CAP. 1

95 7 0
                                    


París, Francia; 30/08/1923.

Estaba recargado en el poste de una farola, rodeado de sus amigos, los conocía a todos, fuimos a la escuela juntos...o por lo menos, el tiempo que pude asistir; ahí estaban Georg, Gustav, Andreas y David, todos engalanados con su mejores smokings, camisas blancas perfectamente planchadas y almidonadas, su chaleco interno combinado a la perfección, sus moños a juego con sus gustos, y aquellos pantalones que claramente habían sido arreglados para entallar más sus largas piernas, y para darle un mejor toque, aquellos zapatos acharolados negros. Si, ellos sabían cómo vestir, en cambio yo...yo me encontraba del otro lado de la calle, en la puerta de la joyería de mi padre, cerrando el local, vistiendo las más araposas y cómodas prendas que se convertirían en mi uniforme día con día no cómo las ropas de él, un claro smoking negro del más fino kasimir de algodón, con solapas de suave seda, y el pelo perfectamente peinado, y los rasgos de su cara perfectamente marcados con una ligera capa de maquillaje, ojos delineados sutilmente con una delgada línea de kohl negro, si, ahí estaba el ser más hermoso, más humilde y generoso de todo el mundo...pero igual el ser que se llevó todo mi amor y lo tro, lo rompió y todo, todo por culpa de una persona, pero esa es otra historia. Frente a mi estaba Bill Kaulitz, heredero de una de las más grandes casas de modas en todo París, hijo del gran modisto y genio en el arte de la indumentaria Gordon Kaulitz, y su esposa, la increíble, talentosa y hermosa artista, afamada desde temprana edad, admirada por millones, aclamada por el mundo entero, Simone Kaulitz. Y de un conjunto como tal, no podía esperarse menos de su primogénito, considerado un genio en la música, se dedicó en cuerpo y alma a estudiar y aprender distintos instrumentos, entre ellos el violín y piano de cola, pero su mejor instrumento, siempre será su voz, aunque ya tiene más de cuatro años que no la escucho, me pregunto ¿cómo sonará? seguirá siendo aquella voz una octava más aguda que la media, o será más grave, aunque ese tono aterciopelado que tiene, siempre estará presente, es como una caricia en el odio, una luz en toda oscuridad...un ángel cantando, la mejor definición de su voz.

Di un largo suspiró me di la vuelta para cerrar la puerta de la casa joyera de mi padre, y cuando me hube asegurado de que todo estaba en orden, giré en mis talones para emprender mi camino a casa, si, mi padre es uno de los más famosos joyeros de la época, el gran Gordon Trümper, dueño de la casa joyera T&T. fundador de la misma, considerado un prodigio por los más afamados maestros joyeros, con tan sólo 10 años de edad, ya superaba con creces a su abuelo, que en aquella época fue considerado el gran maestro de la joyería, un discípulo del afamado Louis-Fracois Cartier, era de esperar que alguien como el abuelo de Tom fuese de gran importancia, y él a tan corta edad, logró superarlo, no era para menos que creará un emporio con su genialidad, su más grande obra será Die Kreuz, un collar tipo gargantilla, fabricada con el más fino platino, cubierta de diamantes con corte esmeralda, princesa y brillante, de las más finas gemas preciosas que contaban desde los diamantes, rubíes y esmeraldas, que a pesar de que eran tonos muy vibrantes, mantenían una armonía indiscutible, pero el centro de su pieza era un hermoso rubí rosa, corte radiant. Increíble. Por eso, cuando yo cumplí la mayoría de edad, mi padre, decepcionado de mis decisiones de irme a estudiar a América, me dejó terminar el bachillerato, para meterme de lleno al trabajo familiar, no digo que no me guste, al contrario, como maestro joyero de sangre, me encanta, pero...mi deseo de estar toda una vida junto a él, podía más que mi amor y pasión por la joyería. Sin embargo, cuando el día de irnos a la tierra de los sueños...él nunca apareció, me dejó plantado en la farola de la plaza principal del Champ de Mars, habíamos planeado irnos ese día, 01 de septiembre de 1919, el día de su cumpleaños, esperé a la hora acordada, pasaron 10 minutos, luego 15, a la media hora me trataba de convencer que se le hizo tarde, pero cuando espere una hora y media, entendí que jamás llegaría, agarré mi morral con mi ropa y regrese a casa, con la cabeza agachada y mi cara empapada de lágrimas, cargando todas aquellas promesas rotas que alguna vez nos juramos, aquellos sentimientos los arrastre conmigo hasta mi habitación, cuando entré a la gran casa de mis padres, nadie me dijo nada, todos estaban ahí, parados frente a mi, sin decir palabra alguna, la mirada de mi padre se posó en mi, la podía sentir, un nudo se acomodo en mi garganta, sabía que no me juzgaría, que me apoyaría, cómo cuando le dije que las mujeres no me interesaban como me interesaban los hombres, ni siquiera me levantó la voz cuando le presente a aquel nervioso Bill, hace más de 5 años. No, mi padre fue el único que fue trotando a mi encuentro, me arropó en un cálido abrazo, acunó mi cabeza entre su hombro y cuello, me aferré a él como si mi vida dependiera de ello, me deshice entre lamentos y sollozos, pidiendo explicaciones que jamás me serían dadas, inclusive hoy en día, sentía los labios de mi padre esparcir besos en mi cabeza, sus palabras de consuelo eran un bálsamo para mi roto corazón...su "No te preocupes Tomii, él regresará a ti, ya verás...tarde o temprano, pero aquí estará" su voz quebrada y su agarre firme, mi pilar, mi cable a tierra...mi padre. Se que jamás me mentiría, pero sus palabras empezaron a perder certeza cuando pasaron 2 años, ya no espero nada de nadie, ya no.

Die LichtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora