Prólogo.

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Cinco mensajes de voz, diecisiete mensajes de texto. Sesenta llamadas. Ninguna contestada. Todo eso en un sólo día.

Harry tiró el celular a la cama, haciendo que rebotara y quedara boca abajo sobre la colcha. Era la primera y última vez que se humillaba de esa manera, sobre todo con alguien que no lo valía, aunque en algún momento, sí lo hizo. Suspiró, mirando por la ventana. Habían pasado semanas, y se estaba por cumplir el mes desde que lo cortaron, desde que Nick, su supuesto amor de la vida, del que se enamoró perdidamente, aquél que le juró amor eterno; le pateó el trasero, lo dejó y abandonó como a un cachorrito bajo la lluvia, el que le rompió el corazón de la manera más terrible del mundo, o como quieran decirle a una "ruptura."

Harry no exageraba cuando decía que su corazón estaba mal, hecho añicos, porque él amó mucho a Nick, en su momento, y quizá ahora un poco, pero sólo un poco. El joven de rizos adoraba al castaño, más que a nada en el mundo, Nick era el único que le sacaba sonrisas al menor, el que le entendía cuando Harry creía que nadie más lo hacía, aquél que se encargaba de llenar sus días de luz, de mimos y cariños; hacían y deshacían cosas juntos, iban a todas partes: juntos. El rizado no vivía sin Nick, pero por esas cosas de la vida, ahora lo estaba haciendo, estaba aprendiendo exactamente a vivir sin él y sin sus sonrisas que mucha falta le hacían en días de lluvia, cuando el sol se escondía y no tenía ganas de salir, en esa cama vacía y fría, y por supuesto, en su vivir cotidiano.

Él ya pasó la etapa de llorar desconsoladamente, con Zayn abrazándole y susurrándole que todo iba a estar bien, que Nick era sólo un hijo de puta que no valía las lágrimas, sin embargo, eso no era suficiente para el dañado de Harry. Aunque, últimamente, ya nada parecía suficiente.

Por lo que, un día cansado de parecer Magdalena y de ver su linda cara con los ojos hinchados y rojos al igual que su nariz, se levantó de su vacía y fría cama, con ánimos renovados. Se bañó tan rápido como pudo, al igual que vestirse y partió en busca de algo que dejara los desamores y corazones rotos en el pasado.

Recorrió las calles de Londres con una esperanza nueva, una sonrisa que remarcaba sus hoyuelos, sin pensar en algo deprimente porque eso iba a ser lo peor. Pasó cerca de una oficina abandonada, donde se leía: "confesiones con el doctor Smith", dejó atrás a los niños del parque y a sus madres que les gritaban que no se ensuciaran porque la ropa costaba dinero y ellas no tenían demasiado. Sonrió, entrando a una cafetería, una a la que no asistía en mucho tiempo, escondida entre árboles y resguardada del frío. Pidió un café negro simple, sentándose cerca de la ventana, mirando el clima de afuera cuando algo llamó su atención.

Una pareja peleaba en el parque de en frente, por lo que Harry podía apreciar, era una gran discusión porque la chica de cabello café, se cruzó de brazos, alzó una ceja y dijo algo que Harry no alcanzó a interpretar, pero por la cara descompuesta de su novio, podía adivinar más o menos de lo que se trataba: la chica había terminado con el chico.

Entonces, fue cuando su gran proyecto de vida empezó.

Harry se preguntó qué pasaba con las personas que las terminaban de un momento a otro, ¿qué era de ellas?, ¿iban a donde sus amigos a contarles?, ¿sus padres, sus hermanas?, ¿se emborrachaban hasta perder la conciencia?, ¿fingían estar bien y seguían como si nada?. Y como si hubiese una bombilla en la cabeza del rizado, se le ocurrió la brillante idea de hacer un confesionario de relaciones amorosas fallidas como a él, y muchas personas más, habían vivido y pasado. De alguna manera, eso ayudaría a esas personas a estar mejor y tener a alguien con quién desahogarse.

Recordó la oficina abandonada a tan sólo unas cuadras de ahí y pensó que, probablemente, eso le serviría para empezar. Cambiaría el nombre a: "Confesiones con Harry" y ayudaría a todo aquél que tuviese problemas amorosos.

Era una idea loca, sí, sin embargo, de una descabellada idea empieza un gran proyecto y una historia diferente, pero al mismo tiempo, cliché sobre toda clase de amores y como poder sobrellevarlos sin enloquecer en el momento.

Confesiones con Harry. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora