hyukjae se recostó sobre su espalda, abriendo sus piernas para acunarlo.


—¿Te duele? —preguntó bombeando el rígido pene a un ritmo suave. 


Donghae gimió lánguidamente antes de mecerse contra la mano, su rostro deformándose en agonía y placer.


—Necesito... Necesito... —murmuró llevando dos dedos ensalivados a la entrada de Hyukjae.


Hyukjae respiró profundo, tratando de relajarse mientras el anillo de músculos cedió ante la ansiosa invasión. Un dedo ingresó impaciente, arrancándole un gemido alto cuando se introdujo todo su camino hasta golpear el punto dulce. El segundo dedo ingresó y fue todo lo que esperó Donghae. Éste lo tomó de la cintura sin dificultad y lo aventó al centro de la cama. Posicionando las piernas de Hyukjae sobre sus hombros, se cernió sobre el cuerpo, doblándolo a la mitad. La carne caliente y rígida quedó acunada entre los glúteos de Hyukjae. Donghae bajó su mano y guió la potente erección a su apretado hogar.
Un gemido de alivio y placer escapó de ambas bocas ante la penetración. Unos segundos después y Donghae ya estaba meciendo sus caderas con energía. Hyukjae trató de contener los gemidos, pero le fue imposible cuando los empujes de Donghae taladraron su próstata.


—Más... Más... Aahhh... —jadeó rozando los labios delgados con los suyos.


Casi pudo ver un destello lujurioso en la mirada de su pareja. Donghae le besó los labios con ahínco, para después enterrar el rostro en el cuello de Hyukjae, entonces mientras se dedicó a mordisquear y chupar la piel pálida y sedosa, empujó con verdadera fuerza sus caderas, meciendo el cuerpo de Hyukjae al ritmo de los rudos embistes.

Sus cuerpos se cubrieron de sudor. Hyukjae clavó sus dedos en la espalda de Donghae con el corazón galopando en la garganta. Una y otra vez podía sentir la vara de carne caliente entrando y saliendo con rapidez en su canal, golpeando continuamente sobre su próstata, arrancándole gritos de satisfacción.

Repentinamente insaciable[FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora