¿Alguna vez escucharon que sólo te enamoras tres veces en la vida? Cualquiera pensaría que esa historia no era más que un mito pero Yuri Katsuki sabía perfectamente que ese mito era real, porque cargaba con una maldición que lo acompañaría por toda...
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Recordaba algunas cosas sobre su largo pasado, sobre lo que había sido y tenía muy presente en lo que se estaba convirtiendo; aunque su cuerpo no fuese el mismo, su alma perduraba y era eso lo que le permitía recordar, era esa la maldición que debía soportar, pues en su época no pudo hacer más que vender su alma con tal de tener más tiempo al amor de su vida, aquél amor que le había sido arrebatado de las manos y que, sin lugar a dudas, siempre iba a llevar con él.
La muerte de su amado lo había sumido a la tristeza y lo llevó a la desesperación, tanto así que invocó a la antigua diosa Izanami, a quien le suplica la devolución de aquél joven que llenaba de luz su vida y hacía que su alma se regocijara de gozo; viendo esto, la diosa acepta devolver a la vida a su amado a cambio de entregar su alma cuando la muerte llegara a tocar a su puerta, sin tener derecho a ver el paraíso en el que su amado se encontraba y al que regresaría luego de abandonar la tierra de los vivos por segunda ocasión; la desesperación que lo acompañaba lo llevó a aceptar el trato y la diosa, cumpliendo su trato, le devuelve al rayo de luz en su vida.
Su amado Victor al verse en el mundo de los vivos, se ve recibido con alegría y gozo, y acude al llamado del amor que había tenido con él antes de morir. Ambos llevan una vida feliz y vuelven a sentirse completos, pero no tenían idea que la felicidad se vería opacada nuevamente con la tragedia, pues el tiempo que la diosa le había dado a Victor en la tierra era corto. La diosa Izanami se había convertido en demonio y con artimañas le devolvió la vida al joven de cabellos plateados con el fin de devorar el alma del iluso japonés de ojos marrón cuando este por fin muriera. Diez años pasaron de alegría y dicha, hasta que nuevamente Victor fallece y Yuri se ve envuelto en la desgracia, ¿por qué debía volver a sufrir la pérdida de aquél ser al que tanto amaba? No era justo que la vida le quitara a Victor, mucho menos sería justo si lo hacía dos veces. No pudo más, la desesperación lo arrastraba al suicidio pero logra recordar la condición de la diosa Izanami y reacciona ante la cláusula mayor de aquel trato, <<al morir, no tendrás derecho a tocar el paraíso y vendrás directamente a Yomi: la tenebrosa tierra de los muertos, mientras que tu amado se encontrará gozando de la ciudadela de las alturas>>; aquellas palabras retumbaron en su memoria y le hicieron reflexionar ante su egoísmo y su necesidad de estar con su otra mitad, así que rogó y suplicó por una segunda oportunidad, llamó y llamó a Izanami para que le permitiera una nueva oportunidad pero esta no respondió, estaba perdido y todo por ser tan egoísta y no dejar que el destino siguiera su curso como las aguas del río que nunca se detienen.
La desesperación y la angustia ante su realidad lo hacían desfallecer y ante sus lamentos, el dios Izanagi no pudo evitar compadecerse de aquella alma en pena que había llevado a la tierra. Izanagi escuchó al chico y se enfureció al conocer su verdad y sentir que se repetía la historia, así que el dios le dio dos opciones; asegurarle que su amado estaría en la ciudadela de las alturas mientras él cumplía su promesa e iba a Yomi, o, renacer por siempre hasta encontrar nuevamente el amor, pero no encontrarlo de la forma superficial como el primer amor, ni de la forma difícil y dramática como el segundo amor, sino de la forma inesperada y pura del tercer amor, aquél que disfrutamos cuando este rompe con todo lo que creíamos correcto en la vida y nos hace sentir completos y sin miedo ante lo que el destino tenga previsto, aquél amor pleno y sincero que rompe con los estereotipos de la vida. El amor verdadero.