28. ( YoungHee )

Fotografía 3.

El profesor Yoo, está fascinado por las dos fotografías que Young Bin le muestra, aquel martes seis de Agosto, luego de una clase teórica que no parecía terminar nunca. 

—Es simplemente perfecto el efecto que tiene esta fotografía sobre mí- dice el hombre metido en su reflexión-, pero experimenta con las emociones. Ten en cuenta lo abordado en clases; mezcla los estados emocionales, intenta hacer a tu amigo reír y demostrar en otra toma un sentimiento más alegre, todo lo contrario a estas dos.

-No es mi amigo, es sólo un chico que vi en el parque- confiesa YoungBin rápidamente y el profesor Yoo se toma un tiempo para responder.

-Deberías hablarle sobre la muestra porque estas fotografías YoungBin- murmura el profesor y señala su portátil negra, donde una nueva carpeta tiene las dos fotografías de aquel chico del parque-, me encantaría verlas allí. Si consigues lo que te dije sobre las emociones, tus fotografías serán presentadas sin duda alguna en la muestra, bajo tu nombre, representando la carrera.

YoungBin siente su corazón detenerse por escasos segundos y la piel de sus brazos se eriza. Si consigue crear un grupo de tomas con diferentes tipos de emociones, estas tendrán el placer de ser exhibidas en la muestra de carreras y YoungBin desea eso desde que su obsesión por las fotografías entró a su vida hace años. Sonríe con alegría y asiente, desenchufa el cable USB de la portátil y toma su cámara fotográfica, despidiéndose del hombre mayor y yendo en dirección al parque con un único propósito, y este es hablarle a aquel muchacho.

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Son las cuatro de la tarde y el resplandeciente sol se posa con un intenso calor sobre el rostro de YoungBin, haciéndolo sonrojar. El parque está tranquilo, como siempre, pero casi no hay niños alrededor jugando animadamente con los ojos de sus padres y el clima es pesado, demasiado cálido y YoungBin se arrepiente de usar una remera de lana que le hace sufrir tanto a su pecho y espalda húmeda. Es cuando el sol se esconde y la luna hace acto de presencia que el fotógrafo se plantea a sí mismo algo demasiado obvio; el chico no vendrá hoy.

Una hipótesis se forma en su cabeza, entonces, haciéndolo pensar. La primera vez que YoungBin vio al chico, fue jueves. Viernes, sábado y domingo no apareció en el parque en ningún momento, hasta el lunes, segunda vez que lo vio leyendo un libro que parecía abrumarlo. Martes, no vino.

YoungBin truena sus dedos y lanza su mochila al hombro, convencido de que el chico sólo parecía ir al parque Hong Dung los lunes, miércoles y jueves. Lo intentará mañana, hasta que finalmente pueda verlo.

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El miércoles hay un insoportable calor asechando toda la tarde, con una desagradable humedad que YoungBin no logra soportar hasta las ocho, sólo recién a esa hora el sol comienza a descender. El chico no ha ido aquel miércoles, lo que decepciona de sobremanera a YoungBin mientras vuelve apenado al hogar de sus padres, yendo ese día de visita.

Aparece el jueves, consiguiendo una sonrisa de YoungBin al ingresar al parque y encontrárselo en la banca de siempre, aún con esa bufanda infernal cuando el clima cada vez sube más de temperatura. YoungBin piensa que se trata de aquella mancha irregular y extraña que hay en su cuello, y como es la única cosa en la que puede pensar por el momento, se conforma con aquello. No piensa en qué son, ni cómo se las hizo porque siente que las respuestas, de algún modo, no le gustarán.

YoungBin pasa por al lado del banco en que siempre se sienta para esperar o espiar al chico, pero esta vez no se sienta en él, al contrario, sigue caminado, con dirección al banco que se encuentra a unos metros de distancia, donde el muchacho está sentado, sosteniendo aquel sólido libro. Se acomoda y lo abre, no sin antes suspirar al verlo.