La belleza del arte

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Tomé aquella hoja y la convertí en mi lienzo, tomé  aquella pluma y la volví mi pincel.
Las palabras eran mis retratos que describían de manera discreta todo lo que me sucedía, tal cual pintor en penas y abrumado en desesperación.

Ojalá hubiese sido realmente un pintor, mi arte sería apreciada por algunos y hasta envidiado por otros.
En su defecto me tocó ser escritor, dónde nadie aprecia mis versos y nadie comprende mis analogías.

Triste es, pues, a menudo es necesario explicar a detalle el significado de cada frase o párrafo, sin dejar paso a la interpretación.

Triste y maravilloso es ser escritor, nada más hermoso que expresar un sentimiento a través de palabras que para otro suenan vacías, pero que para algunos significan un mundo.

Triste y maravilloso es ser yo, triste por todas aquellas penas que me acompañan como a cualquiera, pero maravilloso por notar mi insignificancia con el resto de personas.

Nunca seré realmente relevante, no haré falta, ni mi presencia se hará de extrañar, simplemente existo, sin una razón, sin un motivo más que el de avanzar esperando como si en algún momento llegaré a algo, pero todos sabemos que no es así.

La belleza se encuentra donde sólo aquel ojo ciego puede hallarla, lo demás no es más que puro espectáculo en busca de atención por quien no la merece.

Perdido pero vivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora