PODER VERTE CUANDO MIS OJOS YA NO...

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Este no es el ambiente más adecuado para la ocasión, no están las nubes grises ni el olor a pavimento humedecido por la lluvia, las aves abordan un cielo despejado tan azul como tus ojos, mi amor. La nostalgia de tantas noches se refleja en cada arruga de mis párpados, el color de mi piel es decadente, el perfume que me queda es mi propio pH y la etiqueta social de vestir elegante ya perdió su prioridad, perdí mi encanto y no se si se fue contigo o lo reclamó el tiempo.

No dejaré una carta en la mesa, no vivimos en esas novelas cliché y nunca eh escrito una ni siquiera en nuestros aniversarios, el temor de verte eufórica por no recordar ser detallista contigo me hacía sudar, no eres nada fácil mujer, cuando me quedaba sin ideas no tenia mas opción que intentar despertar la llama entre nosotros, no era un trabajo sencillo porque incluso esas cosas se vuelven parte de una rutina y la rutina puede llegar a ser tediosa y postergable, aun así buscaba ese pequeño haz de luz en tus sentimientos como una caverna pétrea, me enfrentaba a una bestia llena de cólera y rencor, me acercaba a tu núcleo y dejaba que mi calor conectara con el tuyo, y resultaba pero el camino para llegar hasta ti era escabroso y me daba tensión.

Daría cualquier cosa por recordar aquellos momentos, ¿tu lo recuerdas? seguramente. Aquellos días veraniegos, las noches invernales, los paseos en otoño, los hobbies primaverales, tantos recuerdos llenos de alegría que de no ser por las fotos guardadas los habría olvidado del todo sin remordimiento alguno, porque no se extraña lo que no podemos recordar, para mi las ultimas estaciones a tu lado fueron los peores momentos de mi vida, llenos de arrepentimiento e incertidumbre, donde la fragilidad se apoderaba de mí, ya sabes de lo que hablo me conociste estoico y orgulloso, no le debo ni mi propia alma a dios porque incluso en la religión tengo mis propias teorías ateas.

 Y aun así rezaba por ti como ningún devoto lo hizo, prendí tantas velas y velones a tantos santos y espíritus que termine por considerarlo un insulto a las otras religiones, el altar improvisado que dejaste en tu cuarto decía "La fe puede mover montañas" yo me arrodillaba en el pensando -Si la fe posee tanto poder, un deseo tan trivial como volver a besar tus labios, prepararte un café o simplemente dormir a tu lado porque sin tu calor corporal me invade el insomnio, seguro podrá cumplirse...- Y estoy seguro de que cumplí con aquellos estándares de la fe, porque sentía tu presencia con la seguridad egocéntrica de un ciego que dice conocer cada color del atardecer.

 ¿Recuerdas las aventuras del conejo risueño que le contabas a los nietos? era tu favorito, disfrutabas de la historia incluso mas que ellos, yo disimulaba con el periódico que no te escuchaba mas sin embargo te prestaba mas atención que los artículos controversiales, nunca supe la razón de porque ese conejo era tan carismático, tan extrovertido, incluso después de que un oso pardo, los lobos, cazadores, trampas, carros y águilas acabaran cruelmente con casi toda la familia, siempre me opuse a que le contaras esa historia a los pequeños dejándoles un trauma infantil, pero tu versión para niños era diferente, donde los conejos fallecidos  eran almas libres que iluminaban el camino oscuro acompañando a los restantes, y la astucia de los vivos, no por el conejo sino por la esposa que valientemente se batía en duelo contra las adversidades, independiente del sexo opuesto.

A mi parecer pude ser, hacer, planear mas cosas para distribuir mi vida al lado tuyo, lamento aquellas veces que actué como un humano inconforme, que se negaba a tus "estúpidas" actividades familiares solo por ver programas en la tv, mis neuronas fértiles de ignorancia no entendieron que solo querías llevarte contigo los recuerdos mas recientes, ¿Que te llevaste de nosotros, amor? la rutina de dos viejos solos en una casa muy grande para dos, esperando la visita de los nietos porque nuestro hijo raras veces viene a vernos, escuchando mis quejas y estupideces de siempre, el desayuno puntual, el almuerzo sin merienda, el gato en el techo, los dolores de la edad, nos conformamos con el derecho a estar vivos y olvidamos vivir.

Este no es el ambiente mas adecuado para la ocasión, no están las nubes grises ni el olor a pavimento humedecido por la lluvia, solo me encuentro yo, el gato obeso al lado de los impuestos y recibos de pago, el silencio de fondo musical, un trozo de pan en la mesa y un jugo de naranja, al otro lado una silla de madera donde  contemplo tu figura y tus facciones, tan cerca de mi como el largo de mi brazo, pero se que no estás allí porque veo en tu semblante la juventud de los 30, sin arrugas o canas y esos ojos llenos de chispa razón por la cual me enamore de ti con locura. Ahora solo me queda reír mientras pueda y hablarle a la silla vacía imaginando que me escuchas para calmar un poco mi ansiedad.

No dejaré una carta en la mesa...Comprendo que tu nuevo empleo te tiene la agenda llena, que el trafico es horrible y por el tedioso viaje que has recorrido pido disculpas, espero que cuando escuches esta grabación, recuerdes que soy un hombre terco, bastante tonto, ignorante e insensato, pero no puedo permitirme continuar sin la mujer que amo, mi mejor amiga, mi confidente, mi compañía  y la que me regalo el mayor orgullo en toda la vida de un hombre que eres tú, hijo mío. No tengo nada mas que decirte, solo recuerda los consejos que te dimos con los años, no olvides que te amamos y no quiero que te culpes, quiero que comprendas. Esta es mi decisión... es el deseo de un viejo que ya vivió lo suficiente, después de todo, el conejo risueño no puede emprender su viaje por si solo.

ANHELO DE UN SUICIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora