Capítulo 01: No te atrevas a meterte en mi mundo

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   Libros. Al parecer, lo único que me hacen feliz son los libros. Tenerlos en mis manos, oler su deliciosa fragancia a nuevo, admirarlo junto con mis otros libros, amar a un personaje, pero odiar a otros, emocionarme cuando alguno de ellos confiesa su amor, llorar cuando uno muere. Saber que ellos son la única compañía que tengo en este mundo.

   No tengo a nadie, estoy sola. No porque no pueda conocer gente nueva, sino porque no quiero. La gente te utiliza, te hace quererla lo suficiente como para dar la vida por ella y luego te dejan abandonada cuando más los necesitas. La gente es algo que prefiero evitar. Con el paso del tiempo, aprendí que en esta vida sólo puedo confiar en mí misma y en nadie más. Todos te terminan traicionando.

   Levanto la cabeza del libro que estoy leyendo -"Fallen", de Lauren Kate- y observo a mi alrededor. Estoy sentada en el suave césped verde, debajo de un árbol que me da la suficiente sombra como para protegerme del sol. Una leve y deliciosa brisa acaricia mi cabello castaño y pasa accidentalmente un par de páginas del libro.

   Estoy en el jardín del colegio, un lugar el cual casi nadie conoce. Hasta ahora, la única persona que conozco que sepa de este pequeño paraíso soy yo. Nunca vi a nadie aquí, y me agrada eso. Es un lugar en el cual me puedo tomar un descanso después de ver a tanta gente alrededor.

   En clase siempre soy la "solitaria". Sentada en el fondo del aula, al lado de la ventana. Los compañeros situados a mi lado no son mis amigos, casi nunca hablé con ellos, sólo tuvimos un par de intercambios de palabras, como: "¿Tienes una hoja que me puedas prestar?", "¿Tienes un lápiz?", "Psst, ¿me pasas el resultado de la pregunta cinco?".

   En mis recreos, siempre vengo a este lugar. Incluso hay veces que me salto las clases para venir y leer un poco. Este jardín me vio llorar, reír e incluso dormir, pero... siempre sola. Nunca acompañada de nadie. Este sitio nunca escuchó otra voz más que la mía. Sonrío al ver el tranquilo lugar, este sitio es sólo mío y nunca nadie sabrá de él.

   Cuando iba a bajar nuevamente la vista para seguir con mi preciada lectura, escuché un sonido. Lo reconocí al instante: el chirrido que hace la puerta al abrirse, por falta de aceite. Me levanté sobresaltada e incluso un poco asustada. Era la hora de matemática y yo me la había saltado. Ningún alumno sabe de este lugar, siquiera los profesores lo conocen. ¿Quién podría ser?

— ¡M*erda! — Era una voz grave y masculina. Escuché un golpe que recibía la pared y me asusté un poco más. Era un chico y estaba enojado. Cómo sabía de este lugar era lo que más me importaba. 

   Me asomé por detrás de la pared gris, así podía tener una mejor visión del muchacho. Estaba de espaldas, pero pude darme cuenta de algunas cosas.

   Éste chico era una media cabeza más alto que yo. Tenía el pelo lacio y negro azabache, que finalizaba en la nuca. La espalda y hombros eran algo anchos y pude deducir que hacía natación. Llevaba una remera de manga corta y un jean oscuro.

— ¿Qué haces aquí? — Quise sonar un poco más agradable al ver la situación de ese chico, pero el instinto de tratar mal a las personas me dominó.

   El chico se dio vuelta bruscamente y se me quedó mirando. Pude observar que tenía los ojos más hermosos que vi en mi vida. Eran verde oscuro, sin embargo, brillaban intensamente. Creo que era de ira.

Pude observar, también, que llevaba dos piercings en la oreja derecha, uno negro en el lóbulo y otro gris en el hélix. Su cuello estaba decorado con un collar, el cual en la punta llevaba una cruz marrón. 

— ¿Quién eres? — Preguntó fugázmente. Mi corazón se paró por un momento, pero por la sorpresa de la violencia con la que cargaba esa voz masculina.

— No te importa — Fruncí el ceño — ¿Qué haces aquí? —

   El desconocido suspiró y se tranquilizó, parecía tener un problema de ira. Abrió los ojos y levantó la barbilla. No sé si lo hizo para provocarme o para desafiarme.

— Mi nombre es Tyler Wilson. — Me tendió la mano — ¿Y tú cómo te llamas? —

   Observé la palma de su mano. Negué la cabeza para darle a entender que no quería ser su amiga. Casi podía ver su alma en los hermosos ojos verdes.

— Me llamo Ellie — Dudé por un segundo, pero estreché su mano con la mía — Ellie Hunter.

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