*Aparece por entre las cortinas y mira a la enojada multitud.*
Este... ¿Hola? Muy bien, sé que ha pasado mucho tiempo y que yo no he hecho más que prometer y prometer que voy a ponerme a actualizar pero luego no hago nada. Les juro que esto tiene unos cuatro meses de haberse terminado, pero primero no había tiempo para transcribir, luego no tenía tiempo de publicar, y bueno...
Siendo positivos... las vacaciones ya están aquí, así que me verán publicando más seguido. Por cierto, ya estoy trabajando en esa historia con Kankuro y Gaara que tengo meses prometiendo.
Por lo pronto... ¡tengan este Shikatema! Fue muy divertido trabajar con estos personajes, no sólo porque tenía un buen rato sin hacerlo, sino también porque me encanta la pareja y siempre es lindo contribuir al fandom.
Sin más por el momento... ¡espero que lo disfruten!
Las flores más hermosas y los pinos más robustos
Empezó con una carta escrita con manos temblorosas que los urgía a visitar Konoha.
Fue la caligrafía lo que delató la preocupación de Temari, los trazos, generalmente tan cuidados y estilizados ahora eran desiguales y apresurados en su misiva; la hoja sepia tenía varias manchas de tinta y tachones desesperados.
Gaara siempre había creído que su hermana mayor, en un intento por tener control sobre algo en su caótica vida había decidido estudiar el arte de la caligrafía, esforzándose en que cada línea fuera perfecta para no pensar en el monstruo en el que se había convertido su hermano menor por obra de su propio padre.
Con el tiempo, y aunque la situación que Temari vivía ya no fuera tan oscura, sus conocimientos habían sido útiles, pues cuando Gaara ascendió a Kazekage, ella se convirtió en su secretaria, encargándose de que las cartas que debían enviarse estuvieran correctamente redactadas y tuvieran un trazado impecable.
Ahora que vivía en Konoha, las cosas se habían complicado un poco, ya que Matsuri había tomado su lugar como ayudante de Gaara ―así como al menos tres cursos enfocados a hacer su letra más legible―, pero aun así las cartas que Kankuro y Gaara recibían de parte de su hermana siempre estaban exquisitamente redactadas, el pincel apenas apoyado sobre la hoja de papel de arroz.
Esta no. Esta era un desastre, estaba manchada y parecía más un borrador que algo que Temari ―la seria, la formal, la cuidadosa Temari― se hubiera atrevido a enviar, aunque fuera a sus hermanos pequeños.
Sin pensarlo demasiado, Gaara canceló las reuniones que tenía durante el lapso de una semana y se apresuró, junto con Kankuro a preparar las maletas para viajar a Konoha de inmediato. No habían pasado ni siquiera dos horas desde que recibieran la carta de Temari cuando sus hermanos daban salida en dirección a la Hoja.
Y ahora estaban ahí, sentados en el comedor de la casa que Temari compartía con Shikamaru mientras su hermana despotricaba en su contra.
―¡No me están escuchando! ―rugió Temari, que hacía cosa de dos minutos había perdido la paciencia y se había puesto de pie, azotando ambas manos sobre la mesa―. ¡Estoy embarazada!
Kankuro y Gaara, que aún permanecían sentados, sendas e ignoradas tazas de té frente a ellos, sólo pudieron arquear una ceja.
―Y ya te lo dije, Temari, felicidades, ¿no es eso lo que se dice en estas circunstancias? ―masculló Gaara casi con sarcasmo.
―No lo entienden ―exhaló Temari entre la rabia y la impotencia―. Estoy embarazada, voy a tener un hijo, un niño y ustedes... por todos los dioses, ¿para qué rayos los llamé?
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Las flores más hermosas y los pinos más robustos
ФанфикEmpezó con una carta escrita con manos temblorosas que los urgía a visitar Konoha. Fue la caligrafía lo que delató la preocupación de Temari, los trazos desiguales y apresurados en su misiva. Sin embargo, poco podían imaginar Kankuro, Gaara o el pr...